MyTO
Contraluz

Legalizar el cannabis: ¿para qué y cómo?

Reducir el consumo debe ser el fin de despenalizar, no recaudar más impuestos. A más control, más mercado negro

Ilustración de Alejandra Svriz.

El fantasma de la legalización del cannabis recorre Europa: se acaba de liberalizar en Alemania su consumo, cultivo y comercialización -esta, limitadamente-; tras el asesinato de los guardias civiles en Barbate, el alcalde de la Línea sugiere que es la solución para el narcotráfico; el Ministerio de Sanidad ha abierto una consulta para regular el cannabis medicinal y voces diversas la reclaman en prensa. Aunque a todos nos gustan soluciones fáciles para problemas complejos, la cuestión requiere un análisis serio.

En primer lugar, hay que centrar el debate. El cannabis como medicina ya está plenamente admitido, con las cautelas médicas normales. Por tanto, la cuestión es si se debe permitir su comercialización como droga «recreacional», como sucede con el alcohol o el tabaco. Los argumentos a favor de la legalización son varios: recaudación de impuestos, eliminación del tráfico ilegal y del crimen asociado a él  y una mayor seguridad para el consumidor. En contra, se alega que podría aumentar el consumo, dañando la salud y en consecuencia la economía.

Para evaluar el peso de estos argumentos tenemos la suerte de contar con numerosos estudios tras su legalización en la última década en muchos Estados de EEUU y Canadá.

Nuestros deseos nunca son derechosNuestros deseos nunca son derechos

Empecemos con los impuestos: en 2023 en EEUU se recaudaron casi 4.000 millones de dólares, cantidad que podría aumentar hasta más 6.000 si se legalizara en todos los Estados. Cantidades muy importantes pero que desde luego no son la «lluvia de millones» que anunciaba El País para la legalización alemana. 

En cuanto a los efectos sobre el crimen organizado, algunos estudios han comprobado una reducción del crimen posterior a la legalización en los Estados fronterizos con México. Sin embargo, el tráfico ilegal apenas ha disminuido tras la legalización. Un reciente estudio del Cato Institute afirma que en California más del 70% de la venta es ilegal siete años después de la legalización, lo que achaca a los altos impuestos –que son semejantes a los del alcohol–. Subrayan que si se aumentan los impuestos (para recaudar más y limitar el consumo), se incrementa el tráfico ilegal y los recursos dedicados a controlarlo (en 2023 se incautó más cannabis que nunca en California). Como muestra de que la legalización no acaba con el crimen, apenas unos días después del asesinato de guardias civiles por los narcos en Barbate, la historia se repitió como farsa: un coche de contrabandistas de tabaco embestía a otro de la guardia civil

«Todos los estudios reflejan un incremento del consumo y de la  adicción en los Estados de EEUU que lo han legalizado»

Tampoco ha mejorado la seguridad de los consumidores, pues se pretendía limitar la concentración del elemento psicoactivo (THC) del cannabis, pero en la práctica ha aumentado tanto en el cannabis legal como ilegal. Además, esto plantea el mismo problema que los impuestos: a más control, más mercado negro.

Todos los estudios reflejan un incremento del consumo y de la adicción en los Estados que han legalizado: de un 20% en general, y de hasta el 50% en el grupo entre 18 y 25 años. Aumenta la intención de consumir, particularmente entre los grupos con menos propensión y se reduce el rechazo social al consumo. Se crea la percepción de que el consumo es común y aceptable, y de que su riesgo es bajo y, siendo todos ellos factores que predicen un mayor consumo de cannabis (Gilson et al., 2022). En estos Estados, se observan también incrementos significativos en emergencias médicas y accidentes de coche relacionados con el consumo de cannabis.

Es necesario recordar que el cannabis es una droga altamente adictiva: un 10% de los que la consumen se convierten en adictos (15% si comienzan en la adolescencia). Además, multiplica entre dos y cuatro veces el riesgo de sufrir enfermedades mentales graves como la esquizofrenia (ver aquíaquí). También aumenta en un 30% el riesgo de depresión, y en un 350% el de tentativa de suicidio (aquí) y, multiplica por tres los episodios graves en las personas con trastorno bipolar (aquí). Un estudio reciente encuentra una fuerte correlación con la legalización de la marihuana y tasas más altas de suicidio adolescente. Por otra parte, afecta gravemente a las capacidades cognitivas –especialmente a la memoria (aquí)– y a la motivación y al control emocional.

«Se deben sacar lecciones del éxito conseguido con el tabaco»

Si tenemos en cuenta el coste económico de las enfermedades mentales en EEUU, un incremento del 20% en el consumo supondrá como mínimo un coste de 20.000 millones de dólares. Y eso sin contar la bajada de productividad derivada de la pérdida de capacidad y motivación que afecta a todos los consumidores. Y sin contar, tampoco, con lo más importante: las vidas descarriladas y el sufrimiento de los adictos y sus familias.

Todo lo anterior no significa que no haya que legalizar el cannabis, sino que si se hace hay que aprender de la experiencia de Canadá y EEUU. El objetivo no debe ser la recaudación de impuestos sino la reducción del consumo, y para esto último se deben sacar lecciones del éxito conseguido con el tabaco. De 2013 a 2022 el porcentaje de jóvenes de EEUU que fuman tabaco pasó del 36% al 13%. En el mismo periodo, el de los fumadores de marihuana aumentado del 17% al 26%. Antes siquiera de plantear una legalización que se ha demostrado que banaliza el consumo y produce una falsa ilusión de seguridad, es necesario concienciar a los jóvenes –y menos jóvenes– sobre el extraordinario peligro de esta droga. Sólo después se podrá plantear una legalización, en todo caso aplicando una regulación sobre advertencias y publicidad y unos impuestos altos que se han demostrado como medidas disuasorias eficaces en el caso del tabaco.

También hay que saber que la legalización no acaba con el tráfico ilegal y que habrá que dedicar recursos al control y a las campañas contra su uso. Finalmente, es importante pararse a distinguir –como decía Machado– «las voces de los ecos», pues mucho de lo que se oye y lee sobre esta cuestión son ecos financiados por una industria multimillonaria, preocupada por sus beneficios y no por la salud pública.

8 comentarios
  1. Kini_

    Las drogas no pueden estar en manos de la mafia.
    Las sustancias pueden ser naturales o artificiales, legales o ilegales. Pueden ser una bendición o una maldición según su uso y cantidad. Pero la mayoría de los «problemas de la droga» se debe a la «ley de la droga» al dejar en manos de las mafias esas substancias. Esa guerra contra el narco, no solo es mafia lo que hay, también hay policía, brigadas antinarcos, militares, cárceles, legiones de abogados, bancos y enormes cantidades de dinero que hay que lavar, narco-estados, gobiernos y servicios secretos que van a la guerra a por las amapolas, la coca o el hachís y que son los primeros interesados en esa ley. No solo es dinero, es corrupción mucha corrupción a escala mundial de la justicia y los políticos, de los empresarios y de los que no tienen nada. Es un modelo de sociedad violento, corrupto, injusto, intolerante. Robusto. Y ese modelo, que alguien quiere que sea justamente así y no de otra manera, es causa y es fruto de la ley de las drogas.

  2. Karabuchi

    Artículo basura carente del más mínimo rigor.
    Es increíble que a estas alturas nos vengan con sentencias tipo «el cannabis es una droga altamente adictiva», como dice este plumilla para a continuación añadir que la adicción es del 10 al 15% de los consumidores (sin especificar en qué consiste dicha adicción, porque si algo está probado, es que no existe la adicción física al cannabis).
    Por otro lado, y como ya ha apuntado alguien en este foro, la pregunta debería ser: siendo yo una persona adulta y en posesión de capacidad intelectual normal, ¿qué derecho tiene el estado a prohibirme ingerir o inhalar las substancias que a mí me parezcan bien?
    Porque esa es la pregunta, no por qué despenalizarlo, sino por qué debe estar penalizarlo.

  3. Folixa

    Esto es un extracto de la página de Naciones Unidas»

    “Por ejemplo, tomamos los datos de un país que informa que se ha estancado o ha disminuido el consumo, pero por el otro lado hay mucha venta e importación de cannabis, es decir, no coinciden los datos. Y, por otro lado, tenemos informes de ONG que indican que el consumo ha crecido. Por eso usamos la palabra ‘parece’, hasta tanto no tengamos un informe oficial y congruente de los países, no queremos afirmar que el consumo ha aumentado”, explica.

    En cambio, agrega que los datos extraoficiales muestran que en las jurisdicciones donde se ha legalizado, el consumo de marihuana ha aumentado entre 9% y 15% con respecto a los lugares donde su uso lúdico sigue prohibido. »

    En mi opinión , no tienen ni idea de la gente que fuma a diario, y mucho menos los que lo haces esporádicamente.

Inicia sesión para comentar