La Guardia Civil tiene un nuevo agente submarino: el dron Gladius Mini S
Es ahora bajo el agua donde los servicios de vigilancia dispondrán de una decena de robots
Por tierra, mar y aire. La Guardia Civil patrulla los tres territorios físicos que tiene asignados desde hace 175 años y sus medios técnicos le permiten. Desde ahora, disponen de uno más: drones submarinos. Estos nuevos dispositivos ayudarán a adquirir consciencia en un escenario complejo, y que es una fuente de desvelos continuos que están yendo a más de forma paulatina: bajo el agua.
Desde 1981, el instituto armado dispone del prestigioso GEAS, el Grupo de Especial de Actividades Subacuáticas, para sus misiones submarinas. Pero su personal y medios tienen ciertas limitaciones, o resulta poco eficiente remitir a donde se les requiere costosos medios y que dependen de un número limitado de agentes. Sus tareas van desde la búsqueda de personas o víctimas bajo el agua, rescates y salvamento, localizar objetos derivados de crímenes, a investigaciones en las que el medio marino o lacustre hayan adquirido protagonismo.
De un tiempo a esta parte, la estrella de sus investigaciones es el narcotráfico subacuático. Decenas de barcos de todo tipo son inspeccionados cada año en busca de droga, y echar un vistazo en aguas frías y agitadas contiene una cierta carga de penosidad añadida para los encargados. Enviar un ojo robotizado a echar un vistazo puede no solo acelerar los procesos, sino multiplicar su eficiencia, abaratar las actuaciones e incrementar su capacidad, y es aquí donde llega el nuevo agente submarino.
Pocos pero muy esperados
La Benemérita maneja drones desde hace tiempo, asignados a la Agrupación de Tráfico. Los helicópteros son costosos en su compra, carísimos de operar, sujetos a horas de inactividad debido a las revisiones y en los últimos meses varios de ellos han sufrido aparatosos accidentes; los drones son la alternativa perfecta para muchas de sus funciones. Es ahora bajo el agua donde los servicios de vigilancia dispondrán de una decena de robots, aunque sería lógico que con el tiempo su número de unidades se incrementase.
El elegido ha sido el Gladius Mini S, un modelo comercial accesible en comercios especializados. Representa un salto significativo en las capacidades de inspección y seguridad de la Guardia Civil, especialmente en la lucha contra el contrabando y otras amenazas que se pueden encontrarse en las fronteras marítimas.
Fabricado por la compañía china Chasing Innovation Technology, entra dentro de la categoría de Unmanned Underwater Vehicle (UUV). Diseñado para realizar exploraciones de buceo e inspecciones de seguridad, es muy fácil de usar en diversas tareas que incluyen la fotografía submarina, búsqueda de objetos —se le puede adaptar una pinza de captura—, o la revisión del casco de barcos o puertos. Este dron submarino se destaca por su estructura compacta, construida en aleación de aluminio, y su capacidad para operar a profundidades de hasta 100 metros. Sus reducidas dimensiones le permiten ser transportado con facilidad en una mochila. Mide 40 centímetros de largo, 22,6 de ancho y 14,5 de grosor y pesa algo menos de tres kilos. No solo admite la adopción de una garra prensora, sino de focos de iluminación, y otros accesorios como cámaras externas con otras características.
Un destacado aspecto del Gladius Mini S es su cámara de alta definición. Cuenta con un sensor CMOS estabilizado y una lente capaz de capturar imágenes de una gran nitidez. Realiza fotos de 12 megapixeles, y puede grabar vídeos en calidad 4K. Además, el equipo incluye un sistema de iluminación ajustable, esencial para mejorar la visibilidad en entornos submarinos, aparte de otros que se le pudieran acoplar de forma complementaria.
El submarino amarillo
Dispone de cinco propulsores, y un sistema de estabilización de profundidad, muy útil para quedarse quieto ante escenarios de especial interés, y al mismo tiempo eludir corrientes marinas. Con un mero toque en los mandos, el Gladius se programa para quedarse congelado en un punto específico a voluntad de su operador. Sus giroscopios y hélices lo mantendrían completamente quieto.
El pequeño agente subacuático es capaz de ejecutar patrullas de hasta cuatro horas gracias a sus dos baterías de 4.800 miliamperios, que se pueden cargar en poco más de tres. Bucea a una velocidad de hasta cuatro nudos por hora —unos seis kilómetros—, lo que equivale a unos dos metros por segundo, bastante más rápido que una persona entrenada a nado. Es capaz de zambullirse hasta 100 metros de profundidad, y de acuerdo con la versión más larga de su cable de comunicaciones, puede alejarse de su operador hasta doscientos metros. Sus datos viajan por dicho cable y con ello la señal nunca se pierde, no hay interrupciones ni interferencias, y sus imágenes de video en alta definición llegan de manera instantánea a la superficie.
En el apartado de sensores destaca una unidad de medición inercial con giroscopio de tres ejes, que aporta un gran control situacional a su piloto, a lo que también ayudan un acelerómetro y una brújula. Su sensor de profundidad, con una precisión de 0,25 metros, también aporta datos muy específicos sobre su posición en cada momento. Puede operar en temperaturas de entre -50 y 80 grados centígrados, y su pinza es capaz de recoger objetos de hasta siete kilos.
Lucha contra el narco
Presentado en el puerto de Valencia, la adquisición del Gladius Mini S por parte de la Guardia Civil tiene como objetivo prioritario reforzar la prevención y persecución del contrabando de productos ilícitos. Gracias a estos drones se podrán realizar inspecciones más eficientes en los cascos de los barcos, y detectar posibles huecos ocultos utilizados para ocultar sustancias ilegales. Las técnicas de ocultación empleadas por los traficantes son cada vez más ingeniosas y complejas; el Gladius no desplazará la actuación de submarinistas, sino que les dotará de una herramienta más. Gracias a esta tecnología reducirán riesgos, accederán a mayores profundidades, o podrán acceder a espacios recónditos o peligrosos para los buzos.
Estos equipos, que serán operados por unidades de Fiscal y Fronteras de Valencia, Barcelona, Bilbao, Málaga, Vigo, Algeciras, Puerto de la Luz, Santa Cruz de Tenerife, Alicante y Santander. El 80% de su factura ha sido abonada por el programa de ayudas EUAF2021 (Union Anti-Fraud Programme) de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, y el resto ha sido sufragado por la oficina presupuestaria de la Guardia Civil. En el mercado comercial, las unidades mejor equipadas vienen a costar algo menos de 2.000 euros. La Guardia Civil ya no solo patrulla la superficie de nuestras costas, sino también por debajo de ella.