'The Strays': ¿qué secreto esconde ese oscuro final?
La película de Netflix plantea un “y si…” muy interesante, pocas veces visto en este tipo de producciones y por eso ha generado tanto impacto
¿Qué pasaría si en una toma de rehenes, robo o simple secuestro tenemos la oportunidad de escapar? ¿La tomaríamos? ¿Estaríamos dispuestos a dejar atrás a familiares y seres queridos, si fuese el caso, para salvar nuestro pellejo? En casi todas las películas de suspense, thrillers y de terror, los protagonistas suelen contar con algún tipo de opción para huir de sus torturadores, pero la solidaridad con el resto de integrantes confabula contra el riesgo.
The Strays, una película que parece «más del montón», toma un camino diferente y es lo que le convierte en una singularidad y probablemente por eso su final se esté comentando tanto en las redes sociales. Dirigida por Nathaniel Martello-White (Cla’am), esta cinta de un poco de más hora y media de duración parece un corto alargado. Para nada es una película perfecta. Sin embargo, su abrupto cierre la eleva del promedio del subgénero Home Invasion.
¿Qué es el Home Invasion? Si recuerdas títulos como Funny Games (1997, Michael Haneke); Los extraños (2008, Bryan Bertino) o You’re Next (2011, Adam Wingard), ya lo tienes. Básicamente en la trama, uno o varios se dedican a torturar a otras personas dentro de una casa. A veces hay motivaciones, otras simplemente se hace por diversión. En el caso que nos atañe, no hay mayor secreto. Los ‘villanos’ desean vengarse y tienen sus razones, explícitas por demás, en el guion.
Los privilegios de la gente blanca
The Strays esconde ciertas críticas detrás de su oscuro final. Tal vez ha pesado mucho la comparación con Get out (2017, Jordan Peele) y por eso algunas opiniones han sido implacables con la obra de Martello-White. Realmente, su principal fallo es el poco tiempo que se toma para el desarrollo de los dos personajes que cambiarán toda la historia: Carl (Jorden Myrie) y Dione (Bukky Bakray).
A partir de aquí vamos a hacer spoilers, así que si no has visto la película, lo mejor es que regreses a estas líneas después de hacerlo.
Carl y Dione son hijos del primer matrimonio de Cheryl (Ashley Madekwe) antes de cambiarse el nombre a Neve y formar una nueva familia con Ian (Justin Salinger) y dar a luz otros dos hijos, Sebastian (Samuel Small) y Mary (Maria Almeida). Se entiende que la protagonista estaba en una relación abusiva. Escapa de allí porque desea vivir mejor económicamente. Lo dice incluso cuando reflexiona sobre su éxito como vendedora, que contrasta con las deudas adquiridas.
Después de transformarse en Neve, consigue todo aquello que anhelaba: un esposo que la ama, estabilidad económica, reconocimiento social y admiración pública. Como la segunda al mando de una institución educativa privada, goza de un prestigio que se derrumba con el regreso del pasado. ¿Puede una persona seguir adelante en un sistema que suele recordar los orígenes según la raza?
Es una lástima que el guion no explore más esta idea, porque habría mucho que reflexionar en ese sentido. De acuerdo con un estudio, citado por la BBC, las minorías negras y musulmanas en el Reino Unido (donde se desarrolla la trama) tienen una tasa de desempleo dos veces superior a la de los británicos blancos, pero los sociólogos Anthony Heath y Valentina Di Stasio quisieron medir hasta qué punto se debía por un sesgo racial o por otros motivos.
Los investigadores del Centro de Investigación Social del Nuffield College (perteneciente a la Universidad de Oxford) enviaron alrededor de 3.200 solicitudes de empleo falsas para trabajos de todo tipo. Incluyeron profesiones como cocineros, dependientes, contables e ingenieros de software en respuesta a anuncios en un popular sitio de contratación entre noviembre de 2016 y diciembre de 2017.
Todos los candidatos ficticios eran ciudadanos británicos, o se habían trasladado a Reino Unido a la edad de seis años, y tenían idénticos currículums, cartas de presentación y los mismos años de experiencia. Solo se diferenciaban los nombres y apellidos. Hallaron es que mientras el 24% de los solicitantes británicos blancos recibieron una llamada de los empleadores de Reino Unido, sólo el 15% de las solicitudes de minorías étnicas tuvo éxito.
Es decir, nombres como Tariq, Yasmin, Akintunde o Adeola tuvieron peor suerte que nombres asociados a británicos y europeos de raza blanca. Las personas de ascendencia paquistaní tuvieron que presentar un 70% más de solicitudes para recibir una respuesta positiva, los de ascendencia nigeriana y sudasiática presentaron un 80% más y aquellos de Oriente Medio y del norte de África hasta un 90% más que los supuestos blancos.
«La ausencia de un descenso real de la discriminación contra los británicos de raza negra y las personas de origen paquistaní es un dato preocupante. La desigualdad étnica sigue siendo una injusticia candente y es necesario replantearse radicalmente cómo abordarla», sostuvo Heath como conclusión a los hallazgos.
En este contexto, The Strays tenía mucho que ofrecer. Una mujer negra, que renuncia a la maternidad, y se rehace en un medio predominantemente blanco (la institución educativa privada) podría haberle dado a la película una capa social muy interesante. Sin embargo, este aspecto termina siendo anecdótico para darle paso a un terror mucho más físico y conservador.
El coqueteo con ‘Funny Games’
A pesar de que la traducción de The Strays en Netflix apunta hacia Los Extraños, la realidad es que en la práctica el término se usa más para hablar de las personas que no tienen hogar, que son desechables. Adecuándolo al subtexto de la película, hogar aquí no se refiere a la construcción física o arquitectónica de un espacio, sino a la afectiva. La rabia de los criminales, por lo tanto, no proviene tanto del abandono sino de la ausencia de empatía de la madre.
Neve renunció a sus primeros hijos. Cuando se reencuentra con ellos, decide resolverlo por la vía económica, lo que profundiza las heridas. Carl y Dione buscan respuestas y consiguen, sin embargo, un nuevo rechazo, lo que dispara la violencia. La película entonces da un giro importante. Ya no es un thriller, sino que ingresa al terreno del terror primigenio, como Haneke mostró en Funny Games.
La casa de esta familia burguesa se convierte en un territorio en el que cualquier elemento es aprovechable para infligir dolor. El gimnasio es un buen ejemplo. Sin embargo, ¿es el deseo final de los dos hermanos eliminar a cada uno de los integrantes de la nueva vida de su madre? La pregunta no tiene respuesta porque Neve toma la decisión que deja a los espectadores confundidos. ¿Se ha marchado con el joven que trajo la comida?
En efecto. Neve no ha cambiado. Ella se pone en primer plano y decide escapar de este caos, como ya lo hizo una vez. En ese sentido, hay una escena que cierra el ciclo: antes de abandonar a sus cuatro hijos, ella se mira al espejo. Es el mismo gesto que hizo cuando inicia la película y abandona su hogar abusivo. Ya sea que padece de alguna enfermedad mental (esa rascadera de cabeza) o que simplemente es una egoísta, la protagonista de la película escoge salvarse, un camino pocas veces visto en este tipo de cinta.
¿Veremos en un futuro a las víctimas de esta decisión hacer piña para vengarse? Sería una secuela más que interesante por ver.