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Manuel Moya: «Pessoa es un inglés fuera de Inglaterra»

Manuel Moya publica en castellano una biografía del escritor Fernando Pessoa que pretende derribar algunos de los mitos construidos sobre el poeta portugués

Manuel Moya: «Pessoa es un inglés fuera de Inglaterra»

Manuel Moya | Cedida

Manuel Moya vive en Fuenteheridos, un pequeño pueblo de 600 habitantes, situado apenas a 60 kilómetros de Portugal. «No tengo relación editorial con casi nadie, soy una persona un poco ermitaña. Estoy casi siempre en casa. De hecho, la gente de mi pueblo cree que vivo en el extranjero. Vivo en una casa grande, inmensa, y mi estudio está en la última planta. Desde allí veo tejados, gatos, pájaros. Ése es mi mundo. Muy pessoano lo de los tejados, por cierto», nos cuenta el traductor y escritor, en otra terraza, la del hotel St. Moritz, en Barcelona. Y es en ese estudio en el que, en 11 meses intensos, con jornadas de trabajo de 14 horas, escribió la biografía de Fernando Pessoa que acaba de publicar Ediciones del subsuelo: Pessoa, el hombre de los sueños. Una biografía nacida de la voluntad de deshacer algunos equívocos que rondan la interpretación de la obra y la vida del escritor luso, como por ejemplo su carácter inédito (en realidad Pessoa publicó cinco libros y un total de casi 600 textos en vida, de los 27.500 que nos ha legado; incluso cinco de sus poemas fueron traducidos al castellano), su indolencia (Pessoa era un grafómano consumado, que consignaba la vida casi hora a hora) o acaso su vivencia al margen de la sociedad de su tiempo (Pessoa era un conocido polemista en su época, y participó de la vida política de su país).

Portada ‘Pessoa, el hombre de los sueños’. Manuel Moya

El idealista platónico

«Yo lo llamo Sísifo, porque es el tipo que fracasa en todo», nos cuenta Manuel Moya. Y continúa: «A él todo se le cae, es alguien que no tiene un sentido práctico de la vida. No acaba las cosas. Suelo decir metafóricamente que Pessoa es como una ciudad que no ha llegado a ser construida, que tenemos edificios, pero hechos a medias, hay alguna calle, etc. Pero luego, sin embargo, te encuentras con que es muy visitable esa ciudad. Entrar es muy complejo, pero una vez que estás dentro de ella es fascinante, porque te permite no solo ver edificios, sino imaginar los edificios. Y eso es maravilloso en Pessoa. De hecho, tengo una teoría y es que creo que si hay algo moderno en su obra es precisamente eso: que no nos lo ha dejado todo hecho. Si lo hubiera acabado, ya no sería tan fascinante. Su obra nos necesita a nosotros, porque somos quienes la acabamos».  

Pessoa vive siempre entre dos mundos: el irreal, imaginativo de los sueños y la cruda realidad matérica, que le disgusta profundamente. «Él pone un pie en tierra y se impulsa hacia arriba, quiere esta arriba. Lo que pasa es que la gravedad lo manda otra vez para abajo. Lo humaniza. Y así deja de ser etéreo. Porque si no, sería una especie de Blake. Pessoa es el tipo que intenta volar, pero no puede volar. Es el ibis, el pájaro que intentar volar, pero a los dos metros cae», sentencia Moya. De ahí que en su obra sea normal encontrarse con la contradicción, pero eso es el latir de la vida, la vibración del movimiento. 

Cuentan los que conocieron a Pessoa que caminaba como si levitara, como saltando charcos. Haciendo saltitos. «Ese caminar como no queriendo tocar tierra era una cosa muy suya», confirma Moya. Y continua: «Pessoa vivía en la irrealidad continua. Tenía que bajar a tierra como una garza a alimentarse, a comer, pero se volvía enseguida a su reino de la fantasía. Por eso se le llama el hombre de los sueños».

De Pessoa se decía también que pensaba en inglés y escribía en portugués. Su formación, de hecho, es inglesa. «Todo su material sale de una caldera inglesa. Pessoa es un inglés fuera de Inglaterra, fuera de su mundo», nos dice Moya. Su referente máximo es Shakespeare. «De él le interesan los parlamentos, Pessoa querría hacer eso, darle voz a los personajes shakespearianos. Le interesa el drama, pero solo como parlamento, sin historia. Y eso es clave en su obra: gente sola, sin historias», afirma.

Descubrir a Pessoa

La entrada de Manuel Moya en el mundo pessoano no fue como un fogonazo revelador, sino que consistió en un entrar más paulatino. En 1983 recuerda Moya que se compró la antología El poeta es un fingidor, con traducción de Ángel Crespo. Y reconoce que no tuvo demasiada sintonía, sobre todo por causa del prólogo, que hablaba del Quinto Imperio, del Sebastianismo. Así que lo leyó con cierta prevención. Al poco se compró El libro del desasosiego (también en traducción de Ángel Crespo) y ahí sí ya la cosa cambió. Se sintió deslumbrado por el libro. Por aquel entonces, con veinticuatro o veinticinco años, era muy mochilero, muy hippie, y Pessoa se convirtió en su biblioteca ambulante, que le acompañaba allá donde fuese con su tienda de campaña. Moya no tenía muy claro qué buscaba en esos textos, simplemente abría el libro «y era como una especie de sorpresa, no leía de golpe. Era un libro que iba abriendo. Era mi acompañante, alguien que me iba contando cosas que no esperaba; así es como empecé», nos confiesa. 

Para cuando se decidió a traducir a Pessoa ya había traducido a otros contemporáneos lusos. Llevaba más o menos una veintena de libros traducidos, sobre todo de poesía. Todo comienza sin embargo por un azar. Su primera traducción del portugués fue un texto de Saramago que se publicó en la revista Sin Embargo. Al no encontrar a nadie que lo tradujese, se decidió a hacerlo él mismo. Así, Manuel Moya no pensó de manera consciente ir metiéndose en la obra de Pessoa, sino que fue más bien al contrario, nos cuenta: «Pessoa se metió en mí».

Su relación con la cultura y la lengua portuguesa, de esta forma, se había dado siempre de una manera muy natural. «Tenemos una relación muy fluida con Portugal. A veces es una relación extraña. Pero con mucha frecuencia es una relación de cariño. Nosotros vamos con mucha frecuencia a comer a Portugal. Además, durante aquella época iba mucho a Lisboa a comprar libros baratos, libros portugueses. Así que, casi sin darme cuenta, se me fue naturalizando la lectura en portugués» nos cuenta Manuel Moya.

Biografiando a Pessoa

Escrita originalmente en castellano, hasta el día de hoy, solo teníamos la biografía de Ángel Crespo La vida plural de Fernando Pessoa, publicada originalmente en 1988. «Un libro que casi no aborda su biografía. Son ensayos sobre obras y cuenta algunas cosas de su vida, pero no es una biografía», nos dice Moya. Así que, stricto sensu, sería la suya la primera que se publica en castellano (con voluntad de biografía completa). La aproximación de Crespo tiene que ver con el hecho de que se había publicado en 1982 El libro del desasosiego y venía así, al calor de tal descubrimiento. En el caso de la de Moya la cosa tiene más bien que ver con un cierto azar y casi con una calculada (im)premeditación, ya que el traductor de Pessoa tiene unos 18 libros sobre Pessoa, y en todos ellos hay un prólogo. De unas 15 páginas. Con ello ya tenía un primer germen para la escritura. Además, traía muchos apuntes, ideas, tenía anotados los poemas de Pessoa, clasificados por fechas. Y la gente no paraba de animarle, a tenor de su amplio conocimiento del personaje, a embarcarse en la escritura de una biografía. Parecía, pues, que la obra iba haciéndose casi sin la voluntad del traductor. Dos sucesos vinieron a provocar, no obstante, que el proyecto despegase definitivamente. De un lado está el hecho de que Teresa Rita Lopes, la gran pessoana, tenía la intención de escribir una biografía, pero se ha quedado afásica, y ya a su edad (tiene ahora mismo 85 años) no parece ya probable que acometa tamaño proyecto. De otro lado, está la novela de Manuel Moya Lluvia Oblicua (Baile del sol, 2022), donde el traductor y escritor fabula los últimos días de vida de Fernando Pessoa. Habiendo salido airoso de este primer embate con el material biográfico pessoano, se dijo Moya que era ya el momento de embarcarse en la biografía de Fernando Pessoa.

Sobre las consecuencias de adentrarse con tamaña intensidad en la vida de un creador, nos confiesa Manuel Moya que «he tenido la sensación a veces de un ser muy cercano. No diré que haya contactado con él, pero sí he tenido esa lejana sensación, la de sentir a Pessoa en términos físicos, casi mucho más que como me pasa con algunos de mis mejores amigos. Porque he profundizado mucho. He tenido la sensación física de haber estado con Pessoa. No sé si lo he soñado, peor sí he tenido la sensación de estar muy cerca de su materialidad. Y eso no me ha pasado con ningún otro autor».  

Pessoa y la política de su tiempo

Un día en la vida de Pessoa consistía en hablar con cincuenta o sesenta personas, ir a tertulias, al barbero… contra la imagen taciturna y solitaria que tenemos, él tenía muchos amigos. Y es alguien que, además, se ve obligado a la acción, a interactuar con los demás, ya que se tenía que ganarla vida. Así, por ejemplo, uno de los equívocos que hay sobre su persona y sobre el que Manuel Moya incide en su biografía es su relación con la política y los asuntos de su época. «Es un tipo muy metido en su tiempo -confirma Moya-. Entró en el esoterismo, muy de aquel momento. Se interesó por la novela policial, que estaba de moda. No es alguien, contra lo que se piensa, que rehúya lo cotidiano», nos dice. Y afirma que «hago mucha incidencia en su visión política en mi libro, pero es que me interesa colocar al personaje como un personaje activo en el mundo político de su época». Pessoa era un conservador, no llega a ser reaccionario, pero es muy conservador. Y cree en la idea de la aristocracia del espíritu.  «Lo que pasa, nos dice Moya, es que con él lo que ocurre es que a él no le gusta la realidad, le gustan los sueños. Proyectar las cosas, proyectarse en las cosas. Estar siempre en el aire. Hablar con las voces de otro mundo. Era un escapista, alguien que siempre está tratando de escaparse». De hecho, en vida era conocido no como poeta o escritor, sino como polemista de periódico. En el fondo, nos cuenta Manuel Moya, «Pessoa quería ser rico». De ahí que se embarcase en múltiples empresas y negocios calamitosos, que acabaron en fracaso. Suya es, por ejemplo, la invención del futbolín. Era un hombre completamente contradictorio. 

Los heterónimos

Una de las principales novedades de la biografía de Moya es el origen de la heteronimia de Pessoa. Y es una cosa, admite, que le sorprende que no se haya estudiado antes. Pessoa explicó a su amigo Adolfo Casais Monteiro en el año 1935 que un día llegó a casa, se sentó en una cómoda alta y se puso a escribir de golpe de esa forma, desdoblándose en otros personajes. Sabemos ahora, sin embargo, que esto no es así. Y que ese intento por (auto)mitificarse no es más que una fantasía. La realidad es que hay un origen claro para ello. Que tiene que ver, por un lado, con la muerte del padre, que de alguna forma lo saca para siempre de una infancia feliz y lo aboca a la creación de amigos imaginarios, a partir de los cinco o seis años. Y que se concreta cuando Pessoa tiene 14 años, en un viaje a las Azores que realizan para resolver algunos asuntos de la herencia de su madre, y al púber Fernando se le ocurre, para divertir a sus hermanos, crear un periódico. Y en él surgen múltiples personajes diferentes. Un total de 49 (de los 136 que finalmente conformarán el corpus de su obra). En aquel momento aquello acontece como un mero pasatiempo. Pero lo importante «es que los saca a luz», nos dice Moya. De hecho, a la vuelta, comenzará a publicaren el periódico Mercurio con un nombre ficticio. «Me da la impresión de que ese primer periódico pensado para divertir a sus hermanos es su salida del armario. Lo interesante es que no es una explosión de un día como él intentó explicar, sino que es un proceso que se va haciendo cada vez más evidente, más matérico, se va haciendo mayor, hasta llegar a un punto en el que ya está muy preparado y se lanza en serio», afirma Manuel Moya.

El interés recobrado por Pessoa

Casualmente (pues entre ellos no se conocen) la biografía de Manuel Moya coincide otras dos que se han publicado en otras lenguas en los dos últimos años. Una en inglés, de Richard Zenith, An Experimental Life; publicada en 2021 y que fue finalista del premio Pulitzer. Y otra en portugués: O Super Camões – Biografia de Fernando Pessoa, de João Pedro George, la primera biografía de Pessoa escrita por un portugués en más de 70 años y que se publicó en octubre de 2022

Las traducciones de su obra, además, no paran de reimprimirse. Parece pues, que la obra pessoana pudiera vivir un segundo resurgimiento, tal como ya sucediese a finales del siglo pasado. Sin lugar a dudas, su heteronimia es algo que fascina a los lectores: «Es algo muy exótico», apunta Moya. Esa pluralidad conecta sustancialmente con nuestras mentes escindidas contemporáneas. Su obra, enigmática y abierta, deja mucho espacio al lector para que este la haga suya, la interprete. Quizá sea este el mayor garante de su perdurabilidad.

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