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Alcubierre, el español 'olvidado' que descubrió Herculano y Pompeya

Un libro reivindica la figura del ingeniero comisionado por Carlos III que hizo los primeros hallazgos en las ciudades romanas destruidas por la lava del Vesubio

Alcubierre, el español ‘olvidado’ que descubrió Herculano y Pompeya

Pompeya. | Pixabay

«La Humanidad debe gratitud eterna a la Monarquía española, pues la multitud de expediciones científicas que ha financiado ha hecho posible la extensión de los conocimientos geográficos». Alexander von Humboldt, padre de la geografía moderna y erudito en mil disciplinas, no ocultaba su deuda con un país que conquistó el mundo pero perdió la batalla de la propaganda. 

Él mismo da nombre a la corriente oceánica del Pacífico, que había descrito hasta dos siglos antes fray José de Acosta, un fascinante jesuita que además dejó constancia por primera vez de los efectos del mal de altura y lanzó la hipótesis, hoy unánimemente aceptada, de que los primeros pobladores de América llegaron «no tanto navegando por mar, como caminando por tierra», por el norte de Asia. Pero, ¿quién recuerda a Fray José de Acosta? Humboldt, en cambio, es una eminencia indiscutida.

Los ejemplos son inagotables: nadie conoce a los españoles que ascendieron al Popocatepéctl en el siglo XVI pero sí a los alpinistas británicos, América la bautizó un italiano y Marcelino Sanz de Sautuola no solo tuvo que luchar contra el recelo del clero español por defender sus hallazgos en Altamira, sino que encontró desdén y burla en el mundo académico francés.

El caso de Roque Joaquín de Alcubierre entra en ese molde de logros o hallazgos debidos a los españoles que jamás figuraron en los libros de historia. Daniel García Varo ha investigado su figura para su libro Herculano. La ciudad del Vesubio (Almuzara) y asume la necesidad de reivindicar a este pionero.

Portada del libro

Herculano es la hermana menor de Pompeya. Más pequeña en su día y menos famosa turísticamente hoy también. Más de dos millones de personas visitan Pompeya al año, mientras que son 300.000 las que hacen lo propio en Herculano. Fue en Herculano, sin embargo, como recuerda García Varo, donde se encontraron «viviendas y elementos de arte mejor conservados, con más valor y riqueza y piezas que se mantuvieron mejor, como las de madera, o donde se encontraron los cuerpos intactos». 

Ambas ciudades fueron sepultadas por la lava del Vesubio en el año 79 d.C, pero el tipo de fango volcánico que se generó conservó mejor Herculano. Los secretos de esta ciudad fantasma emergieron de la mano de Carlos III, el rey arqueólogo, y del ingeniero Alcubierre. En 1734, el futuro Carlos III, que reinaba sobre los estados italianos apenas cumplida la mayoría de edad, marchó sobre Nápoles y se hizo con ella tras la batalla de Bitonto. En aquella campaña figuraban ya, venidos desde España, los ingenieros militares Juan Antonio Medrano y Roque Joaquín de Alcubierre.

Una vez asentados, los españoles realizaron magnas construcciones como el teatro de San Carlos y el Palacio Real de Portici, en las faldas del Vesubio. «Durante estos trabajos comenzaron a oír rumores de la población acerca de unos tesoros en la zona», relata García Varo. Alcubierre y Medrano escribieron al rey Carlos, que les autorizó a excavar en lo que era Herculano. El objetivo era rescatar tesoros para las colecciones personales del monarca.

Teatros de Pompeya vistos desde arriba con un dron, con el Vesubio al fondo. | Wikimedia Commons

«La arqueología como ciencia no existía; básicamente, las personas con más poder o dinero y afán de coleccionismo buscaban objetos exóticos y raros para sus palacios», explica el autor a THE OBJECTIVE. Junto a diez trabajadores (llegarían a ser cuarenta, muchos de ellos esclavos), Alcubierre descendió por pozos con polea y cuerdas para ir desentrañando los misterios de la vieja villa romana. Emergieron ricos mármoles y estatuas, columnas y pinturas de gran calidad. 

Alcubierre y los suyos excavaron también en Pompeya y Estabia a lo largo de los años, exponiéndose al reuma debido a la humedad de las estrechas galerías. Los franceses del ejército de Napoléon y los Borbones de las Dos Sicilias continuarían en el siglo XIX los trabajos. Para entonces, la figura de Alcubierre había sido ‘sepultada’. Marcello Venuti, jefe del Museo Farnesiano de Carlos III, ya se había arrogado el mérito del hallazgo en su día, pero fue sobre todo el historiador y arqueólogo alemán Johann Joachim Winckelmann quien desacreditó el trabajo de los españoles. 

Herculano, vista del frente portuario. | Wikimedia Commons

«Hubo una especie de caso de egos y envidia -explica García Varo-. Al ver la repercusión de los hallazgos, Winckelmann intentó acceder a las excavaciones y no le dejaron, por lo que emprendió una campaña difamatoria contra Alcubierre, a quien acusaba de estar alterando los hallazgos». Este profesor de Historia y escritor asume que los trabajos de Alcubierre son «pre-científicos», antes de que la arqueología existiera como disciplina. «Era un pionero y no tenía un modelo que seguir, de ahí sus errores», añade.

Su legado cayó en el olvido y la historiografía, escrita desde Francia o desde Alemania, se ha ocupado poco de su figura. Con todo, Herculano y Pompeya ya habían salido a la luz en el periodo de dominación española de Nápoles y las siguientes décadas y siglos asistirían al desvelamiento de dos ciudades inimaginables crecidas y demolidas por un volcán que, curiosamente, permitió preservar sus restos de manera inmejorable.  

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