Gary J, Shipley: «Cada vez es más complicado ser genuinamente bizarro»
«’Los inamovibles’ es una novela de terror filosófico sobre el luto. El vanguardista autor inglés, Gary J. Shipley, escribe a medio camino del pulp, el bizarro y el body horror»
¿Qué sucedería si los muertos reaparecieran inamovibles por todo el hogar? Imposibles de arrancar, difíciles de ocultar… ¿Acaso no es el luto un tipo de omnipresencia? Esa es la tesis de la obra de terror y bizarro Los inamovibles de Gary J. Shipley publicado por Holobionte, una editorial especializada en filosofía de vanguardia, lo que de alguna manera nos advierte del carácter polivalente de la historia de horror.
A medio camino entre el slime de las películas del director Alex Garland y el body horror del famoso mangaka Junji Ito, la narración secuestra al lector empleando técnicas pulp para hablar en distintas intensidades sobre luto y tecnología, hasta donde quiera pervertir el lector la historia de estas estatuas de muertos que alimentan de limo a sus sucesores cambiando su fisiología.
Ya en la introducción el autor Thogdin Ripley nos aclara que «las obras de Shipley a menudo se centran en lo que sucede cuando se ha alcanzado el punto de saturación, lo que hay más allá de más allá, lo que ocurre cuando lo que debería detenerse simplemente no lo hace. Frecuentemente sus motivos novelísticos se combinan con una deconstrucción del lenguaje, con un instinto filosófico nato para la extrapolación la falta de lógica casual; una especie de «ruido blanco» que se ve y se percibe como la realidad, y que comparte con esta muchos de sus componentes y procesos, pero que al mismo tiempo es algo abrumador y aterradoramente distinto».
«Durante un año, todos los días, contempló cómo crecían las piernas en las axilas de sus hermanitas. Cada vez que las veía junto a la puerta del frigorífico le hacían pensar en dos terneros blancos recién nacidos, con aquellas extremidades colgándoles que por algún error de nacimiento habían sido solo dos»
Gary J. Shipley (1972) tiene fama de ser surrealista durante sus entrevistas, es editor de Schism Press y autor de narrativa experimental como Terminal Park (2020) o Warewolff! (2017). También es licenciado por el King’s College de Londres y doctor por la Universidad de Nottingham, ambos en Filosofía, y ha enseñado Filosofía en la Universidad de Kent. Su monografía sobre Baudrillard, Stratagem of the Corpse (2020), está disponible en Anthem Press y Cambridge Core. Ha publicado en numerosas revistas literarias, antologías y publicaciones académicas.
Un perfil liminal
Cuando conectamos Shipley y yo inmediatamente me informa de que suele evitar las entrevistas pero que está haciendo una excepción. Aprovecho la oportunidad para verter mis preguntas, de las que primeramente aprendo que durante las dos semanas que tardó en acabar el primer borrador tuvo instalado en casa el montaje de una mujer desplomada en el pasillo incapaz de moverse o de que la movieran.
Está claro por la velocidad y la metodología que se trata de un autor de bizarro, corriente literaria alrededor de la zona de Portland encabezada por Carlton Mellick III en las que se escribe rápido con la intención de sorprender con cortes surrealistas al lector. De hecho el original de esta historia fue publicado en la editorial de referencia Eraserhead Press. Charlando del bizarro le pregunto si el género está en declive a lo que Gary me responde que «cada vez es más complicado ser genuinamente bizarro, pero eso no es necesariamente una cosa mala».
«Ya no nos era posible sentir tristeza. Aquella palabra había perdido casi todo su sentido y si nuestras cuerdas vocales hubieran podido pronunciarla sólo habría sido un sonido, el antisemántico chillido de un animal desconocido en mitad de un dolor incognoscible»
Charlamos por supuesto también del resto de influencias literarias que lo hacen tan particular, como podrían ser Lispector o Kafka, o la propia filosofía. Al preguntarle sobre el body horror me responde que le parece una etiqueta pleonástica que se encuentra en el corazón del pesimismo filosófico, doctrina a la que se adhiere. Ahí me quiere sonar enormemente la influencia de autores de horror cósmico como Thomas Ligotti y filósofos de la sospecha.
Concreta que en el libro quería hablar «de la idea de un duelo generalizado hecho carne un medio para explorar la presencia física cambiante de la pérdida, un agotamiento universal particularizado como experimento». Su experimento literario funciona como un reloj preciso. Finalmente, sobre los relatos apunta que «es de esperar que los relatos refuercen la noción de que las abstracciones y el mundo y las palabras utilizadas para describir su fusión pueden engendrar mutaciones estéticamente satisfactorias y dignas de escrutinio».