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'El exorcista: creyente': Regan se retuerce de nostalgia

La secuela de la obra original se desinfla a mitad de la trama y es menos transgresora

‘El exorcista: creyente’: Regan se retuerce de nostalgia

Imagen de la película.

Se dice que en Hollywood hay guiones que los directores deben evitar para no caer en desgracia: los que tengan a niños o animales como protagonistas. Tal vez ahora que andan en hora bajas, se sumaron los de superhéroes. Yo agregaría un ítem: los exorcismos. El exorcista (1973) puso el listón muy alto. Y se hace todavía más difícil salir airoso si la idea es beber de la obra del maestro William Friedkin. Muchos lo han intentado y todos han fracasado.

Ya van siete productos derivados de la cinta que ganó dos premios Oscar e hizo famosa a Linda Blair. Esto incluye una serie de televisión de dos temporadas que pocos recuerdan. Incluso hay una comedia, Reposeída, protagonizada por Leslie Nielsen y la propia Blair, lo cual habla del abuso del icónico personaje que levita sobre la cama y vomita garbanzos podridos. Entonces, ¿por qué se sigue insistiendo en aumentar la saga? Pues porque los derivados siempre parten con ventaja en la taquilla.

El exorcista: creyente es la última apuesta por extender el universo de Regan, Karras y compañía, ahora bajo las riendas de David Gordon Green. A pesar de que el director ha mostrado cierta sensibilidad para desarrollar algunos personajes -pienso en Joe (Nicolas Cage) por ejemplo-, la realidad es que Green no ha logrado sobresalir al meter sus narices en el género del terror, después de haber cumplido con la comedia. Por ejemplo, Halloween: la noche final, cierre de la nueva trilogía, es un verdadero terror, pero por mala.

De hecho, Green siempre será recordado por Superfumados (Pineapple Express). A menos que seas un gran amargado, resulta muy divertido ver a Seth Rogen y su patota hacer bobadas risibles. Pero de aquel director que maravilló al mundo con George Washington (mejor ópera prima en el Círculo de Críticos de Nueva York), no hay rastro. Es más, obviando la sensiblera Stronger (basada en la historia del famoso superviviente del maratón de Boston, Jeff Bauman), no ha firmado títulos que realmente hayan impactado a la audiencia y la crítica en las últimas dos décadas.

Sin embargo, parece que Gordon Green le ha agarrado el gustico al terror y hay que aguantarlo. Después de experimentar con Halloween, será el productor ejecutivo de la serie para televisión (y seguro que dirigirá algunos episodios) de Hellraiser, un clásico para cualquier fanático del género. Además, debemos esperar dos nuevas cintas derivadas de El exorcista… si es que sobrevive a la película que estamos analizando en cuestión.

El terror en tiempos de progresismo

Desde un principio, queda muy claro que David Gordon Green se aleja en tono y forma de la película de 1973, aunque pretende ser una secuela directa, obviando las anteriores entregas. Es más, los primeros compases de El exorcista: creyente resumen lo mejor de la película. No son novedosos, eso sí. Muchas cintas de found footage, posesiones y exorcismos pasan primero por ese tono documental para poner en contexto los cambios físicos que la o las víctimas muestran. El exorcismo de Emily Rose no tiene competencia en este sentido. 

Pero después de la introducción y  establecida la «infección», por ponerle un nombre al padecimiento de las dos niñas que protagonizan sin pena ni gloria, la cinta El exorcista: creyente entra en un declive acelerado y esto incluye a dos personajes que regresan de la película original. Son casi cameos metidos con la sutilidad de un soplete. Están allí para que el público recuerde que hay una conexión con la cinta de Friedkin, que, como se sabe, usa el libro de William Peter Blatty.

Dicho lo anterior, uno de esos personajes dice una frase sobre «el patriarcado» que no tiene ton ni son y ni siquiera se ajusta a la realidad, lo que confirma la debilidad del guion. Por otro lado, los demonios o la entidad que se apodera de los cuerpos de las dos pequeñas parecen los más inocentes en la historia del género. Es increíble, pero con tantas décadas de diferencia, la versión actual es más pacata que su predecesora. Queda bastante claro que Universal Pictures y Blumhouse no querían llamados a boicots por una masturbación con crucifijos en la sala.

Y no se trata solo de efectismos. El gran acierto de la película original era que Linda Blair (Regan) podía trasmitir inmensa ternura cuando manifestaba su sufrimiento, pero a la vez daba terror cuando el demonio se manifestaba desde sus entrañas. Esta dualidad no está presente en la obra de Gordon Green. Incluso, como espectador, no consigues empatizar con las poseídas y, por lo tanto, si se salvan o no termina siendo anecdótico.

En la obra de Friedkin sentimos hasta el extremo el dolor que Regan padece, en cambio aquí somos simples espectadores de una posesión que termina en fuegos pirotécnicos y muertes aleatorias. Incluso, mientas la original dejaba un montón de subtextos sobre el sexo, la moral y la fe, aquí parece haber cierto mensaje en contra del aborto. Por los tiempos que corren, estas cosas no parecen casuales.

¿Podrá Gordon Green superar este patinazo y terminar su trilogía sobre exorcismos? El tiempo lo dirá y, sobre todo, la taquilla. No obstante, hay algo que queda muy claro después de ver esta nueva entrega: ninguna batalla contra el demonio será tan terrorífica como aquella que protagonizaron los padres Merrin (Max von Sydow) y Karras (Jason Milller).

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