La guerra Tebas-Rubiales se traslada del fútbol masculino al femenino
Los palos en las ruedas de la RFEF para la nueva competición profesional femenina evidencian que un nuevo capítulo de este conflicto está servido
Ni Real Madrid-Barça, ni Sevilla-Betis, ni Real Sociedad-Athletic. La gran rivalidad del fútbol español es la existente entre Javier Tebas, presidente de LaLiga, y Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Esta enemistad pública, que lleva años copando titulares por los diferentes enfrentamientos acontecidos en el seno de ambas entidades futbolísticas –las más importantes de nuestro país–, se traslada ahora a un mercado emergente: el del fútbol femenino.
La primera liga profesional del deporte femenino español ya es una realidad: la Liga F (nombre comercial de la Liga Profesional de Fútbol Femenino, LPFF) echó a andar el pasado fin de semana. Lo hizo con retraso, como ya sabrán nuestros lectores, por la famosa huelga de las árbitras, que obligó a iniciar la competición en la segunda jornada. La razón de ese retraso, una mucho más profunda que el descontento –razonable o no, eso ya lo dejamos a juicio de cada uno– de las colegiadas es, precisamente, la guerra abierta entre Tebas y Rubiales. Una guerra que se cuela en medio de otro gran conflicto: el abierto entre un grupo importante de futbolistas de la Selección española y el seleccionador Jorge Vilda.
Mucho antes de que se pusiera en marcha oficialmente esta nueva liga profesional –empeño, en su día, de la expresidenta del Consejo Superior de Deportes (CSD), Irene Lozano–, el fútbol femenino español estaba en manos de un único actor: la RFEF. El ente presidido por Rubiales organizaba todas las competiciones nacionales, desde la Copa de la Reina –algo que, como en el caso de la Copa del Rey del masculino, sigue siendo competencia suya– hasta la extinta Primera Iberdrola, pasando por todas las categorías inferiores. Era su cortijo hasta que llegó la competencia.
Beatriz Álvarez y su sintonía con Javier Tebas
El punto de inflexión en este tentáculo de la guerra entre liga y federación fue la elección de Beatriz Álvarez como presidenta de la nueva liga profesional femenina. Le acompañaba en el ‘ticket’ Rubén Alcaine, por entonces presidente de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF). Fue en el mes de mayo del presente año cuando la dirigente asturiana fue escogida de forma provisional para el cargo, aunque más tarde la elección se hizo definitiva.
Álvarez, con una trayectoria profesional avalada –es un referente por haber creado, impulsado y coordinado la primera escuela de fútbol femenino asturiana, además de exfutbolista, expresidenta de un club y exdirectora general de Deporte del Principado de Asturias–, no era la única en liza.
En un principio, había tres candidaturas: la que encabezaban la exportera internacional y del Athletic Club Ainhoa Tirapu junto a Dolores Martelli, exdirectora de Fútbol Femenino de la RFEF, bajo el nombre de ‘Unidas por el Fútbol’, la de María Teixidor, principal responsable del fútbol femenino del FC Barcelona entre 2015 y 2020, y Reyes Bellver, y la de Beatriz Álvarez. Esta última venció y, aunque ella misma ha negado en varias ocasiones tener relación alguna con Javier Tebas ni con la entidad que él dirige, a nadie escapa que esta era la opción preferida del presidente de LaLiga.
Muestra de ello es la presencia del propio Javier Tebas en la presentación de la nueva liga el pasado 6 de septiembre, presencia precedida por un acuerdo comercial «histórico» entre ambas instituciones. La entidad presidida por Tebas se convertía entonces en agente exclusivo de todos los derechos y activos comerciales y de patrocinio del fútbol profesional femenino durante las próximas cinco temporadas. Con el contrato firmado entre ambas partes, LaLiga es ahora la encargada de comercializar el title sponsor de la competición, el balón oficial, así como todo tipo de patrocinios oficiales y licencias de la competición. Un caramelito.
Tebas, además, ha abordado el conflicto abierto entre la RFEF y la Liga F de manera pública. Lo ha hecho con palabras contundentes, culpando a la Federación de Luis Rubiales de no «entender» las competencias de las ligas profesionales ni «cómo está organizado» el fútbol español. «El fútbol femenino ya es una liga profesional, tiene sus competencias establecidas. Si no se entiende cómo está organizado el fútbol español, y las normas que hay, pasan estas cosas. Insisten en algo que en la Liga masculina ya nos han dado la razón, ahora insisten con la Liga femenina», llegó a aseverar.
Beatriz Álvarez, por su parte, insiste en el concepto de «independencia» cada vez que tiene ocasión. En una entrevista con Ramón Fuentes en THE OBJECTIVE, aseguró: «La Liga F tiene un valor y esto se refleja en el interés del mercado. Me encantaría que las relaciones [con la RFEF] fuesen otras, que asumiesen nuestra independencia».
Sobre su relación con LaLiga de Javier Tebas, Álvarez la definió como una «ayuda» que le presta con su acuerdo comercial: «LaLiga tiene llegada a todo el mercado y empresas vinculadas al deporte y al fútbol y nadie mejor que ellos para que nos ayuden a dar este salto». «Hay ciertos paralelismos pero somos dos entidades independientes», recalcó. Independientes, aunque la sintonía con unos es más que palpable, mientras que la antipatía hacia los otros también es pública y notoria.
Los «palos en las ruedas» de Luis Rubiales a la nueva liga de fútbol femenino
Si vamos a lo concreto, nos encontramos con muchos «palos en las ruedas» de la RFEF a la puesta en marcha de la liga femenina profesional.
El sorteo del calendario de la Liga F ya fue un punto de conflicto antes, incluso, de que la Liga F tuviera este nombre. En agosto, el CSD –ente gubernamental que tiene la obligación de intermediar entre las partes– requirió a la recién creada liga femenina y a la RFEF que ejecutaran de «forma coordinada» el sorteo. Anulaba, de esta forma, las respectivas convocatorias de sorteos realizadas, por separado y sin consenso, por ambas partes. Finalmente, ese tanto se lo pudo anotar sobre todo Rubiales, ya que el sorteo tuvo lugar en las instalaciones de la Federación, en Las Rozas. Eso sí, de forma coordinada con la Liga F, y con un ridículo del que ya hablamos en estas mismas páginas.
Además del sorteo, ha habido disputas por el balón oficial de la competición, los parches de las camisetas… Un sinfín de problemas con los que la RFEF ha intentado ‘boicotear’ esta primera liga profesional femenina de fútbol, la primera que no depende del ente presidido por Rubiales.
El conflicto de las árbitras, huelga mediante, parecía la guinda del pastel. Las colegiadas, que aunque no dependen de la Federación sí tienen una vinculación especial, decidieron parar en reivindicación de unas condiciones laborales y salariales ante a una situación que denunciaban que era indigna. Finalmente, y tras retrasar el inicio de la competición, pusieron fin a su huelga, eso sí, tras pactar un salario superior al mínimo de las jugadoras. Las colegiadas principales cobrarán 35.000 euros anuales y las asistentes 18.000, por lo que –teniendo en cuenta que en el caso de las jugadoras, estas tienen un salario mínimo es de 16.000 euros al 75%– habrá muchas futbolistas cobrando menos dinero que las árbitras. Una anomalía, en definitiva.
El último capítulo: una gran crisis abierta en la Selección femenina
Y el último reflejo de esta guerra abierta en el seno del fútbol femenino español es el que ha surgido en las últimas semanas y que ha vivido su gran eclosión en las últimas horas: 15 jugadoras del combinado nacional dirigido por Jorge Vilda han renunciado a jugar con la Selección mientras este siga al frente. Semanas antes, en plena concentración de la Selección en Las Rozas, ya se filtraron a la prensa los problemas de gran parte de la plantilla con el entrenador nacional.
Estas jugadoras son Patri Guijarro, Mapi León, Sandra Paños, Aitana Bonmatí, Claudia Pina y Mariona Caldentey (FC Barcelona), Lola Gallardo y Ainhoa Moraza (Atlético de Madrid), Amaiur Sarriegi y Nerea Eizagirre (Real Sociedad), Laia Aleixandri y Leila Ouahabi (Manchester City), Ona Batlle y Lucía García (Manchester United) y Andrea Pereira (Club América). En esta lista no está ninguna de las muchas futbolistas del Real Madrid que acuden regularmente a la llamada de la Selección, ni tampoco Alexia Putellas –lesionada–, ni Irene Paredes –capitana del equipo que estuvo más expuesta a los medios en la última convocatoria–. Eso sí, ambas apoyan el paso de sus compañeras.
«Por la presente les informo que debido a los últimos acontecimientos acaecidos en la selección española y la situación generada, hechos de los cuales son ustedes conocedores, están afectando de forma importante a mi estado emocional y por lo tanto a mi salud. Debido a todo ello, actualmente no me veo en condiciones de ser jugadora seleccionable para nuestro equipo nacional y por este motivo solicito no ser convocada hasta que esta situación no sea revertida», rezaba el correo remitido por las jugadoras a la RFEF.
Antes de la Eurocopa de Inglaterra, la RFEF anunció un acuerdo «histórico» por el que se ‘igualaban’ las condiciones del combinado masculino y del femenino. Las dos selecciones tienen ahora las mismas condiciones en las concentraciones y los mismos criterios de reparto de los premios de la UEFA y la FIFA. Un acuerdo para el que se esperaban sonrisas por doquier, aunque la que más relució fue la de Luis Rubiales.
¿Es el conflicto de algunas de las mejores jugadoras españolas y la Federación un hecho aparte o tiene que ver con la guerra abierta entre Tebas y Rubiales? Parece algo aparte, aunque no es difícil imaginar al presidente de LaLiga disfrutando con todo lo que estamos viviendo. Sea como fuere, ninguno de estos conflictos beneficia a lo único que debería importar: el crecimiento de un deporte tan bonito como el fútbol femenino.