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Alexia Putellas, el fútbol no es cuestión de género

Con este perfil de la mejor futbolista del mundo arranca el especial ‘LOS 10 DE 2021’, una serie de THE OBJECTIVE sobre los diez personajes del año

Alexia Putellas, el fútbol no es cuestión de género

Alexia Putellas. | Gráfico: Erich Gordon

«Allí donde estés, esto es para ti, papá». Así terminaba su discurso al recoger el Balón de Oro la mejor futbolista del mundo, Alexia Putellas (Mollet del Vallès, Barcelona; 1994). No era un Balón de Oro cualquiera, era el primero del fútbol femenino español, y el segundo del fútbol nacional –incluyendo a hombres y mujeres– tras el de Luis Suárez en 1961. Seis décadas de diferencia entre ambos galardones, los más prestigiosos del deporte rey mundial y otorgados anualmente por la revista France Football.

Alexia Putellas recoge su Balón de Oro en el teatro Châtelet de París. | Foto: Henri Szwarc (Europa Press)

Entre la dedicatoria en el teatro Châtelet de París y el fallecimiento del padre de Alexia, Jaume Putellas, en 2012, han pasado muchos años. No tantos como entre los dos únicos balones de oro de nuestro fútbol, pero sí un mundo si nos fijamos en la trayectoria no solo de Alexia, sino del fútbol femenino en general. De un deporte aficionado a la profesionalización, de una visibilidad anecdótica a copar (todavía insuficientes) portadas de los principales diarios deportivos del país. En menos de una década, el salto del fútbol jugado por mujeres en España ha sido espectacular. Y ese salto, lo quiera ella o no, lo lidera Alexia Putellas.

Los comienzos: la excepción que confirma la regla

Alexia no tuvo que jugar con niños. Sí lo hizo, claro, en el patio de su colegio, en Mollet del Vallès, una ciudad dormitorio de la provincia de Barcelona que cuenta con algo más de 50.000 habitantes censados. De hecho, allí era la única niña con un balón entre los pies. Pero el primer equipo con estructura en el que jugó fue el C.E. Sabadell, que por aquel entonces sí contaba con equipo femenino. No era lo habitual ni en los 90 ni en la primera década de este siglo. De hecho, la propia Alexia ha reconocido en diversas entrevistas que es una rara avis en este sentido. La mayoría de compañeras con las que se ha encontrado en su carrera, ya sea en la Selección o en los diferentes clubes en los que ha militado, no tuvo la oportunidad de empezar a jugar directamente con niñas. Su caso es la excepción que confirma una regla que ya no se aplica, y es que el aumento de niñas y adolescentes federadas en la última década ha permitido la proliferación de equipos femeninos a lo largo y ancho de la geografía española.

A la posibilidad de jugar con otras niñas se sumó «la suerte» –en sus propias palabras– de contar con una red de apoyo familiar que nunca le cuestionó la práctica de un deporte que por entonces era todavía cosa de hombres. Todo lo contrario, de hecho fueron sus padres –especialmente su progenitor– quienes empujaron para que su hija disfrutara haciendo lo que más le gustaba. No tuvo que remar a contracorriente. Sí reconoce que aquello supuso un sacrificio, no para ella –que estaba exactamente donde quería–, pero sí para su familia, que la acompañó kilómetros y kilómetros en carretera, por los campos de toda Cataluña, y que tuvo que hacer un esfuerzo extra para que rodara el balón entre sus pies. Sin este apoyo, sin su pilar, quién sabe si podríamos estar hablando hoy de que la mejor futbolista del mundo es española y se llama Alexia Putellas.

Alexia Putellas, de niña y en el Camp Nou. | Foto: RRSS

Tras su paso por el Sabadell, con 12 años entró en el que siempre ha sido el club de sus amores, el FC Barcelona, de donde tuvo que salir tan solo un año después por el cambio de rumbo de la nueva directiva. Con su edad todavía no podía vestir la camiseta azulgrana, lo que le forzó a militar en las filas del rival por excelencia en la ciudad, el Espanyol, donde emprendió un viaje sin retorno. Pasó de ser niña a jugar con mujeres. De ahí, al Levante, donde con solo 16 años se consolidó, tanto que el Barça volvió a fijar su mirada en ella para ya nunca más apartarla.

Referente en la sombra

Antes de volver a vestir azulgrana, Alexia Putellas formó parte de un grupo de chicas que despuntó e ilusionó con la camiseta de España. Con la Selección sub-17, que contaba entre sus filas con jugadoras de la talla de Lola Gallardo y Amanda Sampedro –que ahora militan en el Atlético de Madrid– o Ivana Andrés –actual capitana del Real Madrid–, Alexia ganó dos campeonatos europeos consecutivos. Fue en 2010 y 2011. Ahí, la ahora mejor jugadora del mundo se dio cuenta de que algo especial estaba ocurriendo, que el fútbol femenino en España tenía una proyección ascendente. Y ella no quiso perdérselo.

Todos estos logros no se entienden sin el tesón de aquellas jóvenes futbolistas. Particularmente el de Alexia, que no solo es futbolista sino que es una auténtica apasionada del fútbol, dedicando horas a ver partidos, a analizar el juego, aprendiendo y prácticamente soñando con el balón. Sin ese tesón, por un lado, y sin esa pasión, por el otro, no se entendería el progreso de este deporte. Las condiciones en las que se desarrolló el fútbol que ahora vemos en las botas de Alexia y tantas otras fueron de todo menos idóneas: entrenamientos a última hora de la tarde-noche, una complicada conciliación laboral o académica, horas en campos que parecían lodazales… Y muy poca gratitud y visibilidad por parte de una sociedad que todavía no conocía el fútbol femenino.

Alexia Putellas en un partido de clasificación del Mundial de 2023. | Foto: Joaquin Corchero (Europa Press)

Otra de las suertes de Alexia es que recabó en un club que decidió apostarlo todo por el femenino en un momento en el que aquello no era algo evidente. Cuando en 2015 el FC Barcelona profesionalizó la sección femenina, la presencia de las mujeres en las crónicas deportivas centradas en esta disciplina era anecdótica en España. Nos llegaban los triunfos, de vez en cuando, de la Selección estadounidense y de alguna otra. Poco más. No obstante, el Barça fue visionario y supo dar un salto adelantado gracias, en parte, a una base y una cantera que llevaba años construyendo en su sección femenina.

En ese Barça profesionalizado, las futbolistas pudieron desarrollar su profesión con la dignidad y los recursos suficientes para avanzar. Y allí recabó una joven Alexia, que no era la jugadora que vemos hoy en el campo ni el referente que es hoy en el vestuario, pero que tenía toda la banda libre para progresar. Año a año, aquel Barça se hizo fuerte y aquella Alexia, que todavía estaba en la sombra, empezó a sobresalir.

2021, la confirmación de un sueño trabajado

Los números de Alexia asustan. Sobre todo a las rivales. En la temporada 2020-2021, marcó con el Barça 26 goles en 44 partidos. Una estadística que, siendo centrocampista, cobra mayor importancia.

Este año 2021 ha sido la confirmación de un sueño trabajado. El FC Barcelona, en su segunda final de Champions, lograba llevarse la copa ante el Chelsea de Sam Kerr –que años atrás pedía «competitividad»– por goleada: 4-0. El camino, claro, no había sido fácil. Dos temporadas antes, el Barça caía en la final de la máxima competición continental contra el Olympique Lyonnais. También por goleada: 4-1. Fue cuando Kerr pidió aquella «competitividad». Tras aquella derrota, un jarro de agua fría, las capitanas azulgranas –Vicky Losada y, claro, Alexia Putellas– se reunieron con su entrenador, Lluís Cortés, para pedirle mayor exigencia. Más trabajo. Un esfuerzo extra para hacer historia y convertirse en el primer equipo español en ganar una UEFA Women’s Champions League. Y lo lograron.

En 2019-2020, el Barça no llegó a la final, cayendo en semis por un ajustado 1-0 ante el Wolfsburgo alemán. Uno de los cocos europeos. Ahí, tras el partido, Alexia acuñó una frase ya legendaria en el mundo del fútbol femenino: no hi ha distància. Ya no había distancia y un año después, el equipo capitaneado por su líder Alexia Putellas se hizo con la Champions, que completaba un triplete histórico junto con una Liga sin rival y una Copa de la Reina. Lo ganaron todo.

Alexia Putellas y Jennifer Hermoso, las dos mejores jugadoras del mundo, firman autógrafos en un partido en Estados Unidos. | Foto: Daniela Porcelli (Zuma Press)

Estos triunfos allanaron el camino hasta el teatro Châtelet de París, donde Alexia Putellas levantó el primer Balón de Oro de nuestro fútbol femenino, el mayor premio individual de este deporte. «Este es un premio individual, pero sin duda es un éxito colectivo», pronunció en su discurso ante una emocionada Jennifer Hermoso –que quedó segunda en la votación de France Football–. Un éxito colectivo contra viento y marea.

Del patio del colegio en Mollet al Camp Nou, pasando por campos de tierra o de hierba artificial. De los kilómetros y kilómetros recorridos entre su casa y Sabadell para poder jugar con otras niñas, al Balón de Oro. El de Alexia Putellas, una futbolista desequilibrante, determinante y mágica con la pelota a sus pies, no ha sido un camino fácil. El trayecto continúa y la próxima parada es su mayor obsesión: ganar con España la Eurocopa de Inglaterra en 2022. Una obsesión que es ya la gran ilusión de los futboleros de un país que empieza a entender que este deporte no es cuestión de género.

Los referentes de Alexia en el campo fueron los Rivaldo, Xavi y compañía. Fuera de él, su padre, Jaume. Y aunque él no lo pueda ver, al menos en este lado de la vida, ella es ahora la referente de los niños y las niñas que sueñan con vivir de darle patadas a un balón. Cuánto ha cambiado esta historia y cuánto le queda por cambiar.

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