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Telefónica es la 'teleco' más expuesta a una opa hostil: 5.000 millones bastan para controlarla

La operadora cierra la jornada del martes con un valor bursátil de 24.020 millones de euros, uno de los más bajos del continente

Telefónica es la ‘teleco’ más expuesta a una opa hostil: 5.000 millones bastan para controlarla

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, en una imante de archivo. | Agencias

Telefónica es en estos momentos la operadora de telecomunicaciones europea más expuesta a una eventual opa hostil que buscase tomar el control de la compañía. Los datos indican que la española es la segunda con menor valor bursátil de todas las grandes del continente con apenas 24.020 millones de euros de capitalización al cierre de la sesión de este martes.

Las fuentes consultas por THE OBJECTIVE indican que en base a su actual valor bursátil harían falta solo 5.000 millones de euros (equivalentes al 20% del capital) para adquirir una posición de control que hiciese frente al actual pacto entre CaixaBank (6% si se suma el 1,3% de Criteria) y BBVA (4,96%) que apoya la gestión del presidente ejecutivo José María Álvarez-Pallete.

Un verdadero «precio de saldo», según los analistas consultados por este medio que sería suficiente para asumir la gestión de una de las mayores empresas españolas y con activos clave para la digitalización de la economía que quiere emprender el Gobierno y la Unión Europea.

La única operadora con una valoración inferior que Telefónica es paradójicamente Telecom Italia (TIM), compañía que a finales de noviembre recibió una opa del fondo estadounidense KKR por 10.800 millones de euros. El actual valor de TIM en la Bolsa de Milán es de 8.174 millones de euros tras un crecimiento del 15% desde la presentación de la oferta. En el caso de British Telecom, su valoración es casi idéntica a la de la española.

Telefónica se ‘borra’ de las fusiones

La debilidad de Telefónica llega en medio de un baile de fusiones y adquisiciones en el sector telco que se podrían concretar en pocos meses y en varios puntos del continente. A la mencionada de TIM se suma la posible fusión entre Vodafone e Iliad para constituir un gigante con el 36% del mercado móvil en Italia y unos ingresos combinados de 6.000 millones de euros.

Vodafone también ha movido ficha en Reino Unido donde explora una integración con Three para competir con los dos gigantes nacidos de la unión entre British Telecom y EE en 2018 y O2 (Telefónica) y Virgin en 2021. Este mercado es el que se está moviendo de manera más acelerada aunque por el momento solo con operaciones dentro de sus fronteras.

Unas fusiones ante las que Telefónica ha renunciado a ser un actor protagonista, pero sin el suficiente tamaño como para blindarse ante posibles arremetidas de otras compañías europeas o fondos de inversión extranjeros. Una posición peligrosa que al calor de los últimos movimientos parece difícil de sostener por mucho tiempo.

En las últimas reuniones con analistas y con bancos de inversión, los directivos de Telefónica han dicho que el proceso de integraciones es necesario para el sector y que es una buena manera de que baje la presión competitiva. Pero el CEO de la operadora, Ángel Vila, reconoció en la reunión anual TMT de Morgan Stanley que no tenían ningún plan en marcha y que, por el momento, solo actuarían como facilitadores.

Mercados estratégicos

Un postura que se consolida después de que Telefónica haya logrado la estabilidad en sus mercados estratégicos. En España es el principal actor y sin nadie que pueda hacerle sombra; en Reino Unido ha cerrado la fusión con Virgin para discutir el histórico primer lugar a British Telecom; y en Alemania ha cerrado una joint venture con Allianz para poner en marcha el despliegue de fibra óptica. En el caso de Brasil está a la espera de la resolución del regulador para repartirse con sus competidores los activos de OI.

Sin embargo, analistas del sector advierten de que en procesos históricos como éstos se echa en falta la antigua proactividad de Telefónica que les llevó a convertirse en una de las grandes operadoras de telecomunicaciones del mundo. Con una deuda reducida a la mitad -26.000 millones- muchos expertos no entienden cómo la compañía no apuesta ahora por un nuevo ciclo expansivo.

Una pasividad inversora que contrasta con la proactividad del resto de grandes telecos europeos y la voracidad de los fondos de inversión por adquirir activos de las operadoras. Vodafone ya ha dejado claro que quiere ser parte activa de las fusiones; mientras que Deutsche Telekom (DT) podría negociar un acuerdo con Cellnex para explotar sus torres de telecomunicaciones.

Precisamente DT -con un valor bursátil de más del triple que Telefónica- ha sido históricamente uno de sus mayores riesgos. Durante estos últimos tres años ha surgido de manera intermitente el rumor de que tiene interés en hacerse con la mayoría de la compañía española: sus sinergias en Alemania y la posición privilegiada de Telefónica en Reino Unido y España serían un buen trampolín para que los alemanes se conviertan en la mayor teleco del continente.

Escudo antiopas

A esto hay que sumar la abundante liquidez que hay en un mercado con tipos de interés que todavía se mantienen casi negativos y con gran interés por adquirir infraestructuras digitales. Telefónica tiene la mayor red de fibra óptica de Europa, razón más que suficiente para atraer a fondos que están comprando todo lo que se les pone por delante en Europa.

KKR es el más activo y ya ha demostrado que va a por todas tras ofrecer 10.800 millones por TIM y comprar MásMóvil por 3.000 millones hace dos años. Aunque hay otros fondos que podrían estar interesados. Hace exactamente tres años Elliot puso sus ojos en Telefónica, aunque la operación finalmente no cuajó porque los gestores lograron frenar la arremetida incluso antes de que se presentara formalmente.

Lo cierto es que pocas veces Telefónica había estado tan barata y con peor comparativa respecto de sus competidores continentales. La operadora tiene una capitalización de 24.020 millones, casi la misma que British Telecom, pero muy por debajo de los 78.420 de DT, los 40.794 millones de Vodafone, y los 26.960 millones de Orange.

CaixaBank y BBVA

Un escenario que deja a Telefónica a merced del Gobierno español. En noviembre se prorrogó el escudo antiopas del Ejecutivo hasta finales de 2022 para proteger empresas estratégicas, una acción de oro que convierte al Ministerio de Asuntos Económicos y a Moncloa en árbitro y juez para la entrada de eventuales inversores extranjeros.

Un colchón político con el que se sienten cómodos en Telefónica al calor de las buenas relaciones entre José María Álvarez Pallete y el presidente Pedro Sánchez. El problema es saber hasta cuándo durará este blindaje. Este diario ya informó de que el objetivo de Moncloa era mantenerlo sine die, aunque habría que ver si estas intenciones tienen encaje en la normativa comunitaria de libre circulación de capitales entre Estados miembros.

La otra interrogante que debe resolver Telefónica es la postura que tomarían sus principales accionistas ante la arremetida de una opa hostil. CaixaBank y BBVA atesoran más del 11% de la compañía y hasta ahora siempre se han mantenido fieles al actual núcleo de control.

Precio de la acción

Diferente es la posición de BlackRock que -con el 4,7% del capital- solo atiende a la rentabilidad a mediano plazo de sus inversiones. La propiedad de Telefónica está sumamente atomizada y su acción lleva cinco años sufriendo un gran castigo, lo que la hace muy vulnerable frente a una importante oferta de algún inversor externo. Miles de pequeños accionistas no dudarán en vender si se ofrece una buena prima por la venta de sus acciones.

Con este panorama la única salida para Telefónica parece ser la de intentar reforzar su cotización, una tarea que hasta ahora ha sido imposible para el equipo de Pallete. Cuando el actual presidente asumió en noviembre de 2016 la compañía cotizaba en 8,89 euros y hoy supera levemente los cuatro euros, un desplome del 51%.

Es verdad que eran otros tiempos, pero los analistas coinciden en que mientras la operadora no mejore su cotización sería difícil que pueda hacer frente a opas hostiles, en un año que puede marcar el futuro de las consolidaciones en todo el continente.

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