Midcat, el gasoducto que la UE no consideró rentable y con el que ahora sueña Alemania
Faltan por construir 226 kilómetros de tuberías desde Hostalric hasta Barbaira y España pide que sea Europa quien sufrague los gastos
El canciller alemán, Olaf Scholz, tiene una prioridad: que llegue más gas a Alemania. En este sentido, cada vez cobra más fuerza la idea de reactivar la construcción de la última fase del gasoducto Midcat, que conectará España con Francia y que se planteó como una extensión del Medgaz, que comunica la costa argelina con Almería.
El Midcat, que tenía como promotores a Enagás y a la compañía francesa Teréga, lleva años paralizado por su elevado coste y el bajo precio del suministro ruso. Faltan por construir 226 kilómetros de tuberías desde la localidad catalana de Hostalric hasta la francesa Barbaira y España pide que sea la Unión Europea (UE) quien sufrague los gastos.
La propia vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha asegurado que «la interconexión por los Pirineos catalanes podría estar operativa en ochos meses en la frontera sur», lo que obligaría a que Francia hiciera lo mismo en su parte del territorio para conectar el suministro de gas con el resto del continente. Fuentes de Enagás consultadas por THE OBJECTIVE afirman que es posible cumplir con el plazo que plantea Ribera, pero contando desde el momento en que se reactive la construcción.
En este sentido, la ‘lucha’ está ahora en quién lo financia. La titular de Transición Ecológica argumenta que debe ser la UE quien afronte el pago debido a que el gasoducto serviría para garantizar el suministro de países vecinos y para transportar en el futuro gas natural mezclado con gases renovables y, más adelante, hidrógeno verde.
Años parado por la oposición de Francia
En este sentido, confía en que la «emergencia energética» que vive la Unión Europea (UE) permita reanudar la construcción del gasoducto, que durante años ha estado encima de la mesa y no se ha desarrollado por la oposición de Francia. La titular de Transición Ecológica afirma que existen conversaciones «de alto nivel» y «en solitario» entre Madrid y París para estudiar su ejecución.
También insta a Alemania a sumarse y que así se allane el camino de la interconexión. En 2018, un informe elaborado para la Comisión Europea (CE) fue lo que paralizó la obra del Midcat al poner en duda su viabilidad económica por su alto coste, de unos 3.000 millones de euros.
Poyry, la consultora contratada por Bruselas para supervisar la primera fase del proyecto, apuntaba que el gasoducto solo sería rentable bajo un escenario con un mercado ajustado de gas natural licuado (GNL) ante un hipotético descenso de la exportación de gas desde Argelia a Europa.
Bruselas señala como «esencial» en el plan Repower EU, presentado a mediados de mayo, el hecho de que se construya una nueva infraestructura de gas entre España y Francia que en el futuro sirva para transportar hidrógeno verde desde África hacia Europa, pero sin mencionar de forma clara el Midcat.
En la actualidad, España solo cuenta con dos conexiones de gas con Francia a través del País Vasco y Navarra, que permiten entregar unos 8.000 millones de metros cúbicos (bcm) anuales, aproximadamente el 2% de la demanda europea del año pasado. El Midcat podría sumar otros 7.000 bcm al año.
Por otro lado, el canciller alemán también plantea la posibilidad de que se ponga en marcha un gasoducto que nazca en Portugal y llegue hacia el norte y centro de Europa a través de España y Francia. En Badajoz se encuentra, desde 1996, uno de los puntos de conexión entre las redes de transporte de gas natural española y portuguesa. El otro se sitúa en Tuy (Pontevedra) y comenzó a operar en 1998.
El primer ministro de Portugal, António Costa, no ha tardado en reaccionar a las palabras de su homólogo alemán. «Alemania puede contar al 100% con el compromiso de Portugal en la construcción del gasoducto. Hoy por el gas natural, mañana por el hidrógeno verde. Hasta entonces, el Puerto de Sines podrá utilizarse como plataforma logística para acelerar la distribución de GNL a Europa», ha subrayado en Twitter.
Nord Stream 2
Por otro lado, está el Nord Stream 2. Este es un gasoducto de 1.200 kilómetros que atraviesa el mar Báltico para transportar gas desde Rusia a Alemania. Se completó en septiembre del año pasado tras una inversión de unos 11.350 millones de dólares. La rusa Gazprom costeó la mitad y empresas como Shell y Engie están pagando el resto.
El país germano suspendió su certificación en febrero como represalia a invasión, pese a que podría asegurarse la llegada de 55.000 metros cúbicos de gas anuales. Este hace un recorrido paralelo al Nord Stream, en operación desde 2011. Ambos podrían suministrar 110.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año. En 2021, la Unión Europea importó 155 mil millones de metros cúbicos de gas natural de Rusia, lo que representa alrededor del 45% de las importaciones de gas de la UE y cerca del 40% de su consumo total de gas.
España también se plantea el envío de gas mediante barco a Livorno (Italia), al tiempo que Enagás, bajo su plan estratégico 2022-2030, prevé invertir 1.500 millones de euros en un gasoducto submarino que una el territorio nacional con el país transalpino. Así, si las autoridades europeas aprueban el plan conjunto del operador del sistema español con su equivalente al otro lado del Mediterráneo, este gasoducto transportaría 10.000 millones de metros cúbicos hasta 2039, para luego pasarse al hidrógeno ‘limpio’.
El país cuenta con casi un 30% de la capacidad de regasificación de Europa. En concreto, Enagás tiene plantas de regasificación en Barcelona, Cartagena y Huelva. Además, cuenta con el 50% de la Planta Bahía Bizkaia Gas (BBG), en Bilbao, y el 72,5% de la terminal de Saggas, en Sagunto. Por su parte, la de El Musel (Gijón), que nunca llegó a operar desde su construcción, ha recibido recientemente el visto bueno del Gobierno para su puesta en marcha.
Además, si se suma otro centro en Portugal, la península ibérica cuenta con una posición privilegiada frente a Francia, que solo tiene tres, y Alemania, que no tiene ninguno. Todas ellas disponen de la tecnología necesaria para la descarga y recarga de buques metaneros, pero la clave está en incrementar las interconexiones.
La ventaja de poseer plantas regasificadoras es tener una mayor independencia energética. Estas permiten importar GNL en barcos procedentes de cualquier país.También es cierto que este tipo de transporte es más caro debido a que el gas llega a 160 grados centígrados bajo cero en estado líquido para luego transformarlo a estado gaseoso.