Moncloa tendrá en sus manos vetar la entrada de Zegona en Vodafone
El Ejecutivo tiene muchas reticencias respecto de esta operación de adquisición de la compañía de telecomunicaciones
El Gobierno debe autorizar cualquier movimiento accionarial de relevancia en Vodafone en España. Las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE indican que una operación de venta como la que se negocia con Zegona necesariamente deberá pasar el filtro del Ministerio de Industria y del Consejo de Ministros, atendiendo a la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, en vigor desde julio de este año.
El problema -dicen las fuentes consultadas- es la reticencia que tiene el Ejecutivo con este tipo de operaciones. Este diario ya contó la semana pasada de que las dudas pasan por la entrada de fondos de inversión sin voluntad industrial en empresas de telecomunicaciones, por el temor de que éstas terminen deshaciéndose de las infraestructuras críticas claves en la actual digitalización del país. No se está de acuerdo con que la voluntad sea hacer negocios en el corto plazo y descapitalizar compañías consideradas claves en el futuro más inmediato de la economía.
De esta manera, si es que Zegona logra cerrar el acuerdo con Vodafone por los 5.000 millones de los que se ha hablado, deberán comenzar un largo camino para intentar convencer al Gobierno de que su interés en Vodafone es industrial y no especulativo. La actual Ley de Inversiones Extranjeras indica que cualquier empresa extranjera que quiera superar el 10% en una compañía estratégica -como son las telecomunicaciones- debe pedir una autorización que puede tardar un máximo de tres meses desde que se pide. Si no hay respuesta en este plazo, se asume el rechazo por silencio administrativo.
Estrategia de Zegona
Vodafone tiene una red de banda ancha con 10,4 millones de hogares, de los cuales 3,8 millones son de fibra óptica. Tiene además tres millones de clientes con internet de alta velocidad, quince millones de usuarios de móviles, una importante red de 5G y contratos claves con la Administración, tanto central como autonómica y local. Una situación que la convierte en una empresa clave para el Gobierno pese a ser el tercer actor del mercado de las telecomunicaciones y llevar una tendencia descendente de clientes.
Este diario también ha explicado los planes de Zegona, los que pasan fundamentalmente por adquirir la compañía al precio más bajo posible y luego despiezarla. Lo primero sería intentar ceder parte de su cartera de clientes de fibra óptica a Telefónica o a Orange para financiar la operación y posteriormente se intentaría hacer una venta de su red de banda ancha para lograr más liquidez. Su estrategia es clara y pasa por comprar, arreglar y vender (buy-fix-sell), algo que ya han hecho en Telecable y Euskaltel (sus dos anteriores inversiones en España).
Esto supone comprar recurriendo a financiación externa -a costa incluso de la propia empresa que están adquiriendo-, compartir el riesgo con potenciales socios, adelgazar lo que sea necesario para lograr rentabilidad en el corto plazo y salir de manera escalonada cuando se haya multiplicado la inversión inicial. En esta línea ya se han conocido las principales fuentes de financiación de Zegona: 3.000 millones de diferentes bancos como Deutsche Bank, ING y UniCredit y otros 1.000 millones de la propia matriz de Vodafone.
Redes de Vodafone
Una compleja operación financiera que dejará muy endeudada a la nueva Vodafone y que, necesitará mucha financiación externa para pagar estos créditos en el futuro más inmediato. Algo que podría mitigarse con una eventual salida a bolsa, una vez que se consigan los permisos pertinentes.
En cualquier caso, la idea es fragmentar el capital en el mediano plazo y que Zegona sea uno de los principales accionistas, pero repartiendo el capital y cediendo pequeños paquetes a medida de que se vaya revalorizando la compañía. Esto pasa además por una eventual salida a bolsa, si las condiciones lo permiten. Si todo sale bien y su plan de «arreglar» (fix) da sus frutos en el mediano y largo plazo, podrían salir de Vodafone con importantes plusvalías.
Es lo que hicieron en Euskaltel: Zegona vendió su 21% de participación a MásMóvil con unas plusvalías de 428 millones de euros, un retorno del 88% de su inversión inicial. El fondo de inversión entró en Euskaltel con un 15% del capital después de que los vascos compraran Telecable, propiedad por ese entonces del fondo con sede en Londres. Un buy-fix-sell de manual.
Fibra óptica en España
Un panorama que no es del gusto del Gobierno. La estrategia de Moncloa pasa por tener las infraestructuras estratégicas en manos de inversores industriales -y no fondos de inversión oportunistas- por lo que la salida de Vodafone de España, una de las mayores telecos del mundo, es un movimiento que genera muchas reticencias.
¿Vetar la operación? De momento, se pide cautela ante una operación que todavía no está cerrada. Lo sí parece bastante claro es que el Gobierno pedirá a Zegona importantes compromisos de inversión y quizás la voluntad de no ceder sus infraestructuras en, al menos, un corto periodo de tiempo. Algo que debería garantizar que las redes de la compañía sigan en España y que se asegure su estabilidad en el mediano y largo plazo.
Para el Ejecutivo estas infraestructuras son la ‘joya de la corona’ de la transformación digital y consideran que deberían estar en manos de operadores industriales que garanticen su inversión en el medio y largo plazo y que cumplan con el principio de soberanía de la Unión Europea y de sus Estados miembro. El objetivo de Zegona será entonces, intentar convencerles de la idoneidad de su proyecto. De concretarse la venta, estamos ante un largo proceso, dicen las fuentes consultadas.