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Economía

El Gobierno admite que España no avanza en 21 de los 57 indicadores económicos clave

Hay avances en empleo, un gran empeoramiento en educación y un drástico aumento de pobreza energética y financiera

El Gobierno admite que España no avanza en 21 de los 57 indicadores económicos clave

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. | Europa Press

La Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, dependiente de Presidencia de Gobierno, ha analizado 57 indicadores económicos y sociales para mostrar cómo ha progresado España desde 2018. Ese año desembarcó por primera vez Pedro Sánchez en La Moncloa.

El balance de la Oficina muestra luces y sombras. Hay 21 de esos 57 factores en los que no se han producido avances o ha habido retrocesos, algunos importantes. Para poner en contexto estos datos se deben tener en cuenta las situaciones extremas que se han vivido durante esos años. La pandemia y los efectos económicos de la guerra en Ucrania han tenido efectos en varios ejercicios. Ámbitos como el educativo y el referido a la igualdad social son los que más se han devaluado.

El análisis, a partir de medio centenar de estadísticas oficiales, muestra que la situación más preocupante tiene que ver con la pobreza energética. Aumenta considerablemente en los hogares. El 17,1% de la población no podía mantener su casa a una temperatura adecuada en 2022. Eso significa diez puntos porcentuales más que la cifra registrada en 2019. También es el mayor porcentaje de la serie histórica, que comienza en 2007. Para encontrar el segundo peor indicador hay que remontarse a 2014 -11,1%-.

Análisis de Moncloa

También el Gobierno asume retrocesos en la evolución de la sobrecarga financiera relacionada con la hipoteca. La medición del porcentaje de población que vive en hogares en los que el gasto en la vivienda representa al menos el 40% de la renta disponible alcanza el 9%.

La educación es, sin duda, el área con más asignaturas pendientes. Si bien un porcentaje menor alumnos de menos de 15 años repiten curso, debido a la reforma educativa que prevé que se puede pasar de curso sin límite de suspensos, o se constata la disminución de la tasa de abandono escolar, los rendimientos evaluados por PISA muestran el lado más negativo. Los porcentajes de rendimientos bajos en lectura y ciencia se disparan y caen drásticamente los altos en lectura.

En el ámbito económico y de empleo, hay retroceso en la brecha de renta per cápita con la Unión Europea, que supera el 23%. No se produce evolución alguna en productividad, horas trabajadas o satisfacción con la vida. En el área laboral, cabe destacar los importantes avances en la tasa de actividad de los trabajadores con más edad, la caída de la tasa de temporalidad y la reducción de la brecha de género en el empleo. En el caso de la tasa de desempleo, ésta ha caído a un 13,1% frente a 15,4% de 2018.

También se constatan progresos en la recaudación fiscal, en la tasa de empleo -pasa del 64% al 66,2%- y un descenso en la tasa de economía sumergida. Ésta, según Moncloa, ha caído de un 24% a un 17%, pero solo ofrece datos hasta 2017. Mientras, desciende radicalmente el porcentaje de personas que tienen reconocido el derecho a la prestación de dependencia y no la reciben y aumenta el gasto público en protección social. Sin embargo, este indicador sufre un importante decrecimiento en 2021.

‘Brújula del país’

Según admite la Oficina de Estrategia de Moncloa, los indicadores utilizados como ‘brújula del país’ son reconocidos como representativos por los expertos y los principales organismos internacionales para determinar el progreso de un país a medio y largo plazo. Señala que estos indicadores se han elaborado con datos abiertos de cobertura europea y publicación recurrente. Eso permite hacer un seguimiento en el tiempo y establecer comparativas con otros países.

Entre los indicadores que no se incluyen está la inflación, que durante 2022 se disparó. Se admite desde la Oficina que la evolución del IPC a medio y largo plazo responde, en gran medida, al comportamiento de la actividad económica y del empleo. Esos aspectos ya se incorporan en varios indicadores. Asegura, además, que no se incluye este factor «porque la inflación no es intrínsecamente mala ni buena, como sí lo es, por ejemplo, la pobreza».

«En nuestra historia ha habido períodos de crecimiento económico y de mejoras en las condiciones laborales de la ciudadanía en los que las tasas de inflación eran relativamente altas. Y viceversa: ha habido períodos de caídas intensas de la inflación que no podrían considerarse positivas ya que eran el reflejo de una crisis económica (reducción de la actividad y aumento del desempleo). Dicho de otro modo: las subidas y bajadas en la inflación no pueden interpretarse como buenas o malas de forma constante a lo largo de 40 años de historia. Por eso no sirve como indicador para la brújula», asegura. 

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