Los expertos auguran que el empleo en 2024 crecerá la mitad que el año pasado
La caída de la inversión y la sostenibilidad del flujo del turismo serán determinantes para el PIB del próximo año
2023 se despide y un grupo de panelistas expertos han hecho para los lectores y usuarios de THE OBJECTIVE el balance económico del año, trazando además las perspectivas económicas, basadas en las señales que van dejando algunos indicadores como la caída de las exportaciones, el frenazo del excedente bruto de las empresas no financieras o el comportamiento del mercado laboral.
Cuestiones, señalan nuestros expertos, que observan cómo 2024 vendrá con una reducción porcentual del la creación de empleo, incluso la mitad que en 2023, y todavía con una tasa de paro muy elevada, que no parece que baje del 12%.
Además, nuestros analistas coinciden en destacar los elevados tipos de interés, la caída de la inversión, la creciente brecha en España entre la productividad y la renta per capita, las elevadas tasas de déficit y deuda pública, la llegada de las reglas fiscales y el temor a que el Estado apueste por una mayor política impositiva y dos asuntos de extraordinaria importancia para la economía española y sus consecuencias: por un lado, la sostenibilidad del flujo del turismo -que es lo que básicamente mantiene el crecimiento de nuestro Producto Interior Bruto- y, por otro, el intervencionismo que se expande sobre nuestro sector productivo, lo que deteriora la seguridad jurídica y lastra la confianza, en un momento en el que tanto España como la UE se juegan el liderazgo de la nueva revolución industrial que ya supone la Inteligencia Artificial.
Incertidumbres
Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente y socio de la consultora Freemarket Corporative Intelligence, comparte con la mayoría de expertos que la economia española cerrará 2023 con una tasa de crecimiento del PIB del 2,3-2,4%, pero -anticipa- con una trayectoria de clara y acusada desaceleración, de modo que la economía española crecerá en 2024 por debajo de la previsión gubernamental y de la del consenso, con alrededor de un 1,3% de crecimiento.
La discrepancia frente a a las previsiones del Ejecutivo de Pedro Sánchez deriva -subraya-, «de un mayor impacto de la restricción monetaria implantada por el BCE sobre la inversión y el consumo privado, del deterioro de las expectativas, así como de una peor evolución del sector exterior, causada por una pérdida de ritmo de las exportaciones más intensa que la proyectada por el Consenso, ante el deterioro de la coyuntura internacional, en especial, de la europea».
Por lo que se refiere a los principales equilibrios macroeconómicos, el déficit público -mantiene Bernaldo de Quirós- se situará este año en el 4,1% del PIB para descender al 3,8% en 2024. Esta reducción, inferior al promedio de las previsiones, «se sustenta en el menor incremento del binomio ingresos-PIB y en el mantenimiento del ritmo de incremento del gasto». «El escenario -vaticina- empeoraría en función del grado de puesta en marcha de los programas de gasto pactados en la investidura».
Los tipos de interés
Además, y en ausencia de algún shock inesperado, «la inflación media anual se situará en el 3,2%, al materializarse en 2024 todos los efectos de la restricción monetaria aplicada por el BCE. Por lo que se refiere al sector exterior -añade-, se producirá una significativa disminución del superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente en 2024 por la debilidad de la coyuntura global y por la apreciación del tipo de cambio real producida por un incremento de los Costes Laborales Unitarios en España superior al registrado en la media de la UE y la Eurozona».
Finalmente, Lorenzo Bernaldo de Quirós sostiene, como otros tantos organismos, que «el empleo crecerá en 2023 un 2,3% en media anual pero su tendencia desaceleradora proseguirá a lo largo de 2024, año en el que crearán la mitad de puestos de trabajo que en el ejercicio anterior». Esto -explica-, «se traducirá en una leve reducción de la tasa de paro en 2024 que se situará en el 12%». Estas previsiones son puramente estadísticas -aclara-, a causa de la creciente dificultad para conocer con precisión, porque -apostilla-, con las políticas macro y micro vigentes es imposible crecer de forma sostenida ni corregir el binomio déficit-deuda».
El economista y doctor en Ciencias Económicas y empresariales por la Universidad de Barcelona y MBA por IESE Rafael Pampillón también comparte con Bernaldo de Quirós que España terminará 2023 con un crecimiento económico del 2,4%, mientras que la media de incremento del crecimiento en la zona euro será del 0,6%. Alemania -adelanta- acabará 2023 con un crecimiento negativo del -0,3%. No obstante, este año ya está todo el pescado vendido y lo que nos viene es un 2024 con muchas incertidumbres provocadas -explica-, en parte, «por unos tipos de interés muy elevados, que se mantendrán hasta el verano del año que viene». Estas políticas monetarias restrictivas -desarrolla el exdecano de la Facultad de Economía de la Universidad de Extremadura y profesor de Política Económica en la Universidad de Barcelona- están haciendo que la gente pueda comprar menos inmuebles porque los intereses de las hipotecas han subido mucho, y al mismo tiempo han originado que los costes financieros para los gobiernos aumenten, y que los créditos para las empresas sean más prohibitivos»
Productividad
Por eso, en este contexto, hay que primar también las buenas noticias, como es -puntualiza- que el precio del petróleo está bajo y que Estados Unidos y Europa tienen las reservas de crudo y de gas para soportar un invierno con temperaturas muy bajas, de tal forma que, aunque hubiera una restricción de la oferta de petróleo por parte de la OPEP, la situación no cambiaría mucho». Sin embargo, en términos absolutos -señala Pampillón en Twitter- «hemos cerrado el año con un incremento interanual del 4,9% de la deuda de las administraciones públicas y, con otro dato preocupante, y es que, en el tercer trimestre, el excedente bruto de las empresas no financieras ha caído del 42,5 al 37,2 puntos, tal y como recoge la estadística del INE».
Lo que sí se ve con claridad -comenta el también profesor visitante en la Escuela Diplomática- «es que en 2024 la inflación irá bajando paulatinamente y a final de año estaremos muy cerca del objetivo del BCE: el 2%». Además -concluye-, «en caso de recesión económica los bancos centrales tienen recorrido para bajar los tipos de interés y en Estados Unidos, la Reserva Federal puede bajar tipos a partir de junio o julio de 2024, aunque los mercados están anunciándose ya para mayo».
Para el catedrático Emérito en Universidad Abad Oliba (CEU) Clemente Polo, el primer problema de la economía española es la falta de crecimiento de la productividad entendida como el producto a precios constantes generado por ocupado, empleado o afiliado. Incluso dando por buenas las cifras del PIB revisadas al alza por el INE desde julio de 2022 y las cifras de ocupados EPA, personas ocupadas CNTR o afiliados a la SS, «la conclusión incontrovertible -evidencia- es que el PIB creció mucho menos que los diversos indicadores de empleo en la XIV Legislatura (cuarto trimestre 2019 hasta el segundo trimestre de 2023). Además, el pobre desempeño de la productividad de una economía principalmente de servicios no es una buena noticia en un mundo regido por una fuerte competencia a nivel global», manifiesta.
El aumento de la deuda
España es un país muy endeudado -afirma-, «y las previsiones adelantadas por el Gobierno para los próximos tres años es que cuenta con seguir incurriendo en déficits públicos que alimentarán la deuda viva en términos absolutos y la necesidad de recurrir a los mercados para refinanciar la deuda vencida».
La caída de la ratio deuda/PIB nominal en los últimos trimestres -esclarece Polo- «ha sido en buena medida consecuencia de la alta inflación que nos ha acompañado desde el primer trimestre de 2021, bastantes meses antes de la invasión de Ucrania». Pero tener una elevada deuda absoluta y relativa tiene tres efectos muy negativos -ilustra-, «primero, exige dedicar una partida sustancial de los presupuestos del Estado a pagar los intereses devengados (83.108 millones entre 2020-2022), reduciendo los recursos disponibles para financiar otros gastos. Segundo, deja la economía expuesta a padecer elevaciones de la prima de riesgo imposibles de asumir como ocurrió en 2012. Y tercero -fija-, limita el margen de maniobra para instrumentar políticas fiscales contracíclicas para afrontar futuras recesiones o crisis financiera».
Según la IGAE -informa el que fuera director del Master de Análisis Económico de la Universidad de Pompeu Fabra-, «el fondo de la SS ha venido acumulando déficits (Necesidad de Financiación) desde 1995 hasta 2022 que ascienden a la imponente cifra de 161.986 millones. La cifra en los tres años 2020-2022 asciende 45.995 millones a pesar del fuerte aumento de las transferencias recibidas de otras Administraciones que alcanzaron la imponente cifra de total de 116.214 millones». Por eso -remata-, «ni la demografía, ni los cambios en la edad de jubilación, ni los aumentos en las cotizaciones que elevan los costes y socavan la competitividad de las empresas van a resolver el problema. La ampliación de prestaciones y la revalorización de las pensiones con el IPC no cabe duda que benefician a los pensionistas actuales, no así a los futuros».
El temor a más impuestos
Salvador Marín, director del servicio de Estudios y Cátedra del Consejo General de Economistas, es contundente en sus afirmaciones. Para el presidente del también European Federation of Accountants and Auditors for SMEs, el año económico termina con nuestra economía con cifras frías y tozudas y con signos de estancamiento y previsiones de crecimiento débil para 2024.
«Los economistas -admite Marín- tenemos la obligación de señalar lo que no vemos tan bien , y esto es lo que, insisto, nos marcan los datos conocidos y las previsiones de índices adelantados. De este modo -añade-, detectamos tres nubarrones de cara a 2024: en primer lugar, los tipos de intereses elevados con las consecuencias en cascada que genera a nivel de deuda (pública -efectos en los presupuestos – y, privada, con la adquisición de vivienda y dedicación de recursos al consumo, etcétera). En segundo lugar, nuestro nivel de deuda pública y déficit unido a la vuelta a la ortodoxia de las reglas fiscales UE entre 2024 y 2025 es algo que tendrá consecuencias en el año próximo, ya sea o porque se cargue con más impuestos (esperemos que no) o por la necesidad (urgencia) de afrontar la eficiencia y eficacia de la lista de gastos públicos».
Y tercero -sostiene el también miembro de la EFRAG-, «la rigidez de la nueva y extensa regulación del mercado de trabajo pasará factura, tanto por el lado del empleo como por el de la muy necesaria productividad. En sí, estas son decisiones que se notan, y que no cuando salen en el BOE sino en el medio plazo y, a este respecto, ya aparecen signos de agotamiento en este sentido».
La brecha de la economía española con la UE
Santiago Sánchez López, miembro y profesor del Máster Universitario en Dirección y Administración en Economía Social y Cooperativismo de la Universidad Católica de Ávila, respalda que el año acaba con una economía en desaceleración, incapaz de corregir su grandes desequilibrios déficit y deuda y con un gobierno sujeto a los compromisos de gasto sin control que le exigen sus socios.
Se va 2023 -explica Sánchez López-, «el año en el que el conjunto economistas, por raro que parezca, coincidimos en que el incremento de las brechas en productividad y en renta per capita son dos grandes problemas a largo plazo para la economía española. Estamos -apunta- 18 puntos por debajo de la renta per capita de la UE y esta se agranda en regiones como Extremadura o Castilla La Mancha».
Los fondos europeos -insiste el economista castellano-manchego- «siguen sin llegar a la economía real con la agilidad suficiente y se están concentrando, al menos en esta primera fase, en el sector público y no en el tejido productivo, con unos PERTE que según el Gobierno tan solo han comprometido (ni siquiera sabemos lo realmente gastado) 9.350 millones de más de 41.000. Por eso -subraya-, la inversión ha sido incapaz de recuperar los niveles prepandemia (-2,9%) mientras que el consumo público se ha disparado un 10% con respecto al 4T 2019».
La clave del turismo
En cuanto a las perspectivas de la economía, y de cara a 2024, anticipa que «en primer lugar, observamos el intervencionismo creciente en los mercados, singularmente en la industria, en lo que puede ser un proceso estatalizador de la economía como no hemos conocido en nuestra historia democrática». Financiado con deuda pública para generar más ineficiencias en los mercados -añade-, la inseguridad jurídica que puede generar, disuade la inversión y dificulta la asignación eficiente de recursos además de expulsar al sector privado».
En segundo lugar -afirma el economista-, «ya que hemos perdido una gran oportunidad para haber gestionado de forma eficiente el bloque de ayudas de fondos europeos y haber financiado proyectos de verdad transformadores. Existe un riesgo de no gestionar de forma adecuada el bloque de préstamos, que no encuentren la demanda esperada del sector privado y termine financiando (especialmente los 20.000 millones que gestionará el BEI) proyectos públicos en lugar de priorizar al tejido empresarial. Esto supondría -sostiene-, desperdiciar definitivamente la mayor oportunidad que ha tenido nuestro país para transformarse, y los precedentes de esto tres año no invitan al optimismo».
Y, por último, por salirse de lo habitual que España y Europa pierdan el tren de la revolución industrial que supone la Inteligencia Artificial. «Nos preocupamos -reflexiona- por regular, pero no hemos puesto ni la visión ni los esfuerzos fiscales, o facilitado un marco jurídico amable o en materia laboral donde estamos penalizando el talento; es decir, no estamos creando el ecosistema adecuado ni en Europa ni en España para liderar la nueva revolución industrial que supone la IA. «El sureste asiático y Estados Unidos -corona Sánchez- nos llevan mucha ventaja y lamentablemente corremos el riesgo de que la brecha se incremente mucho más, lo que sería demoledor para ser competitivos en el largo plazo.
El economista Javier Santacruz Cano secunda que el año acaba habiendo salvado los muebles del crecimiento del PIB (con una contribución decisiva del consumo público) y con una moderación de la inflación.
Ahora bien, determina Santacruz, para 2024 «los nubarrones principales son el cumplimiento de las reglas fiscales (cosa complicada y más con el último decreto), el sostenimiento de los flujos turísticos que son los únicos que pueden permitir sostener el crecimiento como en 2022 y 2023 (aparte del consumo público, claro) y, las tensiones entre territorios por si se plantea ya o no formalmente la reforma del sistema de financiación autonómica».