La inversión extranjera se desploma un 18% en un año marcado por la inestabilidad política
En el cuarto trimestre se mantuvo el bajón acentuado a partir del abril con un retroceso del 9,7% internanual
La inversión extranjera en España se hundió un 18,5% durante el año 2023, un curso marcado por dos elecciones y por una constante inestabilidad política y por las dificultades para formar Gobierno. Las cifras publicadas este miércoles por la Secretaría de Estado de Comercio y cribadas por THE OBJECTIVE indican que los flujos brutos de capital foráneo llegaron hasta los 28.215 millones de euros ese año, esto es 6.400 millones menos que los registrados en 2022.
Estos datos rompen el relato optimista de Moncloa y del Ministerio de Economía que siguen insistiendo en público -y en privado- que España sigue siendo uno de los destinos más atractivos para la llegada de inversión extranjera. De hecho, la cifra es incluso inferior que la registrada en 2021 (30.242 millones) y nos devuelve a niveles del año 2020 con 27.191 millones de euros. Es decir, estamos en niveles del comienzo de la pandemia y lejos de las cifras boyantes de los dos últimos cursos.
De hecho, a finales del año pasado y antes de marcharse como presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) la entonces vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se atribuyó la responsabilidad de mantener a España en «niveles históricos» de inversión extranjera, aunque la realidad de los datos contradice completamente sus declaraciones y la serie de mensajes enviados durante todo el año desde Moncloa.
Inversión por trimestres
En 2022 se produjo un importante crecimiento de la inversión extranjera directa llegando con su segundo mejor dato histórico con 34.479 millones, en especial gracias al tirón del cuarto trimestre en el que se consiguió la inusual cifra de 10.604 millones. Esta mejora se mantuvo en el primer trimestre de este 2023 con 9.966 millones, aunque a partir del segundo trimestre se empezó a notar un importante bajón que llevó este periodo hasta mínimos históricos con 2.267 millones.
En el tercer trimestre, la inversión extranjera bruta en España fue de 6.283 millones y en el cuarto 9.549 millones. De esta manera, tras registrar en el primer trimestre una mejora del 20,1%, en el segundo trimestre la inversión extranjera bruta en España se desplomó un 74%, en el tercer trimestre se hundió otro 19,2% y en el cuarto trimestre retrocedió un 9,7%. Una evolución acumulada de tres trimestres en negativo.
Este diario ya publicó a finales de noviembre del año pasado que la inversión extranjera en España había experimentado un bajón en la segunda parte del año, una situación que coincidió con la inestabilidad política imperante después de las elecciones del 23-J, en las que el Partido Popular (PP) no logró los escaños suficientes para gobernar y el PSOE comenzó a negociar con Sumar y los grupos independentistas su investidura.
Razones del frenazo
Finalmente Sánchez fue investido el 16 de noviembre, tras pactar con ERC y Junts diferentes cesiones económicas y una nueva Ley de Amnistía que se aprobó en el Congreso hace pocos días. Ese trimestre (entre octubre y diciembre) tampoco remontó la inversión extranjera registrando un 9,7% menos que igual periodo del año anterior. Excepto el primer trimestre del año pasado, el resto de los tres periodos se registraron cifras inferiores a 2022.
Los inversores, fondos y asesores con los que habló este diario ya habían adelantado que el año cerraría «en negativo». Explican que la caída se ha producido en parte por la elevada base comparativa del año pasado —en el segundo semestre de 2022 se produjo una inversión superior a los 18.000 millones de euros—, pero además porque se han frenado muchos proyectos en el transcurso de 2022 por los ataques del Gobierno al sector, algo que repercutió a partir del segundo trimestre de este año.
Las fuentes consultadas en el sector indican que los datos históricos de 2022 se produjeron en gran parte por el efecto champán y la boyante situación económica tras la pandemia, asociada a unos tipos de interés en negativo y a un boom del apetito inversor en todo el mundo. Una situación que sumada a la inestabilidad institucional y a políticas contrarias a la inversión -según denuncian empresas y patronales– hace prever que será muy difícil volver a repetir estas cifras, algo que han confirmado de momento los datos de 2023.