Consulta, tú antes molabas

Para evitar consecuencias legales, la consulta empezó a dejarse barba y beber cerveza artesana. Si quería salir adelante, a partir de ahora debía ser, le dijeron, una consulta alternativa. Así que se

Para evitar consecuencias legales, la consulta empezó a dejarse barba y beber cerveza artesana. Si quería salir adelante, a partir de ahora debía ser, le dijeron, una consulta alternativa. Así que se compró una bici con la que pasear sus ganas de votar con unas gafas de pasta a juego. Ya solo podría ir a locales alternativos, con papeletas indies y urnas underground. Nada de seguir los circuitos tradicionales.

Ella, la consulta, siempre había querido ser un fenómeno de masas, aclamada por un público heterogéneo y dispar, y que se hicieran selfies con ella todo el rato en el Palau. Pero ahora le tocaba conformarse con ir a garitos pequeños y pedir voluntarios. Nada de autógrafos ni decretos.

– Así tendrás más contacto con tu público, le decían unos.

– No hay nada como votar en garitos pequeños, le consolaban otros.

La consulta, cuando se miraba al espejo, se intentaba convencer de que ella no había cambiado, que era la de siempre. Pero sus mejores amigos, con quienes antes soñaba triunfar a lo grande, le habían dado la espalda cuando en cuanto se enteraron de que quería montárselo en solitario y ya solo iba a garitos pequeños. Hubo malos rollos. Le decían que los había dejado tirados, que había roto el acuerdo y se le había subido a la cabeza. Y ahí estaba ella, la consulta, con su barbita alternativa recién estrenada y sus gafas de pasta, desorientada, mirando a través de la ventana del garito la bici trendy que se agenció cuando decidió que para triunfar debía hacerse alternativa. Ella, la pobre, que solo estaba intentando encontrarse a sí misma, se sentía incomprendida en su nueva carrera en solitario. Genuina pero minoritaria.

Pero algo empezó a cambiar a medida que le daba sorbos a su birra artesana y se dejaba llevar por su nuevo yo. Se miró de nuevo al espejo vintage que colgaba en la pared y empezó a imaginar que, cuando menos lo esperaran sus adversarios, triunfaría por todo lo alto. El verdadero éxito llegaría el día que, al verla convertida en una estrella, llena de urnas y papeletas mainstream, otro alternativo gafapasta le dijera:

– Consulta, tú antes molabas.