THE OBJECTIVE
Jorge Martin Frias

El síndrome de Hollande

¿Cómo resolverá la Ley los casos en los que el injuriante resulte ser un maleducado con todas las clases? ¿Será absuelto en ese caso? Y si la aplicáramos con carácter retroactivo, ¿Hollande podría ir a la cárcel por lo que una señora escribe que él piensa?

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¿Cómo resolverá la Ley los casos en los que el injuriante resulte ser un maleducado con todas las clases? ¿Será absuelto en ese caso? Y si la aplicáramos con carácter retroactivo, ¿Hollande podría ir a la cárcel por lo que una señora escribe que él piensa?

Los socialistas franceses han encontrado cura para el “síndrome de Hollande”. Ante el estupor ocasionado entre los ciudadanos franceses por las develaciones de Valerie Trierweiler, según la cual al presidente Hollande no le gustan los pobres, los socialistas han dado con una fórmula para tratar legalmente – que no clínicamente – de reconducir el desviado comportamiento de aquellos que compartan con el presidente de la República su no-gusto por los pobres y que además vayan más allá de la subjetividad propia en aras de hacerlo objetivo y expresarlo públicamente a través de improperios, descalificaciones o todo lo que caiga bajo el manto de la discriminación.

Con la susodicha Ley – pendiente de aprobación –, aquel que insulte a un pobre corre el riesgo de ir a la cárcel. Desconocemos si esto será aplicable también al pobre que insulte al no-pobre, que no por ello rico, o si la misma Ley se desarrollará con el fin de “proteger” todas y cada una de las distintas clases de ciudadanos, siguiendo la lógica de la discriminación. Esto es, a la cárcel con aquel que insulte al pobre, el urbanita que insulte o desmerezca al que vive en el pueblo, etc. Si seguimos y nos adentramos en las subdivisiones de clase, la Ley discriminará entre los propios pobres pues ¿quién protegerá al pobre de espíritu de la incomprensión de sus conciudadanos cuando no de las descalificaciones dirigidas hacia su persona?

Además, la presente Ley requerirá – imagino – de un registro de pobres y criterios de medición que garanticen que el pobre es pobre, y no un cualquiera que se disfrace de pobre con el afán, por ejemplo, de que el odiado jefe, de quien sabe que injuria constantemente a los pobres, vaya a la cárcel. ¿Cómo resolverá la Ley los casos en los que el injuriante resulte ser un maleducado con todas las clases? ¿Será absuelto en ese caso? Y si la aplicáramos con carácter retroactivo, ¿Hollande podría ir a la cárcel por lo que una señora escribe que él piensa?

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