THE OBJECTIVE
Ferran Caballero

El cuñado Pablo

«Lo que cabe esperar de las democracias es precisamente un cierto escepticismo respecto del poder, de sus órdenes, de sus prisas y promesas»

Opinión
Comentarios
El cuñado Pablo

Pablo Iglesias. | Jesús Hellín (Europa Press)

He visto a Iglesias insultar a su cuñada por televisión, comparándola con Hitler y diciendo que con ella no se puede hablar y que harán muy bien los medios en no dar voz a gente de su calaña (la de la cuñada, entiéndanme) porque eso pone en peligro la democracia y demás sandeces. El populista confeso, de Laclau y demás, recorre a la sacra autoridad de las autoridades sanitarias (es decir, políticas) cuando le conviene, que es, básicamente, cuando las considera al servicio de su causa. Por eso se dice que el populista no puede gobernar como tal, sino solo como autócrata, pero me temo que este es otro tema.

Iglesias la llama nazi porque no entiende que alguien pueda dudar de la autoridad, ya no de un médico sino de todo un Ministerio de Sanidad. Pero contra lo que asume Iglesias y lo que se repite tanto estos días, no tiene nada de sorprendente que sean, como se dice, países de larga tradición democrática, los que más duden de la vacuna (o, al menos, que duden de la vacuna más que nosotros). Porque lo que cabe esperar de las democracias es precisamente un cierto, un sano, diría yo, escepticismo respecto del poder, de sus órdenes, de sus prisas y promesas, de su insistencia y de su propaganda y de sus imposiciones. Y más hay que dudar, digo yo, cuanto más graves puedan ser sus efectos. 

Más sospechoso que este escepticismo es, de hecho, el que cuanta más gente se ha vacunado y cuanto, por lo tanto, más seguros estamos todos, más se refuerzan los discursos contra los pocos que siguen con dudas y más se exagera el peligro que suponen para la vida de todos los demás. Cualquiera diría que los más demócratas de todos temen más a la disidencia de los cuñados que a la pandemia.

Tampoco es, por lo tanto, demasiado extraño el ver que en toda una democracia del siglo XXI haya gente que se toma los ibuprofenos a puñados al mínimo dolor de cabeza y que exagera ahora el peligro de los efectos secundarios de la vacuna y minimice el de una posible infección. Sobre todo, cuando la experiencia personal choca tan a menudo y de forma tan clara como por suerte suele hacerlo con las frías cifras del telediario y con las encendidas e indignadas proclamas de los mismísimos líderes políticos y mediáticos que tanto han mentido y tanto se han equivocado y tantas medidas inútiles e incluso perjudiciales han tomado y defendido desde el inicio de la pandemia. Dejémoslo en un sano escepticismo para con el poder más que para con la ciencia. 

Y sí, serán cuñados y estarán equivocados y las cifras demuestran y demás, pero tendrán pleno sentido democrático

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D