THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

A propósito de los fondos europeos

«Hasta hace menos de un año España iba a liderar la recuperación en la UE. Hoy se sitúa a la cola y es el país más alejado del nivel de riqueza anterior a la pandemia»

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A propósito de los fondos europeos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Si nos ajustamos a la excéntrica teoría del tío Geoff de las hermanas Mitford, a España le conviene extender rápidamente el uso del abono orgánico. Nos previene de la sumisión. Esa que reclama Pedro Sánchez para acallar las críticas de la oposición a la deficitaria gestión de los fondos europeos. En una carta publicada en el Times, cuenta Jessica Mitford en Nobles y Rebeldes (Libros del Asteroide 2016), cuya gozosa lectura debo a José Carlos Llop y su Mitford Revival publicado en estas páginas, el tío establece una relación entre abono orgánico y libertad. «Cuando se cotejan antiguos documentos se advierte que los altibajos en nuestra grandeza se corresponden con la fertilidad de nuestra tierra. Y ahora, tras muchos años de agotar y destrozar nuestra tierra a base de química y obtener de ella alimentos debilitados, nuestros cuerpos se han ablandado y, peor incluso, nuestro carácter nacional se ha debilitado también. Es un hecho demostrado que el carácter es en gran medida producto de la tierra. Tantos años de alimentos sin sustancia obtenidos de una tierra agostada nos han vuelto demasiado sumisos. Los productos químicos han cumplido su venenosa función. El único modo de recuperar nuestra garra, nuestro carácter, nuestras virtudes perdidas y con ellos la libertad natural de los isleños es abonar nuestra tierra para permitir que mohos, bacterias y gusanos vuelvan a nutrirla y pueda así alimentar los cuerpos y las almas de los ingleses».

El Partido Popular ha sido muy crítico con la gestión de los fondos y Pedro Sánchez le ha tachado de antipatriota y acusado de poner en peligro los intereses del país. Intereses que parece identificar más con los suyos y menos con los de las pymes y grandes empresas a las que van destinadas parte de las ayudas. El Gobierno aseguró hace apenas un año, y el Banco de España lo avaló, que, si se ejecutaban bien estos recursos, la economía española añadiría dos puntos extra al crecimiento anual del PIB entre 2021 y 2026. Bien, pues la economía creció un 5% el año pasado, según los datos publicados este viernes por el INE. Una cifra muy inferior al 6,5% esperado por el Gobierno y sobre la que se han basado los Presupuestos Generales del presente ejercicio recién aprobado. 

Pero no se trata sólo de la oposición. La CEOE, con quien el Gobierno ha pactado la reforma laboral aún pendiente de ser aprobada en el Parlamento, y otras organizaciones empresariales, han lamentado la cantidad marginal de ayudas que han llegado a la economía real de los 19.000 millones de euros recibidos de Europa hasta la fecha. Si efectivamente España ha dejado de crecer dos puntos por la deficitaria ejecución de la ayuda europea, ¿no debe la oposición vigilar su gestión y promover las reformas necesarias para asegurarse que esta ayuda llega a la economía real? Más si, según la citada patronal, que también ha instado al Gobierno a agilizar el reparto de los fondos, a fecha de agosto de 2021, sólo habían llegado 104 millones de euros a las empresas y entidades que no son sector público. Pueden leer aquí el primer informe de la OCDE en el que hace un seguimiento de los fondos Next Generation en España con fecha de enero de 2022.

Esta nueva crisis económica derivada de la pandemia, que sigue a la financiera de 2008-13, ofrece de nuevo la oportunidad de reformar la gestión de lo público para aprovechar la llegada de estos recursos extraordinarios procedentes de la UE con los que se pretende impulsar la modernización y transformación de la economía. Así lo ha llamado el Gobierno: Plan de Recuperación, Transformación y Resistencia (PRTR) presentado ya por el Gobierno de Sánchez ante la Comisión, cuya ejecución y a la vista de los datos ha sido excesivamente lenta y decepcionante, con un impacto escaso casi nulo en el crecimiento del PIB. Los propios gestores de la Administración encargados de tramitar este maná tienen un escaso conocimiento sobre el plan de recuperación del Gobierno, según recoge un informe de la consultora Ernst and Young.

El PP hace bien en preocuparse por la ineficaz gestión de la lluvia europea de millones pero digamos que no le avala tampoco su historial en la gestión de los fondos estructurales europeos cuando en anteriores legislaturas ocupaban el Gobierno. Por eso no es ninguna sorpresa que, a falta de reformar las administraciones y aligerar la fiscalización de las ayudas, la llegada de estos recursos a la economía real haya seguido dilatándose. Porque recibir no es lo mismo que ejecutar ni que lo que finalmente llega a la economía real.

De los fondos estructurales de cohesión asignados entre 2014 y 2020, España había gastado sólo el 43% hasta el mes de abril de 2021. En esto también figuraba como el país más retrasado de toda la UE. Es cierto que dispone de tres años para compensar esta deficitaria ejecución. Pero ese plazo le coincide con la nueva partida de 34.393 millones de euros asignada por ese mismo concepto para 2021-27 y con la llegada de los 140.000 millones extra otorgados por la UE para superar los efectos de la pandemia. ¿Cómo digerir estas ingentes cantidades de dinero? ¿Cómo asegurarse que llegan a la economía real? Las reformas son urgentes. 

España es el país más rezagado de la UE. Hasta hace menos de un año España iba a liderar la recuperación en la Unión Europea. Hoy sin embargo se sitúa a la cola y es el país más alejado del nivel de riqueza anterior a la pandemia: está 5,8 puntos por debajo del PIB de 2019 y no será hasta 2023 que lo recupere. En contraste con nuestra vecina Francia que ha cerrado 2021 con un crecimiento del 7%, el más alto del país en los últimos 40 años, superando así el nivel prepandemia. Finlandia, Grecia e Irlanda ya están por encima. Italia está a punto de hacerlo. Y a medio camino, Alemania, fuertemente golpeada por esta última ola de la pandemia, que está aún dos puntos por debajo.

Así que mucho abono orgánico para mantener la vigilancia y resistirse a la sumisión. La economía española lo necesita para no desperdiciar la oportunidad única que brinda la llegada del capital comunitario. 

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