THE OBJECTIVE
Guadalupe Sánchez

Un baño de realidad

«No votar izquierda te convierte en extremista, lo que comporta ser machista, negacionista, homófobo, fascista…»

Opinión
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Un baño de realidad

Alfonso Fernández Mañueco. | Claudia Alba (EP)

Suena la alarma del móvil a las siete de la mañana. Te aseas en silencio intentado no hacer ruido para no despertarlo. Hizo turno de noche en el restaurante y llegó a casa bien entrada la madrugada. Das una vuelta rápida a la manzana con el perro. Al volver a casa, despiertas a los niños y les pides que se vistan y desayunen mientras les preparas los almuerzos. Recuerdas al pequeño que eche a la mochila el proyecto de ciencias en el que estuvisteis trabajando toda la tarde. Ha helado y el coche hace amago de no arrancar. Por fin se pone en marcha. Enciendes la radio para que te amenicen el trayecto a la parada de autobús mientras los críos discuten de sus cosas. Los tertulianos que analizan la actualidad política parecen muy alterados: «Han ganado los ultras». 

Entonces caes en la cuenta de que este domingo se celebraron elecciones en tu comunidad autónoma. Escuchas a candidatos y a analistas lamentarse de que los ciudadanos no hayan estado a la altura de lo que de ellos esperaba el partido. Te dicen que, a partir de hoy, tu vida será peor que ayer. Que es el principio del fin de la democracia. 

Mientras los niños suben al bus, le das vueltas a lo que acabas de escuchar y piensas en que últimamente apenas llegas a fin de mes con la subida de la luz y de la gasolina. Que durante todos los meses que obligaron a cerrar el restaurante como medida para combatir la pandemia y los dos estuvisteis en ERTE, pudisteis salir adelante gracias al apoyo de tus padres para hacer frente a la hipoteca. No llegó ni una sola ayuda.

Vuelves al coche y suena de nuevo en los altavoces la voz del locutor. Está entrevistando a una ministra que se lamenta amargamente porque con la llegada al poder de la extrema derecha se van a pisotear los derechos de las mujeres y se va a frenar la lucha contra el cambio climático. Dice que España necesita un proyecto de país inclusivo en el que quepamos todos, todas y todes. Que hay que frenar al fascismo.

Intentas no enfadarte porque ya bastantes problemas tienes, pero al final te enfadas. Estas advertencias ya no te provocan zozobra o miedo, solo hartazgo. Se abre paso la sensación de que simplemente te has limitado a cumplir a base de trabajo y sudor con tu parte de un contrato social que ahora se les antoja insuficiente. No solo te exigen más como ciudadano, sino que mientras tanto te insultan. Todo lo que no sea una adhesión inquebrantable a sus postulados te convierte en un indeseable. Lo que no está a la izquierda del partido socialista es ultra. No votar izquierda te convierte en extremista, lo que comporta ser machista, negacionista, homófobo, fascista…

El comunismo, el independentismo y hasta el terrorismo son compañeros de gobierno legítimos y quienes los confrontan son unos populistas radicales. Tú, que no has votado a la izquierda, eres más radical que Otegi, que Rufián o que Pablo Iglesias

Afirman que tu voto es el del enfado y la polarización. Para ti es mucho más sencillo: has votado contra los que insisten en que tus problemas son otros distintos a los que de verdad tienes. A estas alturas, ya no les pides nada, simplemente que molesten lo menos posible. Que no te abrasen a impuestos para que puedas ganarte la vida trabajando en el restaurante sin que te acusen del incremento de los contagios, de no servir comida vegana o de colaborar con el maltrato animal. Que no te responsabilicen de la destrucción del planeta por tener hijos o de clasista por tener una vivienda en propiedad. Que no le digan al crío que es un violador en potencia por el mero hecho de haber nacido hombre. Que no te acusen de franquista por ondear una bandera.

Ellos, que no estuvieron allí cuando los necesitabas, te acusan ahora de no estar cuando son ellos los que te necesitan. Es difícil continuar apoyando a quien desdeña de forma condescendiente tus problemas. No es un voto de castigo, es un baño de realidad.

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