THE OBJECTIVE
Velarde Daoiz

Sobre españoles y extranjeros

«Lo que de ninguna manera me parece debatible es que ser español sea otra cosa que hallarse en poder del pasaporte emitido por el Reino de España»

Opinión
1 comentario
Sobre españoles y extranjeros

Redada en el Metro de Madrid. | Europa Press

El ser humano no elige dónde nace. No elige en qué continente o país nace. Ni en qué barrio de qué ciudad ni en qué pueblo de qué región. No elige tampoco quiénes son sus padres y hermanos, ni los amigos y familiares de estos. Ni el entorno cultural o económico en el que viene al mundo. Por no elegir, se podría argumentar que realmente no elige ni qué creencia profesa, especialmente en países y/o momentos históricos en que no practicar la religión «correcta» puede poner en serio riesgo su vida.

Nacer en España hace que tengas siete veces menos probabilidades de morir antes de los cinco años que hacerlo en Marruecos, y casi 40 veces menos que si tienes la mala suerte de nacer en Nigeria (donde uno de cada 8 niños muere antes de alcanzar esa edad). Nacer en España hace que tengas una esperanza de vida de 82 años. 6 años más que hacerlo en Marruecos, o 28 más que si lo vienes al mundo en Chad.

Nacer en Venezuela u Honduras hace que cada año tengas 6-8 veces más probabilidades de morir asesinado que en Estados Unidos. Hacerlo en determinados barrios en esos países hace que tengas cientos de veces más probabilidad de ser asesinado que hacerlo si naces en muchas ciudades estadounidenses. Es más, hace que si te quedas mucho tiempo en esos barrios tu probabilidad de morir a las manos de otro ser humano sea superior al 5%.

Pensando en términos menos macabros, nacer en Nicaragua hace que estadísticamente vayas a ser unas 12 veces menos rico que si lo haces en EEUU. Nacer en Níger te hará, en promedio, ser 30 veces menos rico a lo largo de tu vida que hacerlo en España.

En definitiva, el mero hecho de nacer es una lotería, totalmente exenta de ningún otro factor que no sea el azar, y determina gran parte de nuestras vidas.

Estas enormes diferencias, unidas al intrínseco deseo de superación del ser humano y a la mejora de las comunicaciones, han transformado en el sueño de cientos de millones de personas intentar mejorar las cartas que les tocaron en el reparto inicial del juego del nacimiento mediante el «descarte» de la inmigración. Aspiran a recibir cartas nuevas y mejores emigrando a otros países en los que creen que, estadísticamente, les puede ir mucho mejor que si permanecen en sus lugares de origen. Algunos (la mayoría) logran emigrar legalmente a países vecinos y más ricos, y trabajando con dureza suelen mejorar notablemente sus condiciones de vida, aunque generalmente ocupen los niveles de renta más bajos del país que les acoge. Vive mejor un pobre en España que un ciudadano medio en Marruecos o Guatemala. Otros lo intentan de cualquier manera, legal o ilegal (frecuentemente engañados por mafias sin escrúpulos), jugándose la vida y a veces perdiéndola. No en todos los sitios la vida vale lo mismo.

Analicemos ahora algunos de los asuntos más polémicos relacionados con la inmigración, agitados por políticos de uno u otro signo en sus cruzadas morales:

Seguridad

Este estudio realizado por @scienceisbeauty en Twitter sobre las estadísticas de delitos del INE de 2017 (algo habrá variado cuantitativamente, pero no sustancialmente en términos cualitativos) nos permite conocer varios datos de interés:

  1. En España conviven actualmente con nosotros cerca de 5 millones de inmigrantes. Es decir, 1 de cada 10 personas que viven en España es extranjera. De ellos, algo más de 2 millones son europeos, más de un millón de africanos y americanos, respectivamente, y alrededor de medio millón son asiáticos

2. En España se produjeron casi 400.000 condenas durante 2017. De ellas, algo mas de 300.000 fueron por delitos cometidos por españoles, y cerca de 100.000 por extranjeros. Eso quiere decir, asumiendo que cada persona cometiera uno de esos delitos, que cometieron un delito menos de 1 de cada 100 españoles, y menos de 3 de cada 100 de los inmigrantes. O visto de otra manera, que 99 de cada 100 españoles no cometió ningún delito, como tampoco lo hicieron 97-98 de cada 100 extranjeros en España. En efecto, la tasa de criminalidad de los extranjeros es aproximadamente el triple que la de los españoles, pero es en ambos casos muy baja. Si además tenemos en cuenta que la mayoría de los delincuentes, españoles o extranjeros, comete varios o muchos delitos, la realidad es que el porcentaje de extranjeros y españoles criminales es bajísimo. La mayoría de los residentes en España son personas honradas. Por cierto, el tipo de delitos donde más sobrerrepresentados están los extranjeros respecto a los españoles no son los homicidios o los delitos contra la libertad sexual, sino las falsedades documentales.

3. Si nos centramos en los delitos más graves y que generan más alarma social (homicidios y violaciones), las tendencias son las mismas pero, lógicamente, las tasas de criminalidad son mucho más bajas. En España se produjeron cerca unas 1200 condenas por homicidios y 2700 por violaciones en 2017. De esos delitos, poco más de 200 homicidios y unas 900 violaciones fueron cometidos por extranjeros. De nuevo, su tasa de criminalidad es superior a su porcentaje dentro de la población general, pero dichas tasas son bajísimas tanto entre españoles como entre extranjeros. Una vez más, y asumiendo (falsamente, pues muchos de estos delincuentes son condenados por varios delitos del mismo tipo) que cada delito hubiera sido cometido por un individuo diferente, el número de españoles asesinos y violadores en 2017 fue aproximadamente de 7 por cada 100.000, y de 20 por cada 100.000 extranjeros. O visto de otra manera, el porcentaje de españoles que NO violó y asesinó en 2017 fue del 99,993% y el de extranjeros que TAMPOCO cometió esos delitos el 99,98%.

4. Desgranando estos delitos más graves por continente de origen veremos que, contra la creencia de algunos, africanos y europeos tienen tasas muy similares (1,7 condenados por cada 100.000 extranjeros provenientes de esos continentes), y es sensiblemente superior (aunque muy baja también) la tasa de condenas entre los extranjeros provenientes de América (2,7). Utilizando la demagogia de algunos, podría decirse que «los inmigrantes de religión cristiana tienen más propensión a cometer asesinatos y violaciones que los de otras religiones».

Negar que, pese a que España es en conjunto un país extremadamente seguro y mucho más seguro que en los años 80 y tempranos 90 del siglo pasado, en determinados barrios de determinadas ciudades hay problemas crecientes de seguridad ciudadana, y que en esos barrios una proporción importante de delitos son cometidos por inmigrantes es negar una realidad que viven muchos miles de españoles. Ocultar la información sobre los delincuentes con el argumento de evitar que se focalice el odio sobre los mismos, en mi opinión consigue justo el efecto contrario al perseguido: permite la demagogia y la exageración sobre la realidad a aquellos que obtienen rédito político de sembrar miedo al diferente o al extranjero.

En definitiva, y partiendo del hecho de que es una pequeña minoría dentro de la población inmigrante la que delinque, sí convendrá quizá modificar las actuaciones policiales, legislativas y judiciales para mejorar la situación de los ciudadanos afectados por esas minorías (por cierto, las víctimas de los delitos TAMBIÉN son desproporcionadamente extranjeras, así que no es un problema exclusivo de los españoles que viven en esas zonas conflictivas). Y respecto al mensaje de que delinquen más que la proporción que teóricamente les correspondería, supongo que el hecho de que aproximadamente el 90% de los homicidios se cometan por hombres cuando los individuos de sexo masculino son aproximadamente la mitad solamente no hará a nadie en sus cabales identificar a todos los hombres como potencialmente homicidas. Probablemente el estatus socioeconómico y la relación con las drogas de los criminales extranjeros tenga más que ver con esa sobrerrepresentación que su nacionalidad.

Aspectos económicos

  • En cuanto al reparto de ayudas sociales, la inmensa mayoría están abiertas POR IGUAL a españoles y extranjeros basándose en criterios idénticos para ambos grupos. Si las ayudas se reciben desproporcionadamente por los extranjeros respecto a su cuota relativa dentro de la población normalmente será porque, dentro de los segmentos más pobres de la población residente en España, los extranjeros están muy sobrerrepresentados. Podemos discutir si esas ayudas (que llegan a pocos residentes españoles y extranjeros en España, en términos relativos) son pertinentes o no. Podemos discutir si existe fraude generalizado en torno a las mismas o no, y perseguirlo en caso de existir. Pero no creo que sea justo calificarlas de «paguitas» para inmigrantes, y mucho menos contraponerlas a las pensiones más bajas para transmitir el mensaje de que por existir esas ayudas los españoles jubilados están en la miseria, como hacen algunos.
  • Por otro lado, realizar un análisis económico sobre la conveniencia o no de la inmigración basado en que aportan a las arcas públicas más de lo que cuestan, como afirman muchos «buenistas» que tachan de racistas y xenófobos a todos los demás es, en mi opinión, tremendamente miope y cortoplacista. Sí, probablemente aportan HOY vía impuestos y cotizaciones sociales más de lo que reciben: lógicamente consumen pocos recursos sanitarios en términos relativos a su porcentaje de población, pues son mucho más jóvenes que los españoles, y lo mismo sucede con las pensiones. Sin embargo, al ocupar mayoritariamente empleos de baja retribución, sus aportaciones vía IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social son en términos relativos más bajas que las de la media de los españoles y, en pocos años, cuando la población inmigrante vaya envejeciendo y por tanto precisando de una mayor cantidad de servicios sanitarios y pensiones de jubilación, incluidas las no contributivas, las cuentas pueden ser totalmente diferentes.

En definitiva, creo que hay muchas cosas debatibles relativas a la inmigración, entre otras:

  • Tratamiento legislativo y policial de la inmigración ilegal (no es tan sencillo deportar personas como muchos piensan, especialmente en el caso de menores no acompañados)
  • Determinación del número y perfil óptimo de los inmigrantes a incorporar y procedimientos de selección de los mismos: por suerte o por desgracia, no hay puestos de trabajo infinitos para cubrir, ni todos requieren del mismo perfil. Si se admite un número ilimitado de inmigrantes, o el perfil profesional de los que vienen no se ajusta razonablemente bien a la posible demanda no cubierta por trabajadores españoles, muchos de ellos acabarán desempleados.
  • Si deben o no existir mecanismos de ayuda a la integración de los inmigrantes y, en caso de considerarse necesarios, forma, duración, cuantía, e instrumentos y sanciones para evitar y castigar el posible fraude
  • Plazos y requisitos para conceder la nacionalidad a los inmigrantes
  • Planes específicos para mejorar la seguridad, incluyendo procedimientos de deportación rápida en determinados casos y siempre que legalmente sea posible

Lo que de ninguna manera me parece debatible es que ser español sea otra cosa que hallarse en poder del pasaporte emitido por el Reino de España (salvo que se hay incurrido en falsedades legales para obtenerlo), independientemente de que pueda modificarse la mayor o menor dureza de los requisitos para su adquisición. Y la retirada de ese pasaporte al extranjero nacionalizado, y no digamos ya a los hijos españoles que ese nacionalizado pueda tener, en caso de delinquir, me parece inconcebible a no ser que se pueda retirar también la nacionalidad a cualquier español de 17 generaciones. Es precisamente ese pasaporte lo que otorga la condición de ciudadano con todos los derechos y obligaciones, no el sentirte más o menos español, el tener mayores o menores conocimientos de la historia de nuestro país o el número de apellidos de origen español de tus antepasados. ¿O acaso vamos a admitir ahora que algunos ciudadanos de determinadas regiones de nuestro país no son españoles porque no sienten emoción ante la bandera o el himno de nuestro país? ¿O acaso vamos a decir ahora que Don Alfredo Di Stefano no era español?

En cuanto a lo de exigir un sentimiento de pertenencia a España como país de acogida olvidando el del lugar que te vio nacer, me remito a las palabras de Juanito Valderrama:

«Tengo que hacer un rosario
con la cuenta de marfil
para rezar con tu nombre
cuando esté lejos de ti.

para tener en mis labios
cuando me vaya a morir,
la suerte de estar besando
la gloria que dejo aquí.

Adiós mi España querida,
dentro de mi alma te llevo metida.
Y aunque soy un emigrante
jamás en la vida yo podré olvidarte.

Cuando abandone mi tierra
tendré mis ojos llorando,
porque es lo que yo más quiero
y atrás me lo iré dejando.

Llevaré por compañera
a mi Virgen de San Gil,
un recuerdo y una pena
y un rosario de marfil.

Adiós mi España querida,
dentro de mi alma te llevo metida.
Aunque soy un emigrante
jamás en la vida yo podré olvidarte.

Mi corazón de emigrante
lo llevo p’a tierra extraña.
Será como un estandarte
con la alegría de España. Como una madre amorosa
échame tu bendición.
Tu nombre, España, es la rosa:
la rosa de mi canción.»

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D