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David Mejía

Podemos: de guerrilleros a monaguillos

«Lo preocupante es que España marcha, una vez más, en dirección opuesta a sus aliados, es decir, a sus intereses»

Opinión
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Podemos: de guerrilleros a monaguillos

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. | Europa Press

Y ahora imaginen que Donald Trump, tras imponerse a Oprah Winfrey en las presidenciales de 2024, decide retomar la invasión de Bahía de Cochinos (cuando la menopausia masculina acecha a un megalómano en posición de poder, todo es posible). En su discurso ante la nación apelaría al riesgo de tener al enemigo a cien millas de su costa y a los lazos históricos que unen Estados Unidos con la perla de Caribe: «Ha llegado el momento de reincorporar Cuba a la familia americana, de la que nunca debió salir». En ese supuesto, ¿aceptaría Podemos el envío de armas a Cuba para enfrentar la amenaza imperialista?

Desde su fundación y hasta su entrada en el Gobierno de España, los chicos y chicas de Podemos no han ocultado su admiración por los ejércitos no regulares. Han llorado a Fidel Castro y encumbrado su revolución barbuda, han cantado el bella ciao hasta en los cumpleaños y en el corazón llevan a los milicianos que defendieron la Segunda República española. Por eso me sorprendió escuchar a Pablo Iglesias decir que «los civiles armados enfrentándose a un ejército profesional es el preámbulo de una tragedia». Para después señalar que había que ser cauteloso «con esto del heroísmo». ¿Dónde quedó la épica de partisano? ¿Dónde quedó aquello de que el derecho a portar armas es una de las bases de la democracia? ¿Dónde quedaron Huey P. Newton y su tesis: «Un pueblo desarmado puede ser sometido a la esclavitud en cualquier momento»? Y además de la contradicción hay un despiste: enviar material ofensivo no implica poner un fusil de asalto en manos del peluquero, sino poner drones en el aire y misiles antitanque a disposición del ejército.

Ante la invasión de Ucrania, el monaguillo ha sustituido al guerrillero en el imaginario de Podemos. ¿Armar a los ucranianos? Ni hablar. Si acaso enviar material defensivo para que sigan poniendo la otra mejilla. Seguro que así los rusos se compadecen y repliegan sus tropas. Como apoyo terrestre, quizá Yolanda Díaz pueda iniciar su «proyecto de escucha» en las inmediaciones de Kiev. Y a falta de tanques, podríamos homenajear a Gila enviando un Seat 600 con un enano dentro que, en lugar de disparar, insulte. Ya saben: «No mata, pero desmoraliza». La duda es si todo esto será suficiente para que los rusos desistan.

Lo preocupante es que España marcha, una vez más, en dirección opuesta a sus aliados, es decir, a sus intereses. Marcha incluso en contra de la realidad, porque España ya provee equipamiento letal a través del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, creado en marzo de 2021. Por lo tanto, una vez más, el pacifismo inane de algunos es señal de ignorancia o postureo. Pero a nivel comunicativo este postureo es relevante. España se desmarca públicamente de la actitud mayoritaria de la Unión Europea en un momento clave de su historia: ha abandonado el irenismo deeply-concerned y asumido un rol activo y realista frente al imperialismo ruso. La mala noticia es que cuando la UE ha pasado (¡por fin!) de los gestos a los actos, España se ha quedado atrás.

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