THE OBJECTIVE
César Molinas

Putin está perdiendo la guerra

«El riesgo de implosión de la economía rusa es cada vez más evidente»

Opinión
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Putin está perdiendo la guerra

Vladimir Putin. | Zuma Press

Escribo estas líneas teniendo como música de fondo el Russian Album de Anna Netrebko y Valery Gergiev, dos apestados por el bloqueo que Occidente ha decretado sobre la cultura, la música y el deporte rusos como parte de la respuesta a la insensata guerra que Putin ha desencadenado para conquistar Ucrania. Espero que esta música maravillosa me inspire para escribir las líneas que siguen.

Empiezo por algunos datos muy básicos. Rusia tiene, al tiempo de escribir estas líneas, un Producto Interior Bruto (PIB) muy similar al de España. Pero tiene 144 millones de habitantes mientras que España tiene sólo 44 millones. Eso quiere decir que, en comparación con los españoles, la inmensa mayoría de los rusos son más pobres que las ratas. Pero las cosas les van a ir muchísimo peor. El banco de inversión JP Morgan calcula que en el segundo trimestre del año en curso el PIB de Rusia se desplomará un 35%. Sí, repito, ¡un 35%! Si acaba ocurriendo un colapso semejante –cosa que a mí me parece muy probable- se generará una hambruna y el pueblo ruso, por el que siento la mayor de las simpatías, lo pasará realmente mal. Y el PIB de Rusia, que a principios de año era muy similar al de España, puede acabar 2022 siendo similar o inferior al de la Comunidad de Madrid. ¿A qué se debe esta horrible situación? Intento a continuación simplificar al máximo las complejidades técnicas de la respuesta a esta pregunta.

El rublo, la moneda rusa, no tiene ningún valor fuera de Rusia. Vale cero porque nadie en el extranjero quiere comprar rublos. Pero ese no es el principal problema. El principal problema es que el rublo también vale cero en Rusia. Y esto ocurre por las mismas razones que en el extranjero: nadie en Rusia quiere rublos, incluyendo a los que inútilmente hacen cola ante los cajeros automáticos para intentar sacarlos. Tradicionalmente las transacciones entre las grandes empresas rusas se han hecho en dólares y va a ser muy difícil conseguir que las hagan en rublos, aunque la ley les acabe obligando. Antes se moverán a una economía de trueque. Lo mismo ocurrirá entre particulares.

Muchos economistas se preguntan que, dado que el banco central ruso tiene reservas en moneda extranjera por valor de más de 643 mil millones de dólares (cerca del 50% del PIB ruso) –según publicó Michael Bernstam en el Financial Times del 26 de febrero pasado-, cómo es que no han movilizado estas reservas para apuntalar el rublo tanto en el exterior como en el interior de Rusia. Este es el quid de la cuestión: ¿por qué no lo han hecho?

La respuesta es sencilla, aunque no es fácil de explicar: no lo han hecho porque no pueden. Y no pueden debido a las sanciones impuestas por las potencias occidentales en respuesta a la invasión de Ucrania. La sanción que tiene consecuencias más terribles es la expulsión de Rusia del sistema de pagos interbancarios conocido como SWIFT. Este sistema está basado en anotaciones en cuenta electrónicas y es esencial para que los bancos centrales puedan comunicarse entre sí. Para Rusia estar fuera de SWIFT tiene dos consecuencias inmediatas. Por una parte, sigue siendo propietaria de sus reservas depositadas en otros bancos centrales, es decir, no ha sido expropiada. Pero, por otra parte, estas reservas están inmovilizadas porque no puede operar con ellas. Es como tener un coche con las ruedas pinchadas. Sigue siendo tu coche, pero no puede llevarte a ninguna parte.

Puede aducirse, como señala Bernstam, que las reservas inmovilizadas por no tener acceso a SWIFT son sólo el 60% de las reservas rusas y que el banco central ruso tiene 135 mil millones de dólares en oro en su caja fuerte, junto con 84 mil millones de dólares en valores chinos y 30 mil millones en efectivo en dólares y euros. Pero esto es poco consuelo porque no puede vender el oro para obtener dólares porque las potencias occidentales también han prohibido este tipo de operaciones. Además China no ha demostrado ningún entusiasmo por recomprar sus activos aunque sea con fuertes descuentos. Todo esto deja reducido el margen de maniobra ruso a los 30 mil millones que el banco central tiene en efectivo en moneda extranjera, que es una cantidad claramente insuficiente para prevenir y evitar el riesgo de implosión que se cierne sobre la economía rusa.

¿Sabe Vladimir Putin todo esto? Obviamente no lo sabía antes de invadir Ucrania, porque las sanciones occidentales son consecuencia de la invasión pero, aunque siempre es arriesgado darle malas noticias a un dictador, quizá alguien lo haya hecho. Quizás se lo haya dicho Elvira Nabiullina, gobernadora del banco central ruso, con fama de ser muy competente y seguidora y amiga del dictador. No puede haber sido Anna Netrebko porque, a pesar de ser también una fanática de Putin, no puede tener ni idea de qué puede ir todo esto. Pero en cualquier caso, aunque nadie le haya dicho nada a Putin, alguien se lo va a acabar diciendo. La pregunta es, entonces, ¿qué va a hacer Putin cuando se entere de cuál es la verdadera situación de Rusia, si es que no se ha enterado ya?

Pues Putin no tiene muchas alternativas. Por una parte, parece militarmente atorado en Ucrania. Esto puede lograr superarlo, pero le va a llevar más tiempo del que pensaba. Por la otra el riesgo de implosión de la economía rusa es cada vez más evidente. En otras palabras, Putin está perdiendo la guerra. En mi opinión, lo más probable es que Putin vuelva a elevar el tono con más amenazas de guerra nuclear si no se retiran inmediatamente las sanciones para que Rusia pueda recurrir a la totalidad de sus reservas para estabilizar su economía. ¿Qué hará entonces Occidente? ¿Dejar a Rusia volver a SWIFT? ¿Decir que Rusia va de farol? ¿O intentar abrir un período de negociaciones en el que se limiten las ambiciones rusas en Ucrania a cambio de darle más disponibilidad sobre sus reservas? A mí me parece preferible esta última opción pero ¿será posible?

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