THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

Irás y no volverás, Podemos

«Puede hacer falta -la hace- un partido de renovada izquierda, pero ese no es Podemos»

Opinión
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Irás y no volverás, Podemos

Hay dos partidos políticos en nuestra escena (partidos relativamente nuevos) que, según encuestas, pareceres, intuiciones y votaciones, van mal y no se espera que remonten, uno es de centro, Ciudadanos  y de plena izquierda el otro, Podemos. Me detendré en el segundo, pero diré algo del primero. Ciudadanos, nacido en órbita catalana -y allí fue bien- resultó un proyecto nacional ilusionante -aunque la política cada vez ilusione menos- que ha tenido dos jefes pésimos. Albert Rivera, con carisma, dejó el partido en su mejor momento para vivir una historia de amor. Prefirió lo personal y aunque dimitió meses después, el daño estaba hecho. Inés Arrimadas, su sucesora, fue una muy notable parlamentaria, pero como cabeza del partido está siendo desastrosa, y pese a la huida general, no ha tenido ni una palabra de autocrítica… ¿Qué les pasa a los políticos? Obvio que se vuelven vanidosos y pobremente ególatras, pero, ¿hasta semejante nivel de cerrazón? Parece que sí.

Podemos ha sido siempre -desde ahora se ve mejor- una mezcla anticuada de comunismo sovietizante y un vaho de acracia. Pero ello sí, servido por inmaduros y radicales profesores universitarios, que aparentemente lo tiñeron todo de una vaga (nunca analizada) modernidad joven y un tono mitinero, que de continuo evocaba, aunque no lo nombraran, Mayo del 68. Acabarían con «la casta» tradicional de la clase política, llena de privilegios, y claro es trabajarían -por definición- para el pueblo, las minorías de toda índole y los desheredados. Aunque debieron aquilatar mucho su discurso, tras sus primeros escaños en el Parlamento Europeo, apenas lo hicieron nunca, porque el mitin -esa es su función- exaltaba los ánimos, sin razones teóricas, y los exaltó. Ahí estaba un partido nuevo y novedoso de izquierda de verdad radical. Era como una vela pletórica al viento, y ahora (no hace tantos años) todo parece semicaído y desarbolado. El propio partido se escindió -Errejón versus Iglesias- y lo que lentamente se iba mostrando era, básicamente, vaciedad y mentira. El término «casta», denostado con razón, desaparece de su mapa político porque, tocado el poder, los podemitas -de no gran bagaje intelectual- se vuelven pura casta.

Una anécdota se torna alta categoría: Pablo Iglesias, aún con coleta, habla un día de su orgullo por vivir en un barrio popular de Madrid, pero apenas dos semanas después (semanas, no años) reaparece a toda plana, con su compañera Irene Montero, en un gran chalet de superlujo con una piscina que parece un lago y una casetita contigua que resulta ser una sauna, ¿da lo mismo? ¿no tiene importancia? ¿son los hechos lo que vale? La gente no lo entendió. Vio mentira donde antes pudo mirar ilusión, y empezaron a percatarse que por ardiente que sea el mitin, después debe haber algo. Imagen de honda inmadurez, tras los mítines de Podemos que culminan con banderas rojas y puños en alto e incluso -error fuerte- vivas al Che Guevara, no hay nada. El mitin fue precioso, pero ¿después? Todavía no lo saben. La coleta fue otro símbolo de inmadurez, de juventud aparente, se la quitó al perder en Madrid (un vicepresidente caído en unas elecciones autonómicas, algo hay detrás, con Sánchez a la cabeza, y no se ha explicado) pero todo llegó tarde. Se iba viendo que Podemos se tejió con muchas contradicciones, soflamas sólo y un casi continuado «fuese y no hubo nada». Pérdida continua de votos y pérdida de audiencia.

Es verdad que puede hacer falta -la hace- un partido de renovada izquierda, pero ese no es Podemos, que trata de vivir con mitos abolidos por la Historia: Lenin, Stalin, Fidel Castro, Chávez, Guevara y -vaya por dios- ¡hasta Putin por sus servicios en el KGB! Pablo Iglesias ha quedado en una sombra falsa e Irene Montero sigue en el mitin eterno, pero le falla la voz en metáfora. No hay que ser de derechas en absoluto para ver el enorme error de Podemos que, en secreto, alegra a Pedro Sánchez, porque hace de su PSOE (que disgusta a muchos socialistas) la sola izquierda votable. Podemos no castiga al PSOE desde sus barricadas, al contrario, le da alas… La gente es (somos) cada vez más pobres pero los políticos viven espléndidos, aunque se vistan de menesterosos falsos. Ya no podemos…             

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