¿Qué es una mujer?
«No se trata de defender mejoras en la vida de las personas transexuales, sino de imponer una ideología sexista y reaccionaria mediante una ley mordaza»
De un tiempo a esta parte, esta parece haberse convertido en la pregunta del millón y, pese a la aparente facilidad de la respuesta, en el exitoso documental de Matt Walsh con el mismo nombre, la mayoría de las personas a las que se les plantea la pregunta son incapaces de contestarla si no es repitiendo absurdas tautologías como «una mujer es quien se siente mujer» o «una mujer es la que se identifica como mujer». La verdad es que me llama poderosamente la atención que siempre se cuestione qué es una mujer, pero nunca qué es un hombre.
Antes, la mayoría de personas no tenían ningún problema en contestar la pregunta, es más, podía resultar incluso absurda por lo obvio de la respuesta, pero ahora es difícil contestar sin miedo a ser acusado de transfobia. Ese supuesto odio a las personas ‘trans’ es la excusa para cancelar charlas, congresos y presentaciones de libros e, incluso, para quemarlos o destrozarlos, como ha pasado con ejemplares de Nadie nace en un cuerpo equivocado, de José Errati y Marino Pérez, y El laberinto del género, de Pablo de Lora, cuyas hojas han servido para escribir amenazas de muerte a profesores en la Universidad Complutense. ¿En qué lado está el odio? Yo lo veo claramente en «la furia trans» que defiende Irene Montero.
«Ser hombre o mujer no solo tiene que ver con los genitales: es algo que está impreso en todas las células de nuestro cuerpo y comporta diferencias corporales presentes desde antes del nacimiento»
Hace unos días, Pablo Iglesias le preguntaba a Carmen Calvo insistentemente si Carla Antonelli era una mujer y ella se negaba a responder por razones evidentes: han sido compañeras de filas durante años y, estoy segura, siempre la ha tratado como una mujer, por lo que negarlo ahora la pondría en una situación realmente incómoda. Yo misma, desde que conocí por primera vez a una persona transexual a mediados de los 90, siempre me dirijo con el nombre y los pronombres que quieren y he llegado a proclamar públicamente que una ‘mujer trans’ es una mujer. El problema es que esta afirmación colisiona con la realidad.
Ser hombre o mujer no solo tiene que ver con los genitales: es algo que está impreso en todas las células de nuestro cuerpo y comporta diferencias corporales presentes desde antes del nacimiento y hasta después de la muerte, de tal manera que, al descubrir un cadáver, es fácil dictaminar el sexo del mismo. A pesar de esto, hay personas que no aceptan el sexo con el cual han nacido y, por supuesto, tienen derecho a vivir como se sienten y por eso la legislación vigente les permite el cambio registral, pero no podemos obviar que se trata de una ficción, porque su biología sigue inmutable.
«Desde 2018 hay una ola de contagio social que ha supuesto un incremento tan significativo que cada vez se ponen más de manifiesto los conflictos que acarrea esta ficción pactada»
Entiendo que un comentario así me puede acarrear el adjetivo de moda, pero antes de que suceda, permítanme que les transcriba las palabras de Álex -que nació mujer- cuando reivindica su derecho a seguir participando en la categoría femenina: «Creo que el [fútbol] masculino es aún un deporte muy machista, es un deporte que le cuesta aceptar cambios y que ahí tienes que ser un hombre de verdad para poder jugar a fútbol». Pese al cambio de nombre y a las inyecciones de testosterona, Álex no se considera un hombre de ‘verdad‘ y por eso prefiere seguir jugando en la categoría femenina. Y no es el único fallo que se produce en Matrix: si una mujer ‘trans’ es una mujer y un hombre ‘trans’ es un hombre y esto es indudable e indiscutible, ¿cómo es posible que la ‘ley trans’ contemple cambios en el DNI tantas veces como se desee?
Hasta hace pocos años, el tema no había ocasionado demasiados problemas porque afectaba tan solo al 0,01% de la población, pero desde 2018 hay una ola de contagio social que ha supuesto un incremento tan significativo que cada vez se ponen más de manifiesto los conflictos que acarrea esta ficción pactada. Y si la la ‘ley trans’ sale adelante con el redactado actual, estos se van a multiplicar ya que bastará solicitar el cambio en el DNI para pasar a ser hombre o mujer a todos los efectos. Un hombre con apariencia de hombre, con todos sus atributos intactos y sin necesidad ni de cambiar su nombre podrá a partir de ese momento, por ejemplo, entrar en los vestuarios femeninos con toda la incomodidad y el riesgo que supone para las mujeres.
«¿Cuántos niveles de ‘mujeridad’ hay y cómo se miden? Pues ni idea, la verdad, y suena bastante a los rancios estereotipos sexistas»
¿Por qué el feminismo fue el primero en alzar la voz contra la ideología queer y la ‘ley trans’? Pues por el evidente tufo misógino que desprenden y porque las mujeres somos las grandes perjudicadas. ¿Han visto a algún hombre protestando porque una mujer le arrebata un podio deportivo o un puesto en la lista electoral o porque ha sufrido alguna situación desagradable en un lavabo? No, porque somos las mujeres las que vivimos estas situaciones, las que somos borradas y a las que se nos deja en tal indefinición y de ahí que se cuestione machaconamente qué es ser mujer y la ministra de Igualdad sea incapaz de contestar esa pregunta. Excepto, claro está, de si se trata de una mujer ‘trans’, porque entonces no hay ninguna duda: es una mujer. De hecho, según la periodista Isabel Morillo, muchas mujeres ‘trans’ son más mujeres que ella. No sabía yo que había grados en esto de ser mujer. ¿Cuántos niveles de ‘mujeridad’ hay y cómo se miden? Pues ni idea, la verdad, y suena bastante a los rancios estereotipos sexistas.
Y es que oímos hasta la saciedad eso de «una mujer ‘trans’ es una mujer», pero no «un hombre ‘trans’ es un hombre», porque aquí no se trata de defender mejoras en la vida de las personas transexuales, sino de imponer una ideología sexista y reaccionaria mediante una ley mordaza: se invierte la carga de la prueba y la persona acusada de transfobia no sería juzgada por un juez sino por algún chiringuito transgenerista, es decir, elimina de un plumazo algunas de las bases del Estado de derecho y es por eso que tenemos que seguir luchando para que no se llegue a aprobar.
Coda: ¿Qué es una mujer? Una hembra humana adulta.