MyTO

La burbuja antimonárquica

«Para el nacionalpopulismo se ha convertido en obsesión cuestionar la Monarquía con la certeza de que eso desestructuraría lo que llaman Régimen del 78»

Opinión

El rey Felipe VI, durante su tradicional discurso de Navidad. | Europa Press

  • Málaga, 1966. Ha sido columnista en El País, El Mundo, Vocento y escribe para Joly; es comentarista político en Herrera en Cope y director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA). Libros: El artículo de opinión, El periodismo débil…

Esta última semana llena de ruido y de furia, después del pronunciamiento del TC que levantó un relato tan incendiario como grotesco sobre el enmudecimiento de la soberanía popular en las Cortes, por supuesto proclamado altisonantemente desde las propias Cortes, sucedió un pequeño episodio menor, apenas anecdótico, en el cara a cara del Senado entre Sánchez y Feijóo. El presidente, muy celebrado por la claque de conmilitones, le reprochó sus insultos al líder de la oposición: «¡Menos mal que no venía usted a insultar a la política nacional!». Es un reproche lógico, con una pequeña salvedad: Feijóo no había pronunciado ningún insulto. De hecho, nada que se pareciera a un insulto. Sánchez, sencillamente, llevaba memorizada su intervención, elaborada por los cabezas de huevo de Moncloa y escrita por sus speechwriters; y no iba a permitir que la realidad le estropease la arenga.

Nada raro. Sucede en cada sesión de control, en cada pleno, en cada sesión solemne… Nadie oye a nadie. Sólo dan su brasa particular.

El discurso del Rey cada año es un termómetro de esta norma, que bordea la parodia en el caso del nacionalpopulismo, aunque no son los únicos que tienen diseñada su respuesta antes de oír al Rey. Lo suyo recuerda el caso de aquel legendario crítico literario al que su director, extrañado por el contenido de los textos, le preguntó si realmente leía los libros que criticaba en el periódico:

– No, no… no los leo para no dejarme influir.

Notoriamente algunos no oyen al Rey para no dejarse influir al comentar el discurso del Rey. Eso podría modificar sus prejuicios, sus consignas, sus marcos mentales. Y es obvio que el Rey es sólo una coartada para dar rienda suelta a los fetiches que forman parte del burdo aparataje ideológico. Algunas de sus exigencias de lo que debería decir el Rey resultan simplemente ridículas, como si le correspondiera al jefe del Estado actuar como un cruce de Echenique y Lilith Verstrynge, entre el sectarismo y la indigencia. Paradójicamente, si el Rey dijese lo que le reclaman que diga, entonces sí que se parecería a los que en Podemos denuncian que es. Después está lo de Vox, que parecen querer ver a don Pelayo redivivo. En definitiva es un ejercicio curioso pararse ahí, a oír o leer sus valoraciones: ¡parece imposible que estén hablando del mismo discurso!

«Cada grupo ideológico se aísla en su burbuja consumiendo medios que reafirman su relato»

Y ni siquiera habría que irse a los extremos de la derecha o la izquierda para dar con esos contrastes delirantes. Sucede dentro del mismo Gobierno.  Podemos defendía «la falta de legitimidad democrática en la jefatura del Estado» –esa moda de negar la legitimidad– que incapacita a Felipe VI para «cumplir adecuadamente con la función institucional de arbitrar y moderar los poderes del Estado». Y sus socios del PSOE, por el contrario, que «el mensaje de S.M el Rey Felipe VI demuestra que tenemos un Jefe de Estado consciente de los desafíos del país, europeísta y sabedor de que solo desde la unidad, el respeto a la Constitución y la integridad de las instituciones en tiempos difíciles». Echenique los caricaturizaba como súbditos. Entre los principales aliados del PSOE, como Esquerra, el presidente de la Generalitat catalana sostenía que tras el discurso de ese Rey sin integridad se reafirman más que nunca en sus valores republicanos contra «la estructura institucional del régimen del 78». El otro socio de la mayoría de legislatura, Bildu, ponía al Rey cabeza abajo, que no necesita mucha hermenéutica. Con esos socios, sorprende lo que en el PSOE dicen del Rey.

En realidad todo es un puzzle de monólogos, aunque se le denomine conversación pública. Ese es un rasgo determinante en la polarización con el efecto burbuja. Poca broma. Mark Lilla ha alertado sobre una sociedad cada vez más dividida al vivir en realidades paralelas: cada grupo ideológico se aísla en su burbuja consumiendo medios que reafirman su relato, y proyectándose en las redes con sus followers bajo el espejismo de estar en el lado correcto frente a los enemigos. Ese tribalismo fracturado del que habla Lilla en El regreso liberal por supuesto se propone minar lo común. Lo que Todd Gitlin denominó El crepúsculo de los sueños comunes.

No es raro que algunos ataquen con particular saña al Rey, con relatos desconectados de la realidad para dar rienda suelta a la consignas antimonárquicas. Los factores que más pueden unir son precisamente aquellos sobre los que las burbujas iliberales percuten con más enconamiento. Para el nacionalpopulismo se ha convertido en una obsesión cuestionar la Monarquía con la certeza de que eso desestructuraría lo que llaman Régimen del 78. Algo mucho más que anecdótico.

6 comentarios
  1. Psilvia

    Por lo general, quien pretende desprestigiar o subestimar el discurso del monarca solo selecciona de manera aislada los lugares comunes del relato obviando su nexo de unión con otras partes del discuso, Teodoro. Por ello, al margen de las interpretaciones que cada cual podamos hacer de ese discurso, es obvia la posición e insistencia de D. Felipe, este año, sobre la necesidad de cuidar la democracia, de defender los valores y principios constitucionales. Amén de que fortalecer las instituciones pasa por que estas se guíen por la razón, respondan al interés general y colaboren de forma leal con respeto a la Constitución y a las leyes (se entiende que hacer lo contrario debilita y erosiona las instituciones).

    Por otra parte, D. Felipe, en su discurso, recordó y ensalzó a nuestro país como «una de las grandes naciones del mundo con muchos siglos de historia». ¿A quiénes podría ofender esta verdad? ¿Cree que D. Felipe debería haber evitado ensalzar nuestra nación para no molestar a los nacionalismos regionales o periféricos o cree que su intención era la de «querer ver a D, Pelayo redivido» ?

  2. Blasde

    Lo de «querer ver a don Pelayo redivivo» en referencia a Vox, sobra. Porque es mentira.

  3. Incandescente1

    Yo me doy por aludido.
    Yo escuché al rey todo el discurso.
    Yo nunca me he declarado antimonarquico, siempre que me sirva para algo.

    Escribí después lo siguiente: «un discurso vacío, teniendo en cuenta lo que está pasando, . Yo le notaba que no estaba satisfecho con lo que decía, equiparando la parte de España que apoya lo que se supone que él defiende, con los que tratan de separar, privilegiar a algunas partes en detrimento de otras y asaltar las instrucciones, especialmente la justicia. Equiparar una parte y la otra, es un acto de cinismo inaceptable y una cobardía
    Vuelvo a repetir que la situación actual tiene culpables y no es aceptable el discurso de la «polarización», es injusto.»
    «Ramendi. El rey no dijo todo lo que tú dices, sólo dijo lo obvio, tan obvio, cómo sería increíble que dijera lo contrario.
    El rey ni pronunció la palabra «justicia» ni. «Cataluña»
    El rey ni insinuó quién de los que debían ponerse de acuerdo estaba haciendo algo mal.
    El rey ni siquiera dijo de una manera concreta, que estaba mal.
    El rey lo único que hizo, fue intentar salvarse a sí mismo , haciendo un ejercicio de malabarismo.

    Cobarde, cínico y egoísta»

    «España no pertenece a ninguna familia »

    Esto entre otras cosas he dicho yo, me mantengo y me reafirmo.

    En cambio, tú no has venido a refutar mis tesis y las de otros, has venido (igual que otros) a cavar una trinchera para defender al rey de las críticas, unas justas y algunas injustas. No eres más que un mercenario, a sueldo, utilizando como arma la basura retorica.

    Termino con unas preguntas después de leer los artículos de «trinchera», escritos por los mercenarios del asunto.
    Para que sirve nuestro rey y jefe de estado?
    Qué significa moderar?
    Si ante una gravísima situación como la actual, sólo cabe en sus atribuciones un discurso vacío, por qué debemos gastar nuestro dinero?
    Mis argumentos son populistas? Creo que no, el populismo está más cerca del gregarismo patético, de no cuestionarse nada y tomar a una persona o institución como algo divino.

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