THE OBJECTIVE
Enrique Cocero

Cebos

«Vuelven el PSOE y Pedro Sánchez a avivar la presencia de Vox en posibles gobiernos postelectorales. Es un recurso que fue útil y hoy está desgastado»

Opinión
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Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. | EP

Hubo una época en la que se decía que Podemos era una creación del Partido Popular que, por aquella época, habitaba Moncloa. Una invención financiada con dinero amigo para desgastar al PSOE y tenerle un tiempo entretenido mientras se recomponía después de las legislaturas de Rodríguez Zapatero.

Honestamente, de haber podido, yo lo hubiera hecho. Lo hubiera hecho por provocar aquellos años de parlamentarismo que convocaban en una misma sesión a Mariano Rajoy, a Pablo Iglesias y a Aitor Esteban y que no han podido ser reemplazados.

Hoy tenemos un Congreso de los Diputados efectista, sin estilo, nada riguroso con las formas ni con el fondo. Un Congreso en el que no se respira ni una molécula de disciplina ni respeto. Es más, tampoco hay ninguno de ambos auto-aplicado desde la propia institución: ni autodisciplina, ni autorrespeto.

Miren; a mí esto de la política siempre me ha encantado. De hecho, porque siempre he sido más alto que la media de mi edad y, de paso, más corpulento, que, de no haberlo sido, hubiera sufrido mucho por esta afición en el patio del colegio.

¿No me creen? En 1986, con 14 años, fui con mi madre a la Feria del Libro y lo que me compré fue El Show de sus Señorías. Pero no sólo lo compré, sino que le pedí a Luis Carandell que me lo dedicara. Es más, le pedí que especificara que la dedicatoria era para Enrique Cocero hijo, no fuera a ser que mi padre se lo agenciara.

Entienden ahora lo del patio, ¿verdad?

Disfruté mucho de su lectura y todas las anécdotas que contaba me parecían geniales. Luego, con el tiempo (bastante tiempo), volví a leerlo y sus señorías no me parecieron tan geniales, pero seguía siendo entrañable.

Ahora, acostumbrado al parlamentarismo actual, creo que la recopilación de Carandell es una genialidad llena de momentos brillantes. Tan brillantes como los pocos diputados en activo que aún mantienen nivel y que, por tanto, destacan.

Así que, si el enfrentamiento Rajoy–Iglesias junto a las aportaciones de Esteban no hubieran existido, pues sí: habría que haber aportado medios para crearlo.

«Nadie cuestiona si Vox es una invención del PSOE»

Pero, miren por donde, nadie cuestiona si Vox es una invención del PSOE. No lo es pero, si algo es, es un recurso que una vez fue útil y hoy está desgastado.

Porque, por cuarta vez, vuelven el PSOE y Pedro Sánchez a avivar la presencia de Vox en posibles gobiernos postelectorales.

Al principio era un cebo fácil: Pablo Casado habló en su discurso de la convención de 2018 de recuperar los valores tradicionales del PP. Esto suponía hacer volver a casa al votante de Vox que se había ido enfadado. Pero ese votante ya no volvería. Ese votante se mantendría en Vox porque Casado tampoco era la opción.

El caso es que para el PSOE era una oportunidad, porque comenzaron a dar salida a una estrategia interesante: interpelaban a Vox y no al PP, con lo que Casado intentaba alcanzar esas bolas parabólicas, lo que le hacía moverse a la derecha. La identificación derecha / ultraderecha era cada vez mayor y, con un Ciudadanos en rompan filas, le PSOE sólo tenía que ocupar el centro.

Tarea complicada gobernando con Podemos, pero al menos sabían que, desde donde se ubicaba el PP, estos no eran una amenaza con el votante moderado.

Esa estrategia se acabó desgastando y fue reemplazada por otra algo más… tosca y, desde luego, más ineficaz: la premisa es sencilla: «Que no se vote al Partido Popular porque trae en el mismo pack a la ultraderecha», lo que deja al PSOE como el partido a votar.

Lo hizo en las elecciones de Madrid de 2021 e Isabel Díaz Ayuso, no sólo se impuso al propio Pedro Sánchez, sino que obtuvo más escaños que todo el bloque de izquierdas, radical o no. Lo hizo en las elecciones de Castilla y León y no pudo evitar que esa alianza se produjera: es decir, su premisa se hundió y ahora tenemos una Comunidad Autónoma que no entra (que sepamos) en liza el próximo 28 de mayo.

Lo hizo en Andalucía y no sólo Juanma Moreno logró mayoría absoluta, sino que hubo un traspaso no menor de votantes del PSOE al PP para, (oh, ironía) dejar al PP las manos libres de Vox.

Es más: en esa campaña, Vox anduvo perdido y desorientado desde el principio, lo que hundió una posible confianza del votante, al menos del nuevo votante.

«Sánchez ha montado una fábrica de desactivar bulos, sin entender que el concepto ya está muy erosionado»

Pero Pedro Sánchez ha vuelto a esta argumentación y no parece que vaya a cejar en esa estrategia. La novedad no es ya la advertencia, o amenaza o aviso (como lo quieran llamar).: la novedad es que ahora viene acompañado de «tecnología y método» (las comillas no son por referir un literal: son por denotar sarcasmo).

Lo digo porque han montado una fábrica de desactivar bulos, sin entender que el concepto ya está, también, muy erosionado, porque, las que podían ser más o menos independientes, quedaron fagocitadas por la propia izquierda y la ultraizquierda.

Maldita, El Objetivo o tantas otras que imitaron un modelo surgido en (¡cómo no!) Estados Unidos en 2012, eran tan apuntadas y explotadas por la izquierda, que se convirtieron en herramientas de referencia de las que beber cuando se daba la razón a los tuyos y a las que ignorar cuando se la daban al rival.

Con lo cual, no sólo la herramienta ya está más que amortizada, sino que no parecen entender que, el público que pueda tener esta nueva comisión antibulos, es el mismo público que ya tienen.

En mi primera campaña en Estados Unidos me dijeron una frase que tengo siempre muy presente: gasta poco en quien te va a votar siempre y no te dejes ni un dólar en quién no te va a votar nunca.

Poner en marcha esta plataforma no productiva es dejarse dinero en quien siempre te va a votar, en quien ya te está escuchando, sin tener en cuenta que los ajenos no van a escuchar y que suplir a la prensa desde la política está completamente deteriorado.

Así que la innovación no es aplicar métodos antiguos en sitios nuevos, sino que esa innovación debe venir por entender mejor a la población, no a los que ya conoces y, sobre todo, a los que ya te conocen.

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