THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

55 días en Pekín (o en La Moncloa)

«Sánchez ha decidido jugar a la ruleta rusa y resistir en el búnker de La Moncloa como si estuviera recreando la célebre película producida por Samuel Bronston»

Opinión
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55 días en Pekín (o en La Moncloa)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

La anticipación de las elecciones generales que anteayer anunció Sánchez, y que nos llevará a votar dentro de 55 días, retrata de manera significativa y por varios motivos el ADN del inminente expresidente del Gobierno. Primero, porque en el proceso que él mismo explicó para adoptar la decisión anunciada incumplió el procedimiento establecido en la Constitución cuyo artículo 115 exige la «previa deliberación del Consejo de Ministros», circunstancia flagrantemente incumplida, demostrando así su escaso respeto a las reglas constitucionales.

Segundo, porque según todos los indicios adoptó la decisión sin consultar a los dirigentes de su partido y escuchando solo a sus lugartenientes monclovitas -Antonio Hernando, Óscar López… – y al todoterreno Félix Bolaños -el ministro que tiene que subir-, dando una muestra más de su desprecio al propio PSOE. Tercero, porque en su breve interlocución el todavía presidente faltó a la mínima regla consuetudinaria de urbanidad política omitiendo cualquier felicitación al partido ganador de las elecciones, volviendo así a evidenciar la ausencia de fair play que le caracteriza. Cuarto, y entrando ya en el fondo de la cuestión, porque adelantar las elecciones es una apuesta a la desesperada propia del que no se resigna a morir y que para intentar evitarlo adopta cualquier decisión que, por sorprendente e inesperada, ofrezca alguna posibilidad de revertir la situación.

Y en efecto, anticipar la convocatoria electoral ha resultado sorprendente e inesperado para todo el mundo. Eso sí, solo supone que Sánchez ha decidido jugar a la ruleta rusa con cinco balas en el tambor de la pistola jugándoselo todo a que cuando se apriete el gatillo el cañón esté alineado con el único hueco vacío. Y hasta entonces, resistir 55 días en el búnker de La Moncloa como si estuviera en Pekín recreando así la célebre película producida por Samuel Bronston. Sucede que ni Sánchez es Charlton Heston, ni Pilar Alegría es Ava Gardner, ni Bolaños –el ministro que tiene que subir- es David Niven. Tampoco los papeles de buenos y malos coinciden con los asignados en el citado film y, además, para desgracia de Sánchez todo apunta a que el final de su película no coincidirá con el de la histórica superproducción siendo más que probable que Sánchez, Alegría, Bolaños -el ministro tiene que subir- y los demás serán desalojados de la ciudad amurallada que hoy ocupan.

«El espantajo de una posible alianza entre PP y Vox que esgrime la izquierda no espanta al electorado»

Es así por mucho que quieran aferrarse a una interpretación forzada de los resultados del 28-M. Esgrimir que respecto de 2019 el PSOE solo ha perdido un punto y medio porcentual de apoyo electoral implica desconocer las reglas de la competición, dado que lo significativo es que en 2019 los socialistas sacaron siete puntos porcentuales al PP y ahora han quedado 3,5 puntos porcentuales por detrás. En una carrera de atletismo, de motos, de coches o electoral no importa tu marca personal, lo relevante es el puesto en el que quedas y si hablamos de la última, la distancia con tu competidor. Y ahí el PSOE ha pasado de ser primero a ser segundo habiendo perdido más de diez puntos porcentuales en su comparación con el PP.

Y también es así por mucho que se aferren a las circunstancias postelectorales que tengan lugar en el proceso de conformación de los Gobiernos municipales y autonómicos. Parece ser que Sánchez ha valorado el hipotético coste político que habría de soportar el PP al coaligarse con Vox en los diferentes ejecutivos locales. Olvidan él y los suyos que una determinada gestión del calendario postelectoral puede posponer los acuerdos autonómicos de Gobierno hasta después del 23 de julio y dejar las alcaldías al candidato más votado, lo que puede desactivar el explosivo que creen haber fabricado.

Y, además, ignoran lo sucedido en Castilla y León, donde pese al Gobierno regional de coalición constituido en su día, el 28-M el PP ha subido un 4,5% en voto municipal, Vox ha aumentado un 4,2%, y el PSOE ha bajado un 2%, porcentaje de descenso superior al que ha sufrido en la globalidad del territorio español -1,7%-. Parece ser que el espantajo de una posible alianza entre PP y Vox que esgrime la izquierda no espanta al electorado que anhela liberarse de Sánchez, del sanchismo, de sus socios de Gobierno, de sus alianzas parlamentarias y de sus políticas y decisiones.

«Se estima que, entre las vacaciones y el puente de Santiago, un 25% de los españoles se encontrarán fuera de su residencia habitual»

En fin, pese a que como hemos anticipado la pistola agarrada por Sánchez para practicar la ruleta rusa tiene cinco balas, él ha considerado que ésa es su única opción. En términos del mus, se ha comportado como el musolari que tiene casi perdido un juego al tener la pareja contraria 29 piedras y la suya solo un amarraco, y sin mirar las cartas plantea: ¡órdago a grande y a chica!, con la esperanza de llegar vivo a los pares y al juego para, si se da el caso, echar dos nuevos órdagos.

Como la Historia trata de manera desigual a los vencedores y a los perdedores, lo más probable es que en el futuro se describa a Sánchez como el gobernante alocado que se autopracticó la eutanasia política anticipando en cinco meses su defunción como presidente del Gobierno. Si por el contrario le saliera la carambola, los libros contarán que hubo en España un político intrépido al que su audacia y valentía le llevó al triunfo. Somos los españoles los que el 23 de julio decidiremos lo que la Historia contará de Sánchez. Eso sí, hemos de decidirlo con el quilombo que puede suponer el ejercicio del voto en pleno verano, en una fecha en la que se estima que, entre las vacaciones y el puente de Santiago, aproximadamente un 25% de los españoles se encontrarán desplazados de su residencia habitual.

Proporciona escalofríos considerar que el ejercicio de su derecho al voto va a depender de la eficacia que demuestre la entidad pública Correos en el reparto a domicilio y en mano a cada solicitante de la documentación necesaria para ejercitarlo. También da calambre considerar el trasiego de vehículos que puede ocasionarse en las carreteras españolas por los viajes exprés de ida y vuelta entre el lugar de vacaciones y su colegio electoral de todos aquellos a los que no se les haya podido facilitar el voto por correo. Pero, claro, es una ingenuidad considerar que una u otra circunstancia hayan sido tenidas en cuenta por Sánchez a la hora de adoptar su decisión. ¿Pensar en los españoles? ¡Hasta ahí podía yo llegar! habrá sido su reflexión. 

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