THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Se empieza a despejar el escenario

«El famoso túnel tenebroso es al final en el que se ha metido Sánchez sin saber dónde se encuentra la salida que le permitiría superar el fiasco del cara a cara»

Opinión
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Se empieza a despejar el escenario

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo al inicio del debate electoral.

Tuvo suerte Sánchez de que la cumbre de la OTAN se iniciara al día siguiente del cara a cara con Feijóo. A las pocas horas salía pitando hacia Lituania, lo que le evitaba escuchar las crónicas unánimes de las emisoras de radio que le consideraban perdedor y leer los editoriales y columnas de los periódicos de papel y digitales, donde incluso los más afectos al régimen, a su régimen, daban un varapalo al presidente por la forma, y el fondo, con el que había abordado el debate. Su última posibilidad de remontada, su último cartucho. 

Feijóo se defendió con datos y con seguridad ante un Sánchez más faltón de lo habitual. El gallego, harto de interrupciones, decidió interrumpir él también y lo hizo con menos torpeza que Sánchez. Al presidente se le veía cada vez más agobiado, más acorralado. Los brillos en la cara no eran consecuencia de un mal maquillaje, sino de sus nervios.

Uno de sus colaboradores intentaba justificarse la mañana del martes: «El presidente no se deja aconsejar, no acepta ni una mínima sugerencia». Lo habitual en alguien sobrante de soberbia. Se ha dicho varias veces que Pedro Sánchez es el peor enemigo de sí mismo, y el mal talante que mostró ante Feijóo le convirtió en perdedor de una contienda en la que tenía todas las de ganar… y salió escaldado. 

«Vox pierde votos a chorros y se desinfla Sumar»

Las cosas se le están poniendo difíciles al presidente de Gobierno. Feijóo es un adversario más peligroso de lo que suponía, sabe qué tiene entre manos, su experiencia de gestión es muy superior a la de Sánchez y se nota, y se ha tomado en serio la campaña electoral. Recorre el mapa de arriba a abajo, no olvida la España rural, se toma la molestia de estudiar los problemas de las regiones a las que acude y preparó el debate a fondo. En solo un día, y eso que Sánchez se tomó cuatro. O no tiene el presidente una cabeza suficientemente amueblada o se tomó esa preparación a título de inventario, no se sabe qué es peor. 

El escenario político ha cambiado en las últimas semanas. Los dos socios preferenciales de quienes aspiran a gobernar no atraviesan su mejor momento. Vox pierde votos a chorros, y se desinfla Sumar. Nos cargamos de razón los que llevamos años diciendo que Yolanda Díaz no es ni de lejos la mujer que puede convertirse en la gran figura de la izquierda. En el PSOE ya lo dicen abiertamente y algún socialista hay que confiesa que no comprende que Sánchez no se diera cuenta de su escasa envergadura. Sí lo vio Alfonso Guerra a la primera, cuando dijo que Yolanda era un bluff. Lo era. Lo es. 

 Vox superó los 50 escaños en las anteriores elecciones, ahora los sondeos le adjudican en torno a 40, y después de la peripecia de Murcia, que le pasará factura, Abascal se daría con un canto en los dientes si lograra 30 escaños. Sumar no va mucho mejor aunque aspiraba a ser un potente tercer partido. ¿Quién está ganando votos entonces en esta España que celebra unas generales dentro de dos semanas?

«Si Feijóo alcanza los 150 escaños le aparecerán novios debajo de las piedras»

Se ve nada más pisar la calle, algo que no suelen frecuentar la mayoría de los políticos españoles. Al PP le fue muy bien el 28-M, hubo errores en las negociaciones con Vox, y Sánchez pensó que con una pequeña ayuda más, la suya, que pensaba dar a Feijóo hasta en el carnet de identidad en el debate, enviaría a galeras al presidente del PP. Al famoso túnel tenebroso, que al final se ha convertido en el túnel en que se ha metido el presidente de Gobierno sin saber dónde se encuentra la salida que le permitiría superar el fiasco del cara a cara.

Qué complicada es la política… Un error, una mala frase, un descuido, puede cambiar el rumbo de una campaña electoral. Un gesto puede hundir al mejor candidato, o llevar a las alturas a alguien de quien no se esperaba nada. 

Si Feijóo alcanza los 150 escaños, y los puede alcanzar, le aparecerán novios debajo de las piedras ofreciendo sus escaños para la investidura e incluso para toda la legislatura. Y entonces Vox comprenderá que no se pueden exigir gobiernos con resultados pírricos, ni proponer derogaciones de leyes vigentes en toda Europa, ni dar lecciones de moralidad, ni promover a figuras de medio pelo para que sean consejeros o ministros. Y Yolanda comprenderá que hacer política es cosa muy seria, no una aventura en la que se encandila a los ciudadanos a golpe de supuesto glamour.

En unas elecciones generales se separa al grano de la paja, y en esta España actual, sobra paja a punta pala.

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