THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Frankenstein+, el nuevo Frente Popular

«Sánchez representa lo peor de la República. Si pudiera anularía al discrepante. Retuerce los poderes del Estado para permanecer al frente del gobierno»

Opinión
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Frankenstein+, el nuevo Frente Popular

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.

A pesar de que el 23-J el Partido Popular ganó las elecciones, la realidad es que los ciudadanos votaron bloqueo. La izquierda desde esa misma noche decidió no asumir su derrota y aferrarse a una España rota en dos bloques políticos que no se reflejan en una realidad social. En la sociedad española no hay dos bandos irreconciliables. Es la izquierda política la que dibuja una nación rota en dos bandos que convierten a la «ejemplar transición democrática» en una completa mentira. Todo por conservar el poder.

Hoy se constituye el Congreso surgido de las urnas para elegir al presidente de la Cámara y a los miembros de la mesa. La actuación de los partidos políticos, de la mal llamada izquierda, demostrará que con Sánchez retrocedemos a tiempos políticos pasados. En 1936 se llamó Frente Popular y hoy se llama Gobierno Frankenstein+. Lamentablemente, se dan demasiados paralelismos entre la forma de actuar de la izquierda hoy y la del final de la República.

La República en España no responde a ninguna de las acepciones con que la define el diccionario la Real Academia Española (RAE). La República es un mito nostálgico al que se le atribuyen virtudes y valores rigurosamente falsos perfectamente construidos por el imaginario de la izquierda.

Las repúblicas en España han sido momentos que, objetivamente, han resultado ser un fracaso político y un desastre social. Sin embargo, la izquierda reivindica la unidad de las izquierdas, como en la República, porque para ellos representa la ilusión de tener un poder político absoluto, sin restricciones, para implantar su ideología en la que presuntos derechos colectivos se anteponen a las libertades individuales anulando a la oposición y al disidente.

La República fue un periodo degenerativo en el que la izquierda más radical instauró un clima pre- revolucionario, atentó de forma violenta contra instituciones como la Iglesia —quemando y saqueando templos— asesinando curas, monjas, profesionales o rivales políticos como Calvo Sotelo. El asesinato de Calvo Sotelo y sus circunstancias determinaron que muchos militares, que todavía dudaban o permanecían indiferentes, se sumaran al golpe de Estado del 17 y 18 de julio que desencadenó la guerra civil española.

«Con la derrota en la guerra y la consolidación del régimen franquista, la izquierda inició la construcción del mito de la república»

No hace falta recordar cómo terminó la última República. El alzamiento nacional, la Guerra Civil y los 40 años de la dictadura franquista. Es importante destacar que el general más joven y laureado del ejército republicano español era Francisco Franco. Ese reputado militar de su época, que junto al General Mola y otros compañeros de armas, decidieron poner fin al caos político y social de España que era la II República.

Tres años dramáticos de dura guerra civil culminaron con la victoria del bando nacional, que instauró la dictadura de Franco que se prolongó durante 40 años. Con la derrota en la guerra y la consolidación del régimen franquista, la izquierda inició la construcción del mito de la república, que transforma aquel negro periodo en un tiempo político lleno de virtudes, parabienes políticos y sociales que debería ser reinstaurado en España.

Con Sánchez la izquierda está instalada en el mito reivindicativo de la república. Actúan como lo hizo el Frente Popular. Sánchez representa lo peor de la república. Ha eliminado la separación de poderes. No confronta con otras ideologías, sino que enfrenta y si pudiera anularía al discrepante. Recordemos que la república de la que ellos hablan se sostuvo con fraudes electorales, manipulación, eliminación, persecución y exterminio. Ha perdido las elecciones pero se comporta como si las hubiera ganado. Retuerce los poderes del Estado para permanecer al frente del gobierno. 

Esta conducta de las izquierdas permite afirmar, una vez transcurridos más de 40 años de democracia, que es más que evidente que la izquierda no fue parte activa de la transición. Fue un agente pasivo. A pesar de que se consideran padres de la misma no hicieron la transición política. La transición, representada por la Constitución de 1978, suponía el reencuentro de las dos Españas, la legalización de los partidos e ideologías, la Amnistía General y la convivencia democrática para construir un futuro.

La transición española fue el movimiento de la derecha hacia el «republicanismo político», pasando de la dictadura a la plena democracia. La izquierda fue un agente pasivo, que acompañó la transformación de la derecha sin asumir la reconciliación y saltó hacia la unidad y el futuro que le correspondía por su papel en la República. La izquierda fue un agente pasivo porque sabía que el final de la transición culminaba con la reconquista de ese poder que perdieron en la II República.

Así, en 1982, el PSOE, con Felipe González, conquistó el Gobierno de España, restituyendo mitos, nombres y personas de la República a los que les crearon el oportuno relato muy diferente a su verdadero comportamiento. Implementaron leyes de la izquierda y comenzaron la destrucción de la estructura democrática moderna hacia la ocupación del poder. Un ejemplo, el PSOE en el año 1985 aprovechó su mayoría parlamentaria para reformar la Ley del Poder Judicial. Eliminaron la independencia del poder judicial sintetizada en la frase del vicepresidente Alfonso Guerra: «Montesquieu ha muerto». 

«Hoy con Sánchez el PSOE representa lo peor del republicanismo negro en su proceder político»

La prueba de que la izquierda nunca hizo la transición comenzó en 1993. El PSOE sintió que, por primera vez en la democracia, podía perder el Gobierno de España y para dinamizar el voto hizo su campaña electoral utilizando la imagen de un dóberman rabioso que representaba a la derecha que quería «una España en negativo que mira hacia atrás y se oponen al progreso». Desde ese momento, la izquierda de forma constante califica a la derecha de «radical», «extrema», «franquista», «fascista» y «guerra civilista». Además, impugnan y destruyen el presunto espíritu de la transición mediante leyes como la Memoria histórica o la Memoria democrática que reescriben la historia y vuelven a agitar el enfrentamiento y la división cambiando su relato. Además, para mantener unido al gobierno Frankenstein+ son capaces incluso de blanquear y victimizar a los terroristas nacionalistas vascos que atentaron contra la democracia. Lamentablemente, hoy con Sánchez el PSOE representa lo peor del republicanismo negro en su proceder político. Sánchez, lejos de entender que ha perdido por mandato de las urnas, intenta mantener el gobierno como sea. Todo le vale.

Hoy debe constituirse la Mesa del Congreso y para el día 23 estarán constituidos los grupos parlamentarios. Para tener grupo propio hay que contar con al menos 15 escaños o superar los cinco diputados y obtener el 5% de los votos en todo el país, o bien el 15% en todas las circunscripciones en las que se concurre. El Congreso surgido de las elecciones del 23-J debería contar con los grupos: PP, PSOE, Vox y Sumar porque superan la cifra de los 15 integrantes, mientras que Bildu y el PNV pueden hacerlo por obtener más de 5 escaños superando el 15% de los votos donde se presentaron. En el grupo mixto deberían estar: ERC, Junts, CC y UPN.

Pues no será así porque con Sánchez a la cabeza se repetirán las trampas a la ley. La izquierda ofrecerá prestados diputados a estos grupos para que se puedan conformar como grupo parlamentario, con todo lo que ello supone de asignación económica. Mucha pasta que regala Sánchez de nuestro dinero para comprar voluntades. Grupos a los que les regala tiempo de intervención en los plenos, presencia en comisiones y asesores de grupo. Tantos grupos parlamentarios, no elegidos por la ciudadanía, traslada la imagen de que la izquierda es más y que tiene una mayoría social.

El 23-J los españoles votaron bloqueo con la consiguiente imposibilidad de formar un gobierno estable, por lo que probablemente sean necesarias nuevas elecciones para aclarar el espacio político. Lo que está haciendo Sánchez y el PSOE sí que dejará huella para la historia. Eso que tanto le preocupa.

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