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Eduardo Laporte

El PP debería abrazar la tecnocracia

«Que busquen a un nuevo Adolfo Suárez. Alguien con sentido de Estado, capacidad de diálogo y que no abomine de territorios clave como Cataluña»

Opinión
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El PP debería abrazar la tecnocracia

Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular. | Europa Press

Recuerdo un Día del Libro, allá por 2008, en el que Mariano Rajoy daba la cara tras otro varapalo electoral. Primero, un prístino Zapatero se lo merendó gracias a las mentiras del abulense Ángel Acebes, por entonces ministro del Interior. Cuatro años después, Rajoy volvió a perder y la derecha mediática lo desmembraba vivo en cuantas tribunas era posible. 

Sin embargo, él aguantaba ahí, con su particular seny gallego (semos plurinacionales) sabiendo que, como dice Kafka, la paciencia es la mayor de las virtudes. Pero había que estar ahí. Yo estaba allí, sin ir más lejos, en el Círculo de Bellas Artes, en calidad de plumilla para todo en el diario digital de Anson.

Se celebraba la tradicional lectura de El Quijote, en aquel 23 de abril, y un torbellino de periodistas llevaba en volandas al candidato vapuleado, y él sonreía con cara de pena y me miraba a los ojos, como pidiendo ayuda, y yo tenía una pregunta preparada y no me atreví, ay, a formularla: «¿Se siente usted un Quijote dentro de su propio partido?».

Porque, aunque quizá no se le haya reconocido lo suficiente, Rajoy también vivió su particular manual de resistencia. Hasta que en 2011 se relamió con una mayoría absoluta que supo mejor tras esos años de travesía en el desierto. 

¿Pasará lo mismo con Feijóo? 

Diría que no. Diría, es más, que Alberto Núñez Feijóo está quemado, a pesar de las cremas protectoras que le aplicaron sus más controvertidas amistades. Más quemado que los ceniceros del Challenger, que diría Crispín Klander, por sus triples sueldos no reconocidos, su contumacia con que si ha ganado (en democracia gana quien tiene más amigos en el Congreso, no en la calle, que también), su mala gestión de ese perro que muerde al amo que es Vox.

¿Qué hacemos con Feijóo? Algunas ‘baronesas’ del Partido Popular han propuesto con rutilante candor a Isabel Díaz Ayuso para liderar nada menos que la refundación de un partido que se ha encontrado con una crisis inesperada, en plena euforia tras el 28-M y las fantasmadas demoscópicas de Michavila y su chiringo pronosticador. 

Pero la realidad, tozuda, ha dejado claro que no quiere extremismos y que ese cóctel rabioso que significaba PP+Vox es demasiado pal body. Como la tozuda realidad tampoco cubriría de votos a una Ayuso (y ella lo sabe) que seduce en Madrid porque abrió los bares en tiempo de pandemia mientras en el resto de España imperaba la prudencia. Y eso no vale para arrasar en unas generales; es más, su maledicencia crónica le pasaría factura: España es más digna de lo que pensamos.

Feijóo, dicen unos y otros, se ha quedado solo. Y el PP también, en un Congreso sin cómplices. ¿Qué hacer? Si quieren volver a rascar algo a nivel nacional, quizá deberían recuperar aquello por lo que la gente les votaba: aquello de «la derecha sabe gestionar». 

Si el PP quiere levantar cabeza debería prescindir de Feijóo —que en su Galicia endeudada demostró que tampoco sabe gestionar—, y apostar por perfiles grises, serios, aburridos, tecnócratas, pero con un fondo de dignidad insobornable. Que busquen a un nuevo Adolfo Suárez. Alguien con sentido de Estado, capacidad de diálogo y que no abomine de territorios clave como Cataluña. Un hombre bueno, si es que queda alguno. Una mujer buena. 

«Ese tipo de perfil, calvo a poder ser, y con mocasines brillantes, es lo que necesita el PP posterior a Sánchez si quiere volver a gobernar»

¿Qué vida lleva Luis de Guindos? Ese tipo de perfil, calvo a poder ser, y con mocasines brillantes, es lo que necesita el PP posterior a Sánchez si quiere volver a gobernar. Un centro-derecha honrado liderado por algún Helmut Kohl a la castellana que busque alianzas con un nuevo partido liberal con vocación de bisagra creado por un ¿Borja Sémper? 

En resumen, que el PP debería volver a la tecnocracia que sacó a España del pozo en el que Franco la dejó, con tanto éxito que muchos olvidaron las tropelías del dictador. Los populismos en España no acaban, por suerte, de cuajar.

Hasta aquí mi receta para la refundación de la derecha española que nadie me ha pedido. De nada.

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