THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

¿Y también con los prófugos?

«Los del PSOE celebran de forma entusiasta que conseguirán el apoyo del huido de la justicia, Carles Puigdemont, para seguir gobernando España»

Opinión
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¿Y también con los prófugos?

El expresident de Cataluña Carles Puigdemont. | Europa Press

Definitivamente, Sánchez y los suyos no tienen límite alguno. El doble motivo de la alegría que mostraron eufóricamente en la noche electoral lo muestra de manera incontestable. Fue lógico y legítimo que se alegraran de que fracasara la opción de una mayoría parlamentaria basada en una posible alianza entre PP y Vox que hubiera aupado a Núñez Feijóo a la presidencia del Gobierno. Pero resulta difícilmente digerible que también lo hicieran de modo desmedido al dar por hecho que Sánchez logrará el apoyo, activo o pasivo, de Puigdemont para continuar en La Moncloa.

Y no es fácil de digerir dada la situación legal del dirigente independentista catalán residente en Waterloo. Se trata de un prófugo que, huido de la justicia, está impidiendo que ésta le juzgue por su posible comisión de graves delitos. Es oportuno recordar ahora que Sánchez y los suyos justifican sus pactos y acuerdos con Bildu alegando que ETA desapareció hace 12 años, resultando conveniente integrar en el juego político a aquéllos que cometieron, colaboraron o celebraron en actos de terrorismo hace ya «tantos años». No es el supuesto de Puigdemont y de algunos/algunas de sus colaboradores más próximos. En este caso, su obstrucción a la acción de la Justicia está sucediendo en estos momentos, ahora mismo. Y, sin embargo, los del PSOE celebran de forma entusiasta lo que ya dan por hecho, que conseguirán el apoyo del huido para seguir gobernando España. Convengamos que es un paso adelante más del socialismo español en su progresivo alejamiento de la ética pública más elemental.

La segunda parte de la ecuación es lo que tendrán que entregar a cambio de ese apoyo que dan por hecho. Dar por seguro que lo conseguirán está evidenciando que están dispuestos a ceder todo lo que sea preciso para conseguirlo, todo. Y en ese universo infinito —así lo diría Zapatero, cada día más iluminado y más cursi— de cesiones aparece con certeza la concesión de una amnistía, se llame como se llame, para el propio Puigdemont y para los cientos de cuadros independentistas que delinquieron durante el procés. Será vendida por Sánchez como otra decisión que posibilita la convivencia y la pacificación de Cataluña.

«Asoma amenazante la aceptación del referéndum que vienen reclamando los independentistas catalanes»

Pero también asoma amenazante la aceptación del referéndum, se llame como se llame, que vienen reclamando los independentistas catalanes. Es cierto que dotarle de carácter vinculante sería radicalmente contrario a la Constitución, pero ya conocemos la predisposición de Conde Pumpido a santificar cualquier medida o decisión que sea adoptada por un Gobierno con tal de que éste sea del PSOE. Suyas son aquellas legendarias y poco edificantes palabras cuando siendo Fiscal General del Estado, manifestó su disposición a mancharse la toga con el barro del camino. La tiene ya muy manchada, mucho, pero si es preciso se la manchará aún más. De modo que no hay solución.

Cierto es que parece plausible que otras fuerzas no políticas empujen u obliguen a Puigdemont a rebajar el nivel de sus pretensiones antes y ahora declaradas. Me refiero a esa parte del empresariado catalán y de la alta burguesía catalana que de un modo u otro le han facilitado su estancia en Waterloo, fundamentalmente allegándole los recursos financieros para sufragar aquello. De modo que Sánchez no ha de negociar con Puigdemont sino con esos otros catalanes que llevan tanto tiempo jugando a dos bandas, la del constitucionalismo y la del anticonstitucionalismo, la del sistema y la del antisistema, la de permanecer en España y la de alentar a los que quieren separarse. Practicar este doble juego les ha ido siempre muy bien, pues les ha permitido moverse en el tablero oficial, político y empresarial, al tiempo que conseguían prebendas y privilegios merced a la acción independentista de sus alentados intentando romper dicho tablero. Y todo apunta a que ahora les va a volver a ir muy bien.

Ésta es la historia reciente de España. Una alta burguesía catalana, absolutamente insolidaria y carente de cualquier escrúpulo y de cualquier vocación de proyecto nacional —entendiendo como nación a España— mangoneando y mangando a sus anchas y un partido —el PSOE—, con la misma ausencia de escrúpulos y connivente con semejante actuación a cambio de tocar el pelo del poder y para dotar así de sueldos públicos a sus dirigentes y cuadros. Porca miseria.

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