THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

Sánchez desbordado

«O vamos a elecciones anticipadas, o en lugar de un gobierno parimos a un ratón con agonía asegurada. En uno y otro caso, Sánchez está haciendo el ridículo»

Opinión
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Sánchez desbordado

Ilustración de Alejandra Svriz.

Es sabido que en las pasadas elecciones del 23 de julio, aunque el partido más votado fuera el PP, el ganador real fue el PSOE. En efecto, debido a la bipolarización del escenario político español, el bloque ganador lo encabezó, en principio, el PSOE. Aquella noche hubo tristeza en Génova y alegría en Ferraz. Con el tiempo, tanto una como otra, tanto la tristeza como la alegría, se han relativizado y en estos momentos, si atendemos a los últimos movimientos, Pedro Sánchez parece estar acorralado desde muchos frentes.

El vicio viene del origen, de la misma base militante del partido socialista, al elegir a Pedro Sánchez frente a Susana Díez, la candidata apoyada por el PSOE socialdemócrata. Sánchez les prometió a estas bases que sólo buscando alianzas con los populistas de Podemos y los nacionalistas catalanes y vascos, muchos ya en fase independentista, podían llegar al Gobierno de la nación. Los principios quedaban arrumbados para llegar al poder, mejor dicho, a los cargos. 

Esto sucedía en la primavera de 2017 y el asalto al Gobierno un año después, el 1 de junio de 2018, tras la intrépida moción de censura a Rajoy, facilitada por la inopinada traición a última hora del PNV.

Este gobierno duró poco, apenas un año. Ciudadanos dejó escapar en 2019 la posibilidad de formar un gobierno robusto en coalición con el PSOE, respaldado por 180 diputados, se repitieron elecciones a fines de año y, finalmente, socialistas y populistas, apoyados parlamentariamente por la mayoría de los nacionalistas,  formaron a principios de enero de 2020, el célebre gobierno de «coalición progresista» que, a trompicones, ha durado hasta julio pasado. 

«Debido a las incoherencias de este bloque ‘progresista’, el PSOE ha perdido poder en casi todos los ámbitos territoriales de la política»

Durante este período, debido a las incoherencias de este bloque progresista, el PSOE ha perdido poder en casi todos los ámbitos territoriales de la política, comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones. Les queda el Gobierno de Asturias, de Castilla-La Mancha (con un presidente discordante con la política de Sánchez) y de Navarra,  ayuntamientos menores como Vigo y Vitoria (con la ayuda del PP) y quizás alguno más, aparte de algunos catalanes importantes, especialmente el de Barcelona (también con la ayuda del PP). Además, el PSOE está en minoría absoluta en el Senado. 

En definitiva, un descalabro total. Solo le queda la posibilidad de mantener la presidencia del Gobierno y por eso Sánchez está haciendo todos los esfuerzos imaginables, aunque con mirada corta y con posibles consecuencias graves para el futuro de su partido. 

Entre estos esfuerzos la amnistía a los protagonistas del intento de golpe de estado en 2017, cesiones a Cataluña en otros ámbitos (una quita total a la deuda, inversiones públicas, nueva financiación), una promesa de referéndum de autodeterminación, lo que quieran con tal de que un expresidente de la Generalitat fugado y perseguido por la justicia pueda volver triunfante. Además, un reconocimiento de que el golpe de Estado no fue tal sino un simple ejercicio de derechos democráticos y que la represión antidemocrática corrió a cargo del Estado.

Todo esto no ha parecido imposible hasta ahora. Se ha dicho que Sánchez es un hombre sin escrúpulos morales, sin principios políticos, que quiere gobernar a toda costa y que va emplear todas las tretas, legales e ilegales, para que sea posible conservar el poder. Todo ello es probablemente cierto, lo ha demostrado y sigue demostrándolo. Pero el camino comienza a empedrarse, sus posibles aliados le han tomado la medida y quieren abusar de él. Se dividen y se distancian constantemente.

ERC se encuentra maltratada: después de las ayudas prestadas al PSOE en la pasada legislatura, ahora los mimados son los de Junts, el partido de Puigdemont, y empiezan a ponerse duros. Pero a pesar de ser los mimados, Puigdemont tampoco está contento y no rebaja sus exigencias. Bildu fuerza a Sánchez a aparecer junto a ellos en una foto y, encima, tiene que estar sonriente. 

En el bando populista, la fracción podemita de Sumar se distancia de la posición del Gobierno en una cuestión tan grave como el conflicto de Palestina y la Embajada de Israel emite un duro comunicado, cuyo eco llega a la UE y a EE UU. Sánchez, además, aunque no lo parezca, es el presidente de la UE, un cargo más simbólico que otra cosa pero que no parece que haya ejercido con la intensidad debida, lo cual le desprestigia en el exterior. Si no hubiera convocado elecciones anticipadas aún sería presidente del Gobierno con plenas funciones y podría ejercer con responsabilidad su alto cargo en la UE. La precipitación es mala consejera en política y decidir en solitario -o con un par de amigos- fácilmente puede llevarte al error. 

«La amnistía ha suscitado acerbas críticas de significados juristas de izquierdas»

No hay que olvidar que la amnistía y todo lo que significa, aparte de su inconstitucionalidad evidente, ha suscitado acerbas críticas de significados juristas de izquierdas que han antepuesto su condición de juristas a sus posiciones políticas. Por supuesto como debe ser si son demócratas, pero que a veces no sucede. Más todavía que buena parte de estos artículos se han publicado en El País. O sea que el colchón intelectual también empieza a faltarle.

Pero todo este galimatías en el que se encuentra el presidente del gobierno, que ha obligado a sus ministros y a los de su partido sumisión total, estaba prefigurado en los inicios, en la ascensión de Sánchez a secretario general del PSOE por segunda vez en 2017, en la moción de censura de 2018, en el Gobierno de 2020. Un gobierno es sólido, aunque no tenga mayoría absoluta, cuando sus apoyos parlamentarios son coherentes con su política: desde la moción que descabalgó a Rajoy no ha habido coherencia alguna, sólo una suma de intereses particulares en muchos casos contradictorios.

En esta situación, o vamos a elecciones anticipadas, o en lugar de un gobierno parimos a un ratón con agonía asegurada dentro de  poco. En uno y otro caso, Sánchez está haciendo el ridículo y pasará a la historia como el peor presidente de la democracia. Sin una estrategia bien trazada nunca hay una buena política y, al final, el que hace trampas queda desbordado.

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