THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

El día después de Hamás

«Encontrar una solución política al conflicto palestino-israelí dará estabilidad y desarrollo a Oriente Medio y una mayor influencia a Occidente en la zona»

Opinión
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El día después de Hamás

Ilustración de Alejandra Svriz.

La causa palestina estaba en el más absoluto de los olvidos desde que Donald Trump impulsó los Acuerdos de Abraham en 2020. Sin embargo, el huracán terrorista de Hamás avivó las llamas de un conflicto que ahora vuelve a primer plano en el mundo árabe. 

Las reivindicaciones sociales y económicas, que se llevaron por delante a varios déspotas durante la Primavera Árabe, permearon en algunos países que pusieron por delante el desarrollo económico antes que los derechos de los palestinos. El principio de negar el reconocimiento al Estado de Israel o de firmar la paz con los hebreos, sin que previamente hubiera un Estado de Palestina independiente, saltó por los aires en 2020 con los Acuerdos de Abraham impulsados por el yerno del expresidente Trump, cuando varios países árabes establecieron relaciones diplomáticas con Israel. 

Parecía el principio del fin de la causa palestina enterrada por estos acuerdos económicos. Los primeros en ratificarlos fueron Bahrein y Emiratos Árabes Unidos; después Sudán y Marruecos, este último a cambio del reconocimiento americano de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Y todo ello con la aquiescencia del Gran hermano saudí. Sin embargo, esta ruptura con el mandato árabe de la Cumbre de los Tres noes de 1967, no a la paz con Israel, no al reconocimiento del Estado judío y no a las negociaciones con el país hebreo; ya se había roto con anterioridad cuando Egipto en 1978 en Camp David y Jordania en los Acuerdos de Oslo del 93, decidieron romper con esa regla. 

«Arabia Saudí estaba a punto de firmar los Acuerdos de Abraham, lo que hubiera arrastrado consigo a los países del Golfo»

Los convenios de Abraham se centraron en el comercio y el turismo, sin contar con los palestinos ni negociar el estatus de Jerusalén. Antes del 11-S israelí del pasado 7 octubre, Arabia Saudí estaba a punto de firmar ese acuerdo que hubiera arrastrado consigo a todos los países del Golfo. La fuerza de Riad es muy potente tanto a nivel económico como político y diplomático y hubiera supuesto una ruptura geopolítica en el mundo árabe, arrinconando a Irán y relegando al trastero de la historia a la causa palestina.

A raíz de estos acuerdos, durante la pasada cumbre del G-20, EEUU y la UE dieron luz verde a una alternativa a la Nueva Ruta de la Seda china con la propuesta de crear un corredor multimodal ferroviario, marítimo y energético entre la India y Europa a través de Oriente Medio. El corredor, denominado IMEC, que incluiría a India, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Jordania, Israel y la Unión Europea, es un proyecto geoeconómico que beneficiaría a los países por los que pasa y reduciría en un 40% el comercio entre la India y Europa. 

Los avances logrados con estos acuerdos quedan en entredicho con la masacre de Hamás, cuyas hostilidades con Israel en Gaza reviven de nuevo a la causa palestina y sumen la zona en la inestabilidad.

Tras la invasión terrestre de Israel en Gaza y la más que posible derrota de los milicianos de Hamás será necesario un plan de postguerra. Aunque el ejército hebreo destruya al grupo terrorista y controle el comercio y los movimientos de personas en la frontera entre la Franja e Israel, la gran pregunta es quién controlará Gaza el día después. Una opción podría ser instaurar a una Autoridad Palestina desautorizada, débil y corrupta, que perdió la Franja en 2006, con el apoyo de los Estados árabes, que podrían exigir detener los asentamientos en Cisjordania, lo que también dependerá de quién mande en Israel, Netanyahu o un gobierno más centrista.

«Si no hay alguna alternativa al finalizar la guerra, Jordania y Egipto se verán desbordados por los refugiados gazatíes»

Esta debería venir acompañado de la reconstrucción de Gaza ,donde tanto Arabia Saudí como los EEUU deberían contribuir de manera sustancial con el fin de dar legitimidad a la Autoridad Palestina en el poder. Otra alternativa sería dar el control a Naciones Unidas una vez acabado el conflicto, mediante una resolución del Consejo de Seguridad, evitando el veto de China y Rusia, que permita administrar la Franja, mantener el orden y reconstruir la zona de la mano de Israel, países árabes vecinos, EEUU, Arabia Saudí y la UE; y en un futuro celebrar elecciones en Gaza y Cisjordania.

Si no hay algún tipo de alternativa al finalizar la guerra, vecinos como Jordania y Egipto se verán desbordados por los refugiados gazatíes; y una ampliación mayor del conflicto al Líbano, Yemen o Siria no augura nada bueno para esos países que ya sufren graves problemas socioeconómicos y de seguridad. 

Dar una solución política al conflicto palestino-israelí dará visos de estabilidad y realidad al desarrollo económico de Oriente Medio y a una mayor influencia de Occidente en la zona frente a China, Rusia o Irán. 

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