THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

La guerra del relato 

«Pensábamos que los terroristas solo se exaltan destruyendo, pero éstos ahora juegan con el sentimentalismo, la teatrería, el martirio y las vidas de los inocentes»

Opinión
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La guerra del relato 

El presidente de Hamás, Ismail Haniya, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. | Ilustración: Alejandra Svriz

El rey Felipe hacía este viernes un llamamiento a la búsqueda de la paz y recordaba otro premio Princesa de Asturias concedido a Isaac Rabin y Yaser Arafat en el 94. Como dijo Arafat en una entrevista publicada en la revista Time ese mismo año, Rabin y él eran «aliados en el proceso de paz. Uno de nosotros no puede triunfar si el otro fracasa». Los hombres y los pactos son mutables, pero el conflicto estéril entre Palestina e Israel da su flor de sangre y su pacto de paz cada cierto tiempo.

Las palabras de Arafat son una revelación incómoda: ninguno puede triunfar mientras el otro fracase, porque siempre habrá una venganza fatal. Hamás siempre querrá ejercer de Hitler, o imitarle en la teatrería, los israelíes clamarán venganza. Los occidentales no recuerdan, los judíos y los árabes nunca olvidan. Efectivamente, la cosa tiene difícil solución, y no se la vamos a encontrar, pero entiendo que la violencia no resuelve nada y en cambio deja un rastro de cenizas y odio, una cicatriz abierta, una herida que no se cierra nunca. Venga de donde venga.

La incursión terrestre va a ser un test para Israel, porque la pérdida de vidas humanas supondría la pérdida de la otra guerra, que es la del relato. La guerra del relato es la que más nos gusta a los españoles. En seguida asistimos, con la sillita de la portera, a sentarnos en primera fila de todas las batallas, para ver ganar a los de nuestro bando. Debe haber una cuestión genética y racial, una herencia árabe, qué se yo. 

«La incursión terrestre va a ser un test para Israel, porque la pérdida de vidas humanas supondría la pérdida de la otra guerra, que es la del relato»

Desde los intelectuales que se inventan el conflicto a los políticos que callan y acusan al contrario, aquí hay un ambientazo de guerra que no veas. Esta semana Ayuso mandaba a Gaza a Mónica García solamente quince días, por consideración. Luego hemos visto a Mónica hacer unas muecas raras y comportarse como en el 34, como en el 36, como siempre. Necesitamos pacificadores, sesiones de meditación y paseos por la sierra de Madrid. Aquí siempre estamos con el que la arma. Nos va la marcha, y los políticos buscan ser el topic del día. De todo eso hablábamos ayer en la tertulia de radio y solo hemos recibido un like de un oyente en X —lo cual no implica que deba yo apearme de mi propósito humanitario. 

Israel ha dado luz verde a la incursión terrestre en Gaza, y es probable que decida responder con crudeza. Pero deben tener en cuenta las vidas de los ciudadanos palestinos. El mundo está mirando, y la idea del martirio ya ronda en la propaganda iraní y de otros países árabes, que pretenden así ganar el relato y penetrar en las sociedades islámicas apelando a la unidad contra el Estado de Israel. El mundo no se arreglará, pero necesitamos relatos humanitarios, que son únicos inteligentes. Solo hay que observar cómo Hamás ha ido manipulando la guerra del relato a través de las declaraciones de los rehenes. La guerra, que no deja de ser un work in progress, también se pierde por el relato de los buenos contra los malos. Pensábamos que los terroristas solo se exaltan destruyendo, pero éstos ahora juegan con el sentimentalismo, la teatrería, el martirio y las vidas de los inocentes.

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