THE OBJECTIVE
Guadalupe Sánchez

Victimismo asimétrico

«El empeño de mostrar a Sánchez como víctima de un delito de odio revela una pulsión totalitaria de limitar la libertad de expresión en la crítica gubernamental»

Opinión
15 comentarios
Victimismo asimétrico

Ilustración de Alejandra Svriz.

Victimizarse cotiza al alza en España, en especial dentro del espectro político progresista. Proclamarse ofendido o damnificado por acción u omisión procura no sólo un aura de respetabilidad, sino también réditos políticos e incluso económicos. Por no hablar de lo útil que resulta como cortina de humo y herramienta para adoctrinar a las masas.

Miren si no el esperpento en el que ha degenerado el feminismo posmoderno, que lejos de reivindicar la figura de la mujer libre e independiente que se vale por sí misma y aspira a la igualdad de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres, se ha convertido en un movimiento tutelar que nos reputa víctimas de nacimiento por razón de sexo y nos anima a confiar nuestro bienestar al Estado en detrimento del patriarcado. Existe una demanda institucional de mujeres que acepten victimizarse ante el foco mediático para predicar en prime time los eslóganes igualitaristas e identitarios del agrado del progresismo. Las que consienten en interpretar este rol son debidamente recompensadas. 

Que le pregunten a Jenni Hermoso. El haber cambiado súbitamente de opinión sobre la presunta agresión de Rubiales en la celebración del mundial no sólo le ha supuesto un incremento en su patrimonio (la cantidad rondaría los 30.000 euros) por aparecer unos minutos en RTVE durante las campanadas para reivindicar el empoderamiento y la igualdad —que, por cierto, le hemos pagado todos con nuestros impuestos—, sino que además la ha elevado a los altares del fútbol femenino como la jugadora del año. Que fuera Hermoso la escogida en detrimento de sus compañeras Olga Carmona —que marcó el gol de la victoria en la final— o Aitana Bonmatí —distinguida por la UEFA como la mejor jugadora— da buena muestra de cómo el victimismo es un movimiento hegemónico en sí mismo dentro del feminismo: no importan tus méritos ni tus logros, sino el sufrimiento que hayas referido como víctima.

Pero la victimización no sólo está pervirtiendo y desvirtualizando las reivindicaciones feministas, antirracistas o por la libertad sexual: también ha echado raíces en la política, concretamente en la coalición gubernamental, con la pretensión de desviar la atención e intimidar a la disidencia. Me estoy refiriendo, cómo no, a las protestas de fin de año en Ferraz y los golpes a la piñata que representaba a Pedro Sánchez. El propósito de esta victimización sincronizada socialista es patéticamente obsceno: monopolizar el objeto del debate en el espacio público relegando a un segundo plano la amnistía, las comisiones de investigación del lawfare o el haber entregado a Bildu la alcaldía de Pamplona.

Pero el empeño de mostrar al socialismo en general, y al presidente del Gobierno en particular, como víctimas de un delito de odio orquestado por la extrema derecha y tolerado por la oposición también revela la pulsión totalitaria de limitar de forma intolerable la libertad de expresión en todo lo que atañe a la crítica gubernamental. Se trataría de una limitación asimétrica pues, al igual que sucede con la violencia de género, el castigo no será proporcional a la gravedad del acto, sino a la ideología de su autor. Que no importe el qué, sino el quién.

Efectivamente, ni Ayuso, ni Abascal ni Feijóo podrán autopercibirse víctimas de un delito de odio a pesar de que sus imágenes sirvieron recientemente para inspirar muñecos que fueron apaleados sobre un escenario o quemados en la calle. Tampoco podrán hacerlo las víctimas del terrorismo cuando los socios de gobernabilidad de Sánchez glorifiquen a los asesinos, secuestradores y extorsionadores etarras o cuando nuestra élite política y mediática progresista justifique las ejecuciones de Hamas. Ni mucho menos el Rey cuando se difame gravemente a la Corona. Porque el victimismo asimétrico consiste precisamente en despenalizar el enaltecimiento del terrorismo o las injurias y calumnias al Rey, mientras se tipifica ‘el odio’ contra Sánchez y el PSOE, que pasarán a engrosar la lista de colectivos vulnerables. Un auténtico despliegue de coherencia y de proporcionalidad, no me lo pueden negar.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D