THE OBJECTIVE
David Mejía

El cine ante Carlos Vermut

«Lo que más me sobrecoge no es que exista un depredador, sino que quienes no se cansan de dar lecciones morales le den oxígeno en forma de silencio»

Opinión
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El cine ante Carlos Vermut

Carlos Vermut.

¿Sabe qué tienen en común Xabi Alonso, Irene Montero, Pedro Almodóvar, Pedro Sánchez, usted y sus vecinos, Carlos Herrera, Antonio Muñoz Molina, Alberto Núñez Feijóo, Joan Laporta, la Reina Leticia, Javier Bardem y Angels Barceló? Todos conocen las preferencias sexuales del director de cine Carlos Vermut. No logro entender qué bien hace que todo un país conozca los gustos íntimos de un ciudadano sobre el que no pesa ninguna denuncia. Los tribunales se inventaron para no recurrir al escarnio público. No me malinterpreten, aunque defienda su derecho a la intimidad, no defiendo a Carlos Vermut: doy total credibilidad a las mujeres que se han declarado víctimas de su violencia sexual. Pero a un agresor sexual quiero verlo sentado delante de un juez, no en la portada de un diario nacional con más ganas de hacer historia que de hacer justicia.

Si los hechos sucedieron como relata el reportaje («Vermut la inmovilizó, la estranguló y la forzó a tener sexo») estamos ante (por lo menos) una clara agresión sexual. La presunción de inocencia es importante, claro, pero es una garantía procesal, no un auto de fe. Sinceramente, no creo en la inocencia de Carlos Vermut como no creo en la inocencia de Carles Puigdemont, pero deseo que los juzgue un tribunal que los presuma inocentes. En resumen, me parece inverosímil que tres mujeres mientan para darse notoriedad o hundir a un hombre inocente. No me considero demasiado especial, por eso presupongo que mi opinión es bastante transversal: ellas son las víctimas, pero afortunadamente el viento social (la presunción de veracidad) sopla a su favor. Por eso me cuesta entender que el caso llegue antes a los periódicos que a los juzgados.

He hablado con algunos amigos que trabajan en cine. Me dicen que las víctimas de Vermut (que, según ellos, son muchas más de las que salen en el periódico) no denuncian por temor a las repercusiones profesionales. No cuestiono su miedo, pero me sorprende que tenga fundamento. Si es cierto que denunciar una agresión sexual en el ecosistema del cine español puede hundir la carrera de la denunciante es el sector, no el sistema judicial, quien debe reflexionar. Mis amigos añadieron algo más perturbador: en el mundillo todo el mundo sabía de las perversiones (incluso delictivas) de Carlos Vermut. Como en el caso Weinstein, lo que más me sobrecoge no es que exista un depredador, sino que quienes no se cansan de dar lecciones morales le den oxígeno en forma de silencio. 

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