THE OBJECTIVE
Daniel Capó

'Caso Koldo': ¿el principio del fin?

«Cabe preguntarse durante cuánto tiempo será capaz Pedro Sánchez de sobrevivir dentro de la maraña catalana sin verse afectado por la toxicidad del ‘postprocés’»

Opinión
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‘Caso Koldo’: ¿el principio del fin?

Ilustración de Alejandra Svriz.

En el día a día abundan los puntos y aparte. O eso creemos. La victoria por mayoría absoluta del PP en Galicia se ha interpretado como el principio del fin para un PSOE cada vez más cautivo de sus resultados en el País Vasco y en Cataluña. Ya en las pasadas autonómicas de mayo se hizo la misma lectura y luego, en las generales, se vio que realmente no era así. Sánchez perdía poder territorial —¡y de qué manera!—, pero La Moncloa seguía siendo suya, aunque fuera como resultado de un acuerdo imposible. Ahora Galicia se interpreta en clave de desgaste nacional del PSOE y, por supuesto, es posible que suceda así pero también que no. Del mismo modo, el estallido del caso Koldo, secretario y asesor personal del exministro José Luis Ábalos, puede acabar convirtiéndose en el caso PSOE, según vayan a más o a menos las ramificaciones de la presunta corrupción. Pero, de nuevo, ya se verá.

¿Se trata de un auténtico punto y aparte o de otro punto y seguido de la cotidianidad política? Si miramos hacia atrás, podremos recordar que aquel insistente «¡Váyase Señor González!», ante los múltiples casos de corrupción que proliferaban alrededor de los Gobiernos de Felipe González, no llevó a José María Aznar al Gobierno, sino que fue la profunda resaca económica que dejaron los fastos de 1992 —los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo en Sevilla— lo que agrietó definitivamente la fidelidad del voto socialista.

Y lo mismo sucedería con Mariano Rajoy, que sólo llegó a La Moncloa tras el crac de las subprime en 2008, a pesar de que el espíritu revanchista y frívolo de Rodríguez Zapatero ya había impuesto —ahora sí— un antes y un después en las emociones políticas surgidas en el 78. Un antes y un después que no fue suficiente para erosionar la imagen del partido, sino que iba a ser necesaria otra crisis económica —esta vez un auténtico cataclismo, del que aún no nos hemos recuperado— para consolidar el cambio de gobierno. Se diría que, además de los puntos y aparte, hace falta algo más —mucho más— para cerrar un capítulo.

Por eso soy escéptico con los cambios de ciclo. Evidentemente, llegarán cuando tengan que llegar y quizás por algún motivo inesperado. Puede ser por el colapso de la economía, aunque el rutinario visto bueno de la Unión a los esteroides del endeudamiento me hace pensar que el carro de la economía puede ir tirando (pan para hoy y hambre para mañana) durante un tiempo. El desgaste de los populares en los territorios donde gobiernan quizás suponga un punto de debilidad inesperado para los de Feijóo dentro de cuatro años, pero eso hoy aún no lo sabemos.

«La economía o el desgaste interno del PSC o la suma de ambos factores serán lo que marque el futuro»

Cabe preguntarse, sin embargo, durante cuánto tiempo será capaz Pedro Sánchez de sobrevivir dentro de la maraña catalana sin verse afectado por la toxicidad del postprocés. Si el procés llevó al PSOE a perder algunos de sus principales feudos —Andalucía como ejemplo más evidente—, quizás el postprocés le termine explotando en las manos al propio PSC.

En efecto, si hay un magma político difícilmente predecible este es el catalán. Debemos tomar nota de ello. Antes, llegarán las autonómicas vascas y unas europeas que no se prevén favorables para Sánchez. Sigo pensando que la economía será lo que marque el futuro. La economía o el desgaste interno del PSC. O la suma de ambos factores.

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