THE OBJECTIVE
José Luis González Quirós

En qué se equivoca Sánchez

«Demos por evidente que Sánchez intenta no solo mantenerse en el poder, sino lograr una especie de pacto político que haga imposible el triunfo de su rival»

Opinión
9 comentarios
En qué se equivoca Sánchez

Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

Cuando hablamos de que alguien comete un error podemos usar esa expresión para referirnos a dos situaciones bastante distintas; en el primer sentido afirmamos que hace o dice algo que constituye una equivocación, por así decir, en cualquier mundo, como, por ejemplo, cuando alguien afirma que dos más dos son cinco; el segundo significado de la expresión se refiere, por el contrario, a algo menos absoluto, más sujeto a interpretación, ya que nos referimos a lo que ocurre cuando alguien hace algo que puede resultar contrario a sus intereses, a lo que procura o persigue.

Para muchos españoles, muy cerca de los tres cuartos del censo, Sánchez se equivoca gravemente y en sentido absoluto con muchas de las cosas que hace: cuando miente con descaro, cuando procura una amnistía indigna y egoísta, un supuesto perdón torcido en cualquier buena intención por la dádiva que recibe a cambio, o cuando pretende sustituir la concordia nacional por un estado permanente de discordia, cuando hace lo contrario de lo que intentó y acertó a hacer Adolfo Suárez, la transición a la democracia.

El juicio sobre esas acciones de Sánchez, sobre el papel que está desempeñando el PSOE y su izquierda residual, está sometido al prejuicio ideológico, es decir que, al menos en teoría, lo que a muchos nos parece un desastre puede ser interpretado casi como un milagro, como algo que maravillará al mundo. Véase, por ejemplo, la manera en la que el pluriministro Bolaños interpreta la ley de amnistía, un motivo de gloria, un ejemplo universal, un modelo de ley que pronto se tendrá por lo mejor que nos ha pasado. Es inevitable que quienes piensan que los hechos deben primar sobre las interpretaciones se tomen lo que dice Bolaños como cualquier persona sensata se toma al proverbial vendedor de crecepelos, pero eso no impide que existan personas que prefieran creer en los crecepelos con tal de no renunciar a la esperanza de abandonar la calvicie, además de que Bolaños se crea muy listo, lo sea o no.

Nos referiremos ahora a lo que se pueden considerar equivocaciones de Sánchez en el segundo sentido, es decir olvidando el valor absoluto de aquello qué hace y que, al parecer, es claramente negativo para una amplia mayoría de españoles. De hecho, muchas críticas a Sánchez se amparan en que parece muy poco realista pensar que el actual presidente del gobierno acierte a mantenerse por mucho tiempo en el poder, dado lo inaudito de su política. Hay quien piensa que la estrategia de Sánchez es tan errónea en el sentido absoluto del término que le llevará inevitablemente al fracaso. Se comparta o no esta apreciación, lo interesante será saber qué es lo que, precisamente, podría llevar a Sánchez al fracaso, cómo podría acabar sucediendo algo que, hasta ahora, no ha sucedido.

«La mayor muestra de habilidad del PSOE, ha sido mantener un equilibrio casi imposible siendo españolista en toda España, pero catalanista a tope cuando tocase»

Demos por evidente que Sánchez intenta no solo mantenerse en el poder sino, de modo más ambicioso y corrosivo, lograr una especie de pacto político que haga imposible el triunfo de su rival, de la derecha. La amnistía, por ejemplo, es un medio clarísimo para amarrar el voto a su favor de todo el nacionalismo catalán, tanto el derechista como el de izquierda y lo mismo cabe decir de su política vasca o de su subordinación electoral al nacionalismo gallego. Una manera no solo pragmática sino cínica, de ver esto es que ha decidido aprovechar en su favor las demandas de minorías contra el supuesto centralismo del Estado. En la práctica esto supone premiar a las comunidades en que aparecen políticas insolidarias con el resto de España y levantiscas contra la ley común, y postergar de manera habitual a las comunidades que se muestren más sumisas. 

El riesgo evidente para Sánchez es que se le rebelen los votantes de las comunidades que no merecen un trato favorable en función de su amenaza política. Esto es algo que, de momento, no pasa o no pasa de manera suficiente, de forma que Sánchez cree tener tiempo para arreglarlo. Dispone de una legislatura que todavía es larga y no hay que menospreciar su capacidad de improvisación. En los tres años y medio que quedan por delante no parece, ahora mismo, verosímil un voto de censura con éxito.

Este es el panorama, bastante desesperante para quienes piensen que se puede acabar con Sánchez presionando en la calle, y en la prensa que se preste, o haciendo que la Unión Europea le repudie, por soñar que no quede. Lo que Sánchez intenta es aprovechar los resquicios que ofrece el sistema electoral para sostener un Frankenstein desposeído de estigmas monstruosos y embellecido con ropajes de modernidad e inaudita calidad moral. Ahora bien, es posible que haya algo que sí puede acabar con la anomalía que Sánchez trata de homologar como normalidad política: me refiero a lo que podría pasar en las elecciones catalanas.

La mayor muestra de habilidad del PSOE, que ahora podemos llamar ya histórico, ha sido mantener un equilibrio casi imposible siendo españolista en toda España, pero catalanista a tope cuando tocase. Los votos de izquierda catalanista han ido a parar repetidas veces a Zapatero o a Sánchez en las generales y, además, los votos de buena parte de la burguesía catalana apostaban por ver en el PSC un equilibrio casi perfecto entre la salvaguardia frente a un independentismo muy arriesgado y el mantenimiento de una actitud catalanista frente a Madrit, un pacto político que tal vez haya sido más útil para los socialistas que para los catalanes.

La posibilidad de un nuevo arreglo de este género parece remota como lo indica que ni Illa ni el PSC han pintado nada en las negociaciones con Junts. Lo que pueda pasar en las elecciones catalanas va a constituir una prueba de fuego para el PSOE que realmente existe y, ahora mismo, parece muy difícil, si no imposible, predecir lo que Sánchez tratará de pescar en ese río revuelto y si habrá peces que se presten a participar en tal suquet

La pugna entre ERC y Junts por hacerse con el gobierno catalán no es probable que termine en una candidatura conjunta y no garantiza el éxito a ninguna de las dos fuerzas. Que el PSC trate de obtener la mayoría sería lo natural pero tampoco es fácil adivinar si podrá conseguir algo similar una vez que cabe considerar muy probable que los catalanes que han visto en el PSC la garantía contra una independencia nada prometedora para sus intereses no se obstinen en votar a favor de quien ha prometido, contra toda evidencia, que la amnistía iba a constituir el remedio de Fierabrás contra las desdichas económicas y sociales que vienen padeciendo. 

En ese trance puede que el equilibrista Sánchez pierda el píe y se rompa las narices, aunque se resistirá a convocar elecciones y tratará de recomponer el traje roto, a saber con qué. Lo que ahora mismo puede rondar por su cabeza es que los apuros que pueda pasar en ese momento tal vez no sean tan grandes como podrían ser porque, al fin y al cabo, los votos tienen que ir a parar a alguna parte y no se divisa quién podría sacar mejor provecho del pandemónium que está provocando su política en Cataluña. Alguien tendría que pensar con seriedad en este asunto nada menor, en hacer una política que convierta los errores absolutos de Sánchez en un episodio de insuperable dificultad, en un error en su proyecto que le pueda causar daño irremediable.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D