Visados de oro: todos al mismo tiempo
«Todos los residentes europeos tenemos las mismas libertades de circulación, así que no tiene sentido que sea más fácil lograr la residencia en un país que en otro»
Ilustración de Alejandra Svriz
Los visados de oro, también llamados golden visas, están pensados para atraer inversión extranjera. En vigor desde 2013, el Gobierno ahora los quiere eliminar. Curiosamente, es el mismo Gobierno que en 2022 extendió su duración de dos a tres años.
En España, las golden visas permiten obtener el permiso de residencia, que no la nacionalidad, por inversión productiva; por ejemplo, si un extranjero monta una empresa, o también si invierte un mínimo en fondos de inversión, bonos del Estado o inmuebles. Hoy por hoy, esta opción permite obtener la residencia por la vía rápida y casi sin controles.
Hace unos días, el presidente Sánchez anunció su intención de eliminar los visados de oro para inversiones en bienes inmuebles. Pero esta medida no sirve para nada si tenemos en cuenta que España forma parte de la Unión Europea, donde hay plena libertad de circulación y residencia, y donde otros países como Malta, Grecia y Hungría continuarán otorgando visados de oro para estas mismas inversiones.
Estos permisos tienen gran impacto en la UE: a través de la residencia española, se tiene acceso a todas las libertades de circulación de la Unión y al mercado interior. Al mismo tiempo, los visados de oro también presentan ciertos riesgos, como su potencial uso para el blanqueo de capitales y la elusión fiscal. Por eso, existe un gran interés en la UE por armonizarlos. Primero, para evitar atajos que permitan a delincuentes acceder a la residencia europea, y segundo, para impedir la competencia desleal entre países por atraer inversión extranjera. La importancia de este asunto se acentuó con la invasión rusa de Ucrania; un elevado número de rusos y bielorrusos eludían fácilmente las sanciones europeas usando sus visados de residencia obtenidos de esta manera.
Por eso, en marzo de 2022, el Parlamento Europeo aprobó una resolución pidiendo que la residencia por inversión se admitiese principalmente en casos de inversiones productivas en la economía real y que, en los casos de inversiones inmobiliarias, se establecieran controles para prevenir delitos como el blanqueo de capitales. Poco después, la Comisión publicó una recomendación dirigida a los Estados miembros sobre esta misma cuestión, desaconsejando la concesión de nacionalidad por inversiones de cualquier tipo -lo que llamamos pasaporte de oro- y recomendando la aplicación de medidas proporcionales para minimizar los riesgos asociados a los permisos de residencia o visados de oro.
«En ningún momento la UE pide a España eliminar los visados de oro para inversiones en inmuebles»
Por tanto, en ningún momento la UE pide a España eliminar los visados de oro para inversiones en inmuebles: lo que pide es mayor transparencia y rigor en la consideración de estas solicitudes, minimizando los riesgos. El Gobierno debe haber pensado que, si no hay visados, tampoco hay riesgos. Pero lo que está claro es que así, tampoco hay inversión. Además, los inversores extranjeros lo tienen fácil: solo con mover su inversión a cualquiera de los otros países europeos que siguen otorgando visados de oro podrán obtener la residencia.
El Gobierno debería centrarse en impulsar una mayor armonización a nivel de la UE. Se deberían concertar los requisitos para conseguir el permiso de residencia por inversión. Todos los residentes europeos nos beneficiamos de las mismas libertades de circulación, así que no tiene sentido que sea más fácil conseguir la residencia en un país que en otro. Hay que adoptar medidas a nivel europeo, por otra parte, para prevenir el uso criminal de estos permisos de residencia. Por ejemplo, este mismo año, en el Parlamento Europeo hemos aprobado un nuevo Reglamento para la prevención del blanqueo de capitales en el que obligamos a aplicar procedimientos reforzados de diligencia debida en la compraventa de inmuebles por parte de extranjeros.
Todo esto lo sabe de sobra el Gobierno. Lo que ocurre es que este año llega cargado de elecciones. Y cualquier cosa vale.
