La Policía investiga si la tragedia de Barbate está vinculada a un ajuste de cuentas en Jerez
El líder del clan para el que trabajaba ‘El Cabra’ ordenó ese mismo viernes realizar un tiroteo contra una banda rival
La narcolancha que mató a los dos guardias civiles en el puerto de Barbate embistió a la zódiac en la que iban las víctimas en cuatro ocasiones. Los impactos contra la embarcación de la Guardia Civil fueron prácticamente constantes desde el momento en que entró en el agua hasta que, según han relatado varios testigos y supervivientes de los hechos en el marco de la investigación que sigue el Juzgado de Instrucción número 1 de Barbate, finalmente, la semirrígida se alejó e inició el arrollamiento mortal, segando la vida de Miguel Ángel González Gómez y David Pérez Carracedo.
Unos testimonios que probarían la acusación de asesinato para los seis implicados, y sobre todo en el caso del presunto autor material, el piloto, F.J.M.P, conocido como Kiko ‘El Cabra’. No obstante, la investigación, liderada por la Policía Judicial de la Guardia Civil, se centra ahora en averiguar por qué los atacantes emplearon esa virulencia inusitada contra los guardias civiles. Qué motivo llevo a los tripulantes de la narcolancha y especialmente a ‘El Cabra’ a matar a los agentes, frente al resto de embarcaciones, que salieron huyendo del recinto portuario, donde se refugiaban del temporal, en cuanto avisaron al Instituto Armado.
Una de las hipótesis que manejan los investigadores es que el piloto actuase por venganza tras la muerte de un compañero y amigo suyo, que falleció, semanas atrás, en la desembocadura del río Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), al colisionar la narcolancha en la que estaba con la patrullera Río Águeda durante una persecución. Fuentes expertas en la lucha contra el narcotráfico, sin embargo, ven improbable este punto puesto que no responde al modus operandi de los narcotraficantes de la zona. «La muerte del lanchero afectó a su gente, pero saben que hay líneas rojas, y la más gruesa es no tocar a las fuerzas de seguridad», revelan.
‘Vuelcos’ de otros clanes
En paralelo, un tiroteo en Jerez de la Frontera (Cádiz) el mismo día de la tragedia en Barbate ha abierto otra línea de investigación. Y es que quien dio la orden de disparar en la madrugada del viernes contra un bloque de viviendas del barrio de la Constitución sería, según la Policía Nacional, que indaga sobre estos hechos, el líder del clan para el que trabajaban ‘El Cabra’ y otros tripulantes de la narcolancha que mató a los agentes del Instituto Armado.
Se trata de de Tapie, apodado como ‘el francés’, un narco que ha ganado peso en la zona del Campo de Gibraltar en el último año y que, según fuentes policiales consultadas, harto de que le robasen droga, habría contratado a un grupo de sicarios para achantar a una banda, ubicada en Jerez, especializada en realizar ‘vuelcos’ a otros clanes, entre ellos al de ‘el francés’. Un ajuste de cuentas sobre el que los investigadores han puesto el foco por la cercanía con el ataque mortal en Barbate y por estar relacionados ambos con el citado narcotraficante, que, indican las mismas fuentes, busca hacerse todavía más fuerte en la zona.
Desigualdad de medios
Por el momento, el juez encargado del caso ordenó el lunes el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza de las seis personas que ocupaban las narcolanchas que embistieron a las dos víctimas. Están acusados de dos delitos de asesinato, cuatro delitos de asesinato en grado de tentativa, seis delitos de atentado agravado, un delito de contrabando y un delito de resistencia grave a agente de la autoridad.
El instructor también está investigando la desigualdad de medios entre las víctimas y los supuestos asesinos, que aprovecharon esa divergencia para cargar con violencia contra la Guardia Civil. Mientras las narcolanchas pesaban hasta cinco toneladas, medían 15 metros de eslora y tenían cuatro motores, la zóciac de los agentes apenas pesaba 500 kilos y tenía un solo motor. Cuando comenzaron a embestirles, los guardias civiles apenas tuvieron opción.
A esto se suma la falta de medios con la que cuenta la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico. Y, sobre todo, aquella noche. El litoral de Cádiz llevaba al menos 24 horas con el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en cuadro cuando se produjo la embestida mortal. Según publicó THE OBJECTIVE, el jueves 8 de febrero, es decir, un día antes del suceso mortal, las seis embarcaciones de esta unidad de vigilancia estaban averiadas.
Distintos agentes advirtieron en un chat interno que el Servicio Marítimo estaba inoperativo en la provincia gaditana a raíz de la desaparición de Salvador Mariscal Benavides, un vecino de San Fernando (Cádiz). El hombre, de 74 años, había salido a pescar en la mañana del jueves y desde entonces no se había vuelto a saber nada él. Solo se había localizado su vehículo, en una zona cercana a la playa. Por lo que se sospechaba, podía estar varado en el mar. Fue cuando un guardia civil pidió ayuda al resto de compañeros para localizarlo. Ninguna patrullera, sin embargo, podía salir en su busca porque todas estaban estropeadas, explicaba un guardia civil destinado en la zona.