Los narcos, principales clientes del limitado tráfico de armas en España
El uso de armas de fuego en el país es muy bajo con respecto a otros lugares
En los últimos cinco años la Jefatura de Información de la Guardia Civil ha detenido a 358 personas y ha desarticulado 22 talleres clandestinos relacionados con el tráfico de armas, un delito de incidencia moderada en España pero que preocupa a las fuerzas de seguridad por sus «clientes»: narcotraficantes, lobos solitarios y coleccionistas «enfermizos». En esas operaciones, los agentes se han incautado de 2.536 armas de fuego y alrededor de 324.000 municiones. Solo en 2023 el número de operaciones de ese servicio alcanzó la treintena, con 75 detenidos y 721 armas y casi 106.000 cartuchos metálicos intervenidos.
Aunque las cifras no sean especialmente voluminosas, sí son importantes, porque como explican a EFE los responsables del Grupo contra el Tráfico de Armas de la Jefatura de Información del Instituto Armado, con cada arma que se incauta, «invertimos en vidas, ganamos vidas que no se sesgan con ellas». Anualmente las fuerzas de seguridad incautan alrededor de 8.000 armas ilegales en España, una cifra nada comparable con la de Norteamérica o Latinoamérica, por ejemplo. Pero es que en España el uso de armas de fuego es muy bajo con respecto a otros países.
Si a nivel mundial el 40% de los homicidios se perpetran con armas de fuego -el porcentaje sube al 67% en América-, en España ese índice es del 16%. Porque en nuestro país cuatro de cada diez muertes violentas se producen por heridas de armas blancas, más asequibles para los asesinos. De todos modos, hay tráfico de armas en España aunque no sea un país de origen -ya cerraron todas las fábricas de armas cortas- ni de destino de grandes cantidades de armamento. Fabricamos, eso sí, rifles y escopetas para caza, pero esas no interesan a los «malos».
Los «clientes»: narcos, lobos solitarios y coleccionistas
En cualquier caso, ese tráfico ilegal preocupa y ocupa a la Guardia Civil, sobre todo por sus «clientes», entre ellos la delincuencia organizada y, dentro de esta, los narcotraficantes, fundamentalmente los radicados en la Costa del Sol y el Campo de Gibraltar. Necesitan armas -recalcan los expertos del Instituto Armado- para custodiar las ‘guarderías’ de la droga (donde almacenan temporalmente el hachís hasta su distribución) y para los ‘vuelcos’ o robos de esta mercancía a organizaciones rivales.
Pero también para sus ajustes de cuentas. En este sentido, recuerdan los investigadores una operación que llevaron a cabo a finales de 2020 después de que se produjera un buen número de homicidios por ajuste de cuentas en la Costa del Sol y el Campo de Gibraltar. El denominador común era el uso de un tipo de fusil de asalto, el AK-47. Tirando del hilo, la Guardia Civil llegó hasta Coín (Málaga) y descubrió un taller clandestino donde una organización compuesta por alemanes y británicos manipulaban las armas de guerra inutilizadas que adquirían en países del Este.
Dicen los investigadores que a los narcos, con alto poder adquisitivo, les gustan más las pistolas de última generación, más sofisticadas, y buscan también las que tengan más potencia de fuego, como fusiles de asaltos y subfusiles. Tampoco desdeñan las ametralladoras y las granadas de mano. Otro ‘cliente’ que preocupa es el terrorismo yihadista y su figura de ‘lobo solitario’. Frente a organizaciones como ETA, que contaba con su propio aparato logístico, estos actores tienen que buscarse la vida para atentar desde la máxima que les impone la yihad: «golpea donde puedas y con lo que puedas».
Evitar que estos terroristas tengan acceso al mercado negro es una de las prioridades de los agentes de la Unidad Central Especial 3 de la Guardia Civil que luchan contra el tráfico de armas. También preocupan a los investigadores esos coleccionistas que llevan su afición a las armas a un límite «enfermizo», aquellos que sufren una especie de «síndrome de Diógenes» de las armas y acumulan muchas sin medidas de seguridad; granadas, incluso. En muchas ocasiones, las sacan al mercado negro.
Y finalmente están los delincuentes comunes y aquellas personas que quieren sentirse más seguros portando un arma, sea por la circunstancia que sea. Generalmente acuden a Internet. Desde diversos foros se publicitan anuncios de venta de armas de colección, armas con cañón libre, armas inutilizadas, etc… Pero en realidad venden armas perfectamente útiles.
Un país de tránsito hacia los conflictos de África
En España hay alrededor de 3.700.000 licencias de armas, de las que 3.200.000 son de escopetas y rifles. Además de las reglamentarias de las fuerzas armadas y de las de seguridad, hay entre 8.000 y 9.000 licencias de armas cortas por motivos diversos y unas 64.000 de tiradores deportivos. La existencia durante años del terrorismo de ETA llevó a España a endurecer los requisitos para obtener una licencia, de tal manera que hay que demostrar la necesidad de contar con ella.
Que no haya habido próximo en el tiempo y en nuestro entorno más cercano un conflicto bélico también contribuye a que España no sea destino de armas ilegales. La guerra de los Balcanes -y pasará con la de Ucrania- generó un gran stock de armas fuera de control, recuerdan a EFE los expertos de la Guardia Civil. Armas que han aflorado en el mercado negro, pero que son adquiridas por personas de países más cercanos, como Alemania. La distancia encarece el producto y, por tanto, en España se encuentran pocas de ese conflicto.
Sí siguen apareciendo de nuestra Guerra Civil. Desde el boom de Internet, muchos ciudadanos han preferido ponerlas a la venta en páginas ‘ad hoc’ antes que entregarlas a la Guardia Civil, el cuerpo competente en materia de intervención de armas. Lo que sí es España es un país de tránsito de cargamentos ilegales de armas debido a su posición estratégica. Ya han sido unas cuantas veces las que las fuerzas de seguridad han interceptado en el puerto de Algeciras (Cádiz) -el cuarto a nivel europeo por el volumen de contenedores que se mueven por él- cargamentos a gran escala de armas.
Como ejemplo, los investigadores citan la intervención de la Guardia Civil y la Agencia Tributaria en ese puerto de 22.272 pistolas de contrabando que viajaban ocultas desde Turquía a Yibuti, en África oriental. Las armas hubieran alcanzado en el mercado un valor superior a los dos millones de euros. En otra ocasión, interceptaron 786 fusiles de asalto. No son armas que vayan destinadas a la delincuencia organizada, sino a países en conflicto, sobre todo de África, concluyen los investigadores.