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Política

Pedro Sánchez pide a Yolanda Díaz recuperar 500.000 votos tras la 'matanza' de Podemos

Sectores socialistas en el Gobierno creen que Díaz vivirá una «luna de miel» en los próximos días y debe desafiar a Vox para convertirse en tercera fuerza

Pedro Sánchez pide a Yolanda Díaz recuperar 500.000 votos tras la ‘matanza’ de Podemos

Yolanda Díaz en un mitin de Sumar. | Europa Press

Pedro Sánchez y las personas cercanas a él aplauden lo ocurrido la semana pasada. Al final de diez días caóticos, Sumar y Yolanda Díaz resultan ganadores de una contienda con Podemos que en la Moncloa siguieron muy de cerca. Sánchez temía una ruptura del frente izquierdo. Y también la inclusión de los primeras espadas del partido morado en el proyecto de Díaz, a quien encomienda ahora lanzarse a recuperar al menos 500.000 votos perdidos por ese bloque político en los últimos cuatro años. Los estrategas de Sánchez creen que queda partido para permanecer en el Gobierno tras las elecciones de julio. Pero son conscientes de que mucho depende del atractivo que pueda despertar el proyecto de la ministra de Trabajo.

Es pronto para medir el efecto de Díaz en las encuestas, avisan desde el frente de afines a Sánchez. Hablan de «luna de miel», que se activará en el electorado progresista. Estudian a diario las encuestas, y sostienen que todo lo publicado hasta ahora no tiene mucho valor. En tan solo diez días, después del anuncio de Sánchez del adelanto electoral, Podemos y Ciudadanos, los dos partidos protagonistas de la última década de la política española, han tirado la toalla de facto. Díaz engloba a los morados en sus listas, pero diluidos muy por debajo del peso que tiene la corriente errejonista y hasta Izquierda Unida, que durante la etapa de Alberto Garzón se abrazó al oso morado entre duras críticas internas.

Para Sánchez, en definitiva, la campaña electoral acaba de empezar. Será un mes y medio de dura batalla con Feijóo, vaticinan en el Gobierno socialista. El PSOE buscará consolidarse a la izquierda, pero también reivindicará su gestión económica. La fórmula de la «economía va como una moto» es una de las bazas que los socialistas creen poder rentabilizar. Sánchez apela al votante izquierdista y busca reactivar el miedo a la derecha. Otras figuras, como la ministra de Economía Nadia Calviño, aunque no forme parte de las listas electorales, echará un cable a su presidente. Se prevé que participe en la campaña electoral.

500.000 votos y tercera fuerza

El PSOE ha perdido 400.000 votos en cuatro años, atendiendo al resultado de las últimas elecciones autonómicas. Pero los socialistas sostienen que su partido no se ha hundido, y que la derrota electoral dependió sobre todo de Podemos. «Han perdido un millón y medio de votos», aseguran los socialistas todavía fieles a Sánchez. Así que el objetivo ahora es que Díaz logre recuperar parte de ese capital perdido. Si Díaz vuelve a convencer a unos 500.000 votantes que huyeron de Unidas Podemos, puede aspirar a convertirse en tercera fuerza, desafiando a Vox y amargando el sueño del PP de recuperar la Moncloa. Ese es, por lo menos, el cálculo que hacen en el entorno de Sánchez.

La tercera plaza sigue siendo la más deseada. Los socialistas creen que Vox tocó techo en 2019, y que su resultado será decepcionante. Vaticinan que el PP de Feijóo logrará reforzarse, también a costa del partido de Abascal. Y aunque el PSOE ceda votos a Díaz (saben que la ‘operación Sumar’ aspira a arañar papeletas al centro), creen que eso servirá para una redistribución ventajosa de los escaños. Es decir, que el PSOE se felicita de lo ocurrido tras los diez días que estremecieron a Podemos y, sobre todo, da por amortizada la influencia de la gente de Pablo Iglesias e Irene Montero.

Ni Sánchez ni Díaz ya temen a Podemos

¿Creen en el Gobierno que Podemos pueda salir in extremis de la coalición? Las fuentes consultadas descartan ese escenario. Estuvieron pendientes hasta el último momento de lo que ocurría en ese espacio. Inicialmente, todos veían lógico el encuentro entre los dos rivales de la izquierda alternativa, aunque a medida que se acercaba la fecha del viernes 9 de junio se multiplicaron las dudas. Pareció que todo se torcía, hasta el giro inesperado del viernes. «No pudieron con la presión», es uno de los comentarios que más se escucha en algunos sectores del Ejecutivo. Otros sentencian: «Se vieron solos».

Esa soledad dificulta a Podemos plantearse como alternativa a Díaz. Quedan siete días para la fecha definitiva del registro de las firmas, pero después del tira y afloja de la semana pasada nadie apuesta por un golpe de efecto en el último minuto. Podemos se retira en una trinchera de desgaste a Díaz, a pesar de compartir candidatura con ella. Los morados aplican el juego del desgaste. Paradoja de la historia: Lilith Verstrynge, la secretaria de Organización de un partido que en tan solo diez días vio como se amotinaban todos los territorios contra la dirección morada, su secretaria y su número dos, obtiene el premio de ser candidata por Barcelona.

Aunque los pocos dirigentes que quedan, incluido el propio Iglesias, reivindican el papel de Montero y presionan hasta el final para mejorar su posición en las listas, lo cierto es que ha cundido un profundo pesimismo en muchos sectores del partido, y también entre algunos de sus dirigentes y exdirigentes. Todavía no se ha manifestado la ira, pero puede explotar pronto. Y dirigirse incluso contra Irene Montero, a quien se empieza a señalar internamente como traidora por haber cedido ante Díaz.

Ira entre las filas pablistas

Hay miles y miles de activistas que han sido lanzados en estos últimos meses contra la política gallega, acusada de traicionar a la izquierda. Y ahora esos militantes ven que su cúpula ha renunciado sin dar explicaciones exhaustivas. ¿Han pactado algo en secreto? ¿Existe una contrapartida para la rendición de Podemos que no se conoce todavía? Esa duda oprime a esos sectores en teoría fieles al pablismo.

Díaz sabe que Podemos insistirá en su denuncia del «veto» y buscará generar un agujero para debilitarla. Pero es difícil en este momento encontrar a alguien en Sumar que se muestre asustado por las maniobras del llamado círculo de Galapagar. Los errejonistas, por ejemplo, están eufóricos. «Se han vengado con todas las letras», se limitan a comentar desde el sector sindical cercano a Díaz. Y en IU aseguran que la lideresa de Sumar se encargará de que los elegidos de Podemos para sus listas sean personas que ella pueda controlar.

Iglesias dijo el lunes que el veto a Montero era un favor para las «cloacas» y las «mafias». Díaz respondió desde Bruselas: «España nos está esperando, y quiere que hablemos de sus problemas». Todo apunta a un game over para los morados. Un Podemos que, si no está políticamente muerto, se encuentra en la UCI. Mientras, los socialistas empujan a su heredera a volver a ilusionar a un electorado desencantado. Con 500.000 votos se pueden dar vuelcos electorales, confían en la Moncloa. Quieren desafiar todas las encuestas, al menos las publicadas hasta ahora. E internamente avisan: Sánchez es quien más se cree la remontada.

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