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Iceta llamó a Díaz desde la India para disuadirle de criticar la gestión del 'caso Rubiales'

El Gobierno cree que la vicepresidenta segunda está aprovechando para «buscar espacio y perfil propio».

Iceta llamó a Díaz desde la India para disuadirle de criticar la gestión del ‘caso Rubiales’

Miquel Iceta y Pedro Sánchez.

«El Gobierno está unido y comprometido en la igualdad en el deporte». Con esta frase, el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, intentó este martes zanjar las críticas de la vicepresidenta primera, Yolanda Díaz, a quien no citó en ningún momento pero que motivó su intervención de principio a fin. El suyo fue un claro alegato sobre la defensa de la diligencia y celeridad de las actuaciones del Gobierno. «Hemos sido muy rápidos», sostuvo Miquel Iceta desde la mesa del Consejo de Ministros, contradiciendo la crítica de la representante de Sumar en la víspera: «Creo sinceramente que vamos lentos. Vamos tarde en este asunto». Pero el enfrentamiento no se limita a la confrontación de declaraciones antagónicas. La discrepancia tiene una intrahistoria en privado. 

Según ha podido saber THE OBJECTIVE, Miquel Iceta llamó a Yolanda Díaz el pasado sábado para disuadirle de abrir un frente interno contra el  Gobierno por su «lentitud» en la toma de decisiones del caso Rubiales, tras el beso robado a la futbolista Jenni Hermoso. El ministro del ramo se encontraba en Varanasi (India), para participar en la reunión de ministros de Cultura, previa a la Cumbre del G-20, y desde allí intentó frenar la escalada verbal de los portavoces de Sumar contra la gestión de su departamento, con escaso éxito. 

El viernes por la tarde, tras la celebración de la asamblea de la Real Federación Española de Fútbol y la negativa de Rubiales a dimitir, la portavoz parlamentaria de Sumar, Marta Lois, calificó lo sucedido de «absoluta vergüenza» y exigió al Consejo Superior de Deportes que suspendiera cautelarmente de sus funciones a Rubiales, porque «puede hacerlo y que lo haga». Luego añadió: «Necesitamos cuanto antes que este señor, este personaje, no ocupe un puesto de responsabilidad». Estas palabras motivaron la llamada del ministro de Cultura a la vicepresidenta segunda del Gobierno, a quien, según fuentes de su departamento, se le remitieron los extractos de la Ley del Deporte que prohíben expresamente que el Gobierno actúe hasta que el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) no incoe el expediente sancionador. 

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, este lunes en la sede del ministerio de Trabajo. | Pool Moncloa

Ofensiva contra Iceta

Díaz no sólo hizo caso omiso, sino que elevó la ofensiva contra el ala socialista y cargó las tintas contra el ministro Iceta. Asimismo, el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, anunciaba en rueda de prensa que habían remitido una carta al titular de Deportes para que subsanase una deficiencia de la Ley del Deporte que impide aplicar un régimen sancionador a conflictos extrajudiciales, tal y como recoge la norma. La vicepresidenta segunda comparecía poco después para subir un peldaño más en su escalada verbal contra Deportes. «Creo sinceramente que hemos actuado con lentitud. He lamentado que sea la FIFA la que haya inhabilitado a Rubiales y no el CSD. Hay instrumentos jurídicos para hacerlo», sostuvo Díaz sin tapujos.

Esta es una opinión que le trasladó el mismo sábado Díaz a Iceta, aireando supuestos informes de juristas que avalan la actuación, sin esperar a la decisión del TAD. Pero la beligerancia de su comparecencia el lunes en el ministerio, abriendo fuego directamente contra la gestión de Deportes, caldeó los ánimos en el departamento y en el órgano dependiente del mismo, el Consejo Superior de Deportes. Así se explica la dureza de su presidente en la comparecencia de este lunes: «Ha habido afirmaciones que me parecen curiosas. Hay una diferencia entre la ley y la proclama», sostuvo, reiterando la importancia de «ser rigurosos y serios» porque «la ley no dice eso», en referencia a las denuncias de Sumar y la posibilidad de suspender cautelarmente a Rubiales. 

La labor de este martes de Iceta era, por tanto, echar agua, y no gasolina, al fuego abierto en el seno del Consejo de Ministros. Y así lo hizo. Sin mencionar expresamente a la vicepresidenta, pero lanzando un enmienda a la totalidad de su discurso: «El Gobierno avanza con diligencia y paso firme, garantizando el rigor y las garantías legales para evitar que un recurso pueda revocar las decisiones que se tomen. Actuamos tan pronto como los mecanismos legales nos lo han permitido. Fui el primero en reprobar los hechos hace 9 días, aunque nos parezcan muchos más». 

Iceta ‘lee la cartilla’ a Díaz

Se trata de un discurso escrito que leyó en su literalidad y en el que incluyó la redacción de la propia Ley del Deporte que envió el sábado a la vicepresidenta segunda: «Artículo 62 de la Ley del Deporte. Facultades del Consejo Superior de Deportes que, ‘en ningún caso tendrán carácter sancionador’. Y luego sigue y dice sobre sus competencias: podrá suspender de forma cautelar cuando se incoe un expediente calificadas como muy graves. Artículo 62.2.c. Iceta recordó también que «el Gobierno puede actuar de manera reactiva pero no preventiva». Y defendió que «nosotros estamos haciendo las cosas con extremo rigor». Iceta pidió «respeto por el Tribunal administrativo del deporte que considera que necesita más información», que se comprometió a darle en unas horas, que «debe actuar de forma independiente» y manifestó estar «plenamente convencidos de que la denuncia va a ser atendida. No nos situemos ese escenario» de que no incoe expediente. 

Ni en publico ni en privado el Gobierno traslada criticas a la número tres del Ejecutivo en funciones. No obstante, asumen con deportividad que la escalada verbal de  Yolanda Diaz y su ofensiva contra Miquel Iceta no tienen nada que ver con Luis Rubiales, sino con el aprovechamiento del caso para «buscar perfil propio y espacio político», tanto a la hora de configurar la estructura de Sumar como heredera de Podemos, como para buscar foco en el escenario de la negociación de la investidura, cuyo peso recae en el ala socialista del Gobierno, con el consiguiente riesgo para Díaz de perder protagonismo e influencia. 

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