La RAE critica la 'guía para el uso no sexista del lenguaje' que Armengol repartió a los diputados
La Academia carga contra la Mesa del Congreso por sus recomendaciones y recuerda que el masculino «es inclusivo»
La polémica guía Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria, repartida por la presidenta del Congreso, Francina Armengol, a los diputados, y adelantada en exclusiva por THE OBJECTIVE, ya tiene respuesta de la Real Academia Española (RAE). Esta ha publicado un comunicado con algunas críticas hacia las recomendaciones acordadas por la Mesa de las Cortes Generales el pasado 5 de diciembre de 2025, por cuanto estas se fundamentaban en supuestas consignas de la RAE.
«La Real Academia Española (RAE) ha tenido conocimiento del documento titulado Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria (acordadas en la Reunión de la Mesa de las Cortes Generales del 5 de diciembre de 2023)», comienza el comunicado de la institución, referido a quienes «podrían pensar, de manera equivocada, que las recomendaciones de la Mesa del Congreso concuerdan totalmente con la postura de la RAE sobre estas cuestiones o comparten los criterios de esta institución sobre dichos asuntos».
El texto que Armengol repartió entre los representantes de la Cámara Baja les instaba a usar «la presidencia» en lugar de «el presidente», «el personal» en lugar de «los empleados», «la ciudadanía» en lugar de «los ciudadanos», «el funcionariado» en lugar de «los funcionarios», «especialistas» en lugar de «expertos», «personas asistentes» en vez de «los reunidos» o «candidatura» en vez de «candidatos». Todo esto en aras de evitar el masculino genérico.
Réplica de la RAE
La réplica de los académicos no se detiene en ejemplos concretos, por cuanto, arguyen, «carece de sentido analizarlos uno por uno e ir explicando qué pierden exactamente los hablantes al aplicar las fórmulas sustitutorias que se sugieren para evitar el uso del masculino inclusivo». «Parece, pues, más adecuado reflexionar brevemente sobre los aspectos en los que se centra el desacuerdo, así como sobre las razones fundamentales que lo motivan», zanja.
«Hemos argumentado en múltiples ocasiones que el género masculino es inclusivo (en español y en otras muchas lenguas) en un gran número de contextos, y hemos explicado también con detalle que el hecho de que no lo sea en algunos casos no debe llevar a la absurda conclusión de que no lo es nunca», recuerdan los académicos en la réplica a los representantes políticos.
«El documento de la Mesa del Congreso da a entender, desde su mismo título («Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria») que los hablantes que no aplican los recursos allí expuestos se expresan en un lenguaje sexista», critica la RAE, que abunda: «Sería, pues, sexista, el lenguaje cotidiano de la mayor parte de los millones de hispanohablantes de todo el mundo, incluyendo el de los propios parlamentarios españoles cuando no hablan desde la tribuna o no redactan proyectos legislativos».
«Sería igualmente sexista —aplicando este razonamiento implícito— el lenguaje de la literatura, el ensayo, la ciencia, el cine, el periodismo, la legislación y tantos otros ámbitos (no necesariamente coloquiales ni informales) en los que los textos escritos en español no se suelen redactar aplicando los recursos que nuestra Administración recomienda», ironiza la Academia.
Dura crítica
La RAE recuerda que la guía prescribe que sus recomendaciones sobre el lenguaje no sexista no aplican a textos «más literarios o argumentativos». En este sentido, los académicos han encontrado una laguna: «No explica, en cambio, si esos otros discursos dejarían de ser sexistas, o bien desea dar a entender que a sus autores se les tendría que dispensar su sexismo lingüístico, ya que escriben en español sin aplicar las recomendaciones que han de caracterizar los documentos oficiales».
La RAE advierte de que el «lenguaje no sexista» conduce a una «peculiar disyuntiva»: «Cabe pensar, por un lado, que las expresiones propias del lenguaje supuestamente sexista dejan misteriosamente de serlo cuando no aparecen en textos oficiales. La otra opción, más preocupante incluso, consiste en suponer que los hispanohablantes están autorizados a expresarse en un lenguaje sexista a menos que representen a la Administración o redacten discursos públicos».
«Sospechamos que, tras esa peculiar disyuntiva, se esconde el deseo implícito de acrecentar la distancia —ya considerable en la actualidad— entre el universo oficial y el mundo real. Si bien sería de esperar que las administraciones trabajaran para acortarla, parecen más interesadas en aplicar una y otra vez las dobles varas de medir que tan patentemente la ponen de manifiesto», censura de una manera muy contundente la Academia.
Por último, la RAE zanja recordando que «cada uno puede expresarse con las fórmulas lingüísticas que libremente elija», y que «no se apoya la igualdad de los hombres y las mujeres de nuestro país pidiendo a los ciudadanos (parlamentarios o no) que hagan constantes equilibrios sintácticos, morfológicos y léxicos para evitar opciones lingüísticas que pertenecen a su forma natural de expresarse».