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Trevijano reivindica la independencia de los magistrados en su despedida del TC

El presidente saliente ha deseado «el mayor de los éxitos» a los nuevos miembros y solicitado cubrir con urgencia la baja de Alfredo Montoya

Trevijano reivindica la independencia de los magistrados en su despedida del TC

El presidente saliente del Constitucional, Pedro González Trevijano. | Ballesteros (EFE)

El magistrado no representa a nadie. Ni al órgano por el que fue elegido, ni a la fuerza parlamentaria que impulsó su proposición». Pedro González-Trevijano se ha despedido este lunes del Tribunal Constitucional recordando la independencia de sus miembros a pesar de ser designados por sus ideas. El presidente saliente ha deseado «el mayor de los éxitos» a los cuatro magistrados que han tomado posesión de su cargo y ha exhortado a los partidos a ponerse de acuerdo en el Senado para cubrir con urgencia la baja de Alfredo Montoya.

González-Trevijano ha concluido su etapa con un celebrado discurso que recupera la división entre zorros y erizos que popularizó el pensador liberal Isaiah Berlin en los años 50. En su opinión, ambos caracteres pueden convivir en el Constitucional. No obstante, no comparte «la falsaria dicotomía entre jueces conservadores y progresistas» de la misma manera que «no hay tampoco sentencias parciales de la mayoría. Hay sentencias sin más».

En su discurso de despedida como presidente y magistrado del Constitucional, González-Trevijano ha insistido en que «el procedimiento de designación no implica un mecanismo de representación». Sus palabras han sido muy bien acogidas por los presentes, entre ellos miembros del Gobierno, oposición y diferentes instituciones del Estado. «Ha estado brillante», ha resumido otro magistrado.

El discurso de Trevijano

La división de los partidos por la renovación judicial, incluso entre los diferentes bloques del Constitucional, ha quedado este lunes en segundo plano. En opinión de González-Trevijano, los consensos y mayorías cualificadas previstas en la Constitución no se deben convertir «en automáticos regímenes de cuotas o en un indefinido impasse».

Para ello ha pedido que no se difuminen los pesos y contrapesos que marca la Carta magna porque, sin supremacía de esta y sin un adecuado funcionamiento de los órganos constitucionales, «no habrá democracia, ni libertad, ni Constitución». «La historia nos previene que si no atendemos a estas señales (…) los más sombríos pozos de la autocracia nos aguardan«, ha asegurado González-Trevijano, que abandona el tribunal tras nueve años, el último de ellos como presidente.

González-Trevijano impone la medalla del Constitucional a María Luisa Segoviano. | Foto: Chema Moya (EFE)

Ha habido ocasión también para el tirón de orejas a los dirigentes políticos, a quienes ha recordado que las apelaciones al Constitucional solo deben producirse «tras agotar todas las vías de solución, no como instrumento de la refriega política o de indefinidas instancias judiciales». Por eso ha insistido durante su alocución que la corte de garantías «no constituye una tercera Cámara, ni una cuarta instancia, ni una suerte de supercasación».

González-Trevijano considera que, para abordar los nuevos desafíos, no caben «anquilosadas lecturas originalistas» porque eso supondría transmutar la Carta Magna en «papel mojado». «Cualquier constitución es un árbol vivo, que fue precisamente la expresión que recogimos al reconocer en 2012 el matrimonio entre personas del mismo sexo».

Árbitro jurídico

En opinión del presidente saliente, el tribunal cumple «con su exigente cometido, que no es el de examinar cuestiones políticas, sino pretensiones jurídicas, aunque en el proceso latan contenciosos de hondo calado político».

Ante una sala con aforo completo, González-Trevijano ha querido celebrar «la continuidad del Constitucional, en línea con su renovación por tercios, según mandata expresamente el artículo 159.3 de la Constitución». Ha deseado «el mayor de los éxitos» a los cuatro nuevos magistrados y recordado que «el tribunal continuará defendiendo la Constitución dando respuesta jurídica a las controversias planteadas en beneficio de nuestra convivencia».

«El tribunal ha tenido un papel relevante como árbitro jurídico de las controversias entre los distintos poderes del Estado e integrador del complejo sistema de distribución territorial del poder». González-Trevijano ha pedido los incrédulos «fe en el Derecho», tal y como pidió el jurista italiano Piero Calamandrei en 1940, lo que ha supuesto un tímido aplauso de la sala.

El presidente saliente ha aprovechado para lanzar un mensaje a navegantes: «Sin atribuir ni repartir responsabilidades, deseo resaltar la importancia del cumplimiento de los plazos y de los procedimientos para su renovación». Y ha insistido: «Ante la Carta Magna no son oponibles soberanías populares que dicen emanar del supuesto mandato directo de un colectivo o de una colectividad» ya que «en España solo hay una soberanía, la soberanía nacional del pueblo».

En cuanto a su etapa en el tribunal, ha explicado que ha emitido múltiples sentencias de las que «por azar» ha sido ponente «que afectan a la estructura del Estado, a los derechos de las minorías, a la legislación básica estatal, al acatamiento de la Constitución, a la suspensión de la autonomía de una comunidad o a la constitucionalidad de ciertos aspectos de la excepcionalidad».

«No han sido tiempos fáciles. Nunca lo son. Ahora tal vez lo son aun un poco menos», ha asegurado González-Trevijano. Además, ha subrayando que «el tribunal cumple con su exigente cometido, que no es el de examinar cuestiones políticas, sino pretensiones jurídicas». Tras su discurso ha ocupado su lugar de forma interina el magistrado más antiguo del tribunal, Ricardo Enríquez.

Acto seguido han tomado posesión los cuatro nuevos magistrados: el exministro de Justicia Juan Carlos Campo y la catedrática y ex alto cargo de Moncloa Laura Díez, propuestos por el Gobierno, y los jueces César Tolosa y María Luisa Segoviano, elegidos por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tras un bloqueo de casi seis meses del sector conservador de este órgano.

Antes de arrancar esta nueva etapa, el tribunal deberá elegir al nuevo presidente, un puesto que se disputarán los magistrados progresistas Cándido Conde-Pumpido y María Luisa Balaguer. El voto de Segoviano, una de las nuevas integrantes del Constitucional, se antoja vital para la elección. Los cuatro conservadores descartan votar por Conde-Pumpido, con el que tuvieron un sonoro desencuentro cuando el jurista gallego criticó a sus colegas por la sentencia contra el Gobierno sobre el primer estado de alarma.

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