Hace 60 años Mario Benedetti escribió ‘La tregua’, una profunda crítica a la «mentalidad de oficina pública». Un cuestionamiento tan vigente entonces como lo es en estos días pandémicos
Jackson era como el pegamento entre tanta añoranza. Para el nacido en los ochenta, siempre estuvo ahí, engañando al reloj.
Cumplir 10 años de algo siempre debe ser causa de celebración. En el caso de Whatsapp debería ser lo mismo. Pero, quizás por mi natural inclinación hacia la distopía, mi muy venezolana aversión al paraíso en la tierra, dudo si es correcto hacerlo. Y en ese dilema llevo toda la noche, tratando de encontrar el pie correcto para entrarle a este artículo.
A Podemos no le ha gustado el vídeo en que dos veteranos de la Guerra Civil conmemoran el 40 aniversario de la Constitución Española. Juan Carlos Monedero escribía en Twitter que el vídeo era «una puta vergüenza». Podría haber sido peor: podría haber escrito que la batalla del Ebro fue una pelea de bar, o algo similar. El caso es que tanto él como Pablo Iglesias han remarcado que ver reconciliados, y elogiando la Constitución del 78, a quienes hicieron la guerra en trincheras enfrentadas era como igualar a un judío y a un oficial de las SS. En fin, ante determinadas declaraciones twitteras, siempre recuerdo los versos que José de Irisarri le dedicó a la imprenta: «Sin estos trastos en edad tan culta, mucha ignorancia quedaría oculta».
¿Existe un Murillo secreto? ¿Una cara desconocida del famoso pintor de ángeles e Inmaculadas? El artista que conforma la iconografía amable de la Contrarreforma, ¿tiene también un lado revolucionario y rompedor?
El número de este mes de Letras Libres, la excelente revista cultural que en España dirige Daniel Gascón, viene dedicado a la vida y el legado de Karl Marx, de quien se celebra el segundo centenario de su nacimiento. He comprado la revista, pero he puesto cuidado en no leerla, sobre todo porque no quiero que la lectura de especialistas que saben más que yo me chafen –al menos por ahora– la opinión que hace tiempo me hice del personaje: Karl Marx me cae mal.
Éric Rohmer (Tulle, 1920 – París, 2011) habría cumplido mañana 98 años. Como Marguerite
Duras, una de mis escritoras favoritas (y de casi todo el mundo), nació un 4 de abril. Mi
hermano mayor también nació un 4 de abril, y casi todo lo que sé de la vida lo aprendí de uno
de los tres. La primera película que vi de Rohmer fue Pauline en la playa, y quise haber sido
Amanda Langlet. Después Mi noche con Maud y me hice un poco de lío con la discusión
sobre Pascal, pero me fascinaba la playa con los escalones de madera del final. La volví a ver,
la entendí mejor y quise veranear en una playa así para siempre.
La primera vez que los del Círculo Filosófico Soriano se pusieron en contacto conmigo, me dejaron muy claro que “en Soria sólo nos interesa lo eterno”. Desde entonces voy a hablar con ellos cada año y a repetir un paseo esencial: el que resigue el perfil del Duero desde San Saturio a Numancia. Este año hablé de Frankenstein, para celebrar su bicentenario, y de nuevo sentí que se encendía en nosotros la chispa del entusiasmo.
Se han cumplido veinte años de la muerte de Ernst Jünger. Murió el 17 de febrero de 1998, cuando le faltaban cuarenta días para alcanzar la edad de ciento tres. Los jüngerianos aún queríamos que hubiese vivido al menos hasta el 2000 y pisase así los tres siglos. Creo que fue W. H. Auden quien dijo que año tras año vamos pasando por el aniversario de nuestra muerte. He repasado los tomos que tengo de ‘Radiaciones’ a ver qué anotaciones hay de Jünger en ese ‘aniversario’ suyo.