Con unas dimensiones de 10×10 metros en planta y 10 metros de altura, disponía de varios paneles solares para proporcionar electricidad. El resultado fue una construcción de tres plantas que contaba con un área de juegos en la planta baja, cuatro aulas en la primera planta, donde recibían educación unos 100 niños, y dos zonas de trabajo en la parte superior. Fuera de uso desde marzo, había sido programada para demolición y reconstrucción, «después de tres años de uso intensivo y un servicio excepcional a la comunidad». Makoko, uno de los símbolos más dramáticos de la pobreza urbana de Nigeria, es un asentamiento de pescadores, gentes de las etnias yoruba, egun, ilaje e ijaw, que, procedentes de las actuales Togo y Benin, que llevan ya casi 200 años en este lugar. Carentes de todo tipo de servicios y en un contexto de extrema pobreza, las edificaciones de Makoko se sitúan encima del agua y constituyen una enorme barriada de chabolas elevadas sobre pilares de madera y envueltas en un insoportable olor a miseria.