Banderas

La Diada del millón por la independencia de Cataluña

La Diada del millón por la independencia de Cataluña

La Guardia Urbana cifró la participación alrededor del millón de personas. Los Mossos d’Esquadra destacaron el civismo de la multitud convocada por dos organizaciones civiles: la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Entre el Paseo de Gràcia y la calle Aragó de Barcelona, los independentistas celebraron el Día Nacional de Cataluña con una jornada que esperan sea la última, antes de celebrar el referéndum convocado el 1º de octubre por el Govern de la Generalitat.

Banderas de nuestros amos

Banderas de nuestros amos

La imagen más significativa del pleno fue probablemente la de una señora diputada retirando las banderas españolas que los populares habían dejado en su retirada. La señora diputada no era independentista, sino de Cataluña Sí Que Es Pot, la coalición electoral que integra a Podemos. Y con su gesto dio una buena muestra del papel que su partido, o su coalición, ha tenido y sigue teniendo en el proceso independentista. Ella es capaz de retirar la bandera española y dejar la catalana, pero sólo en ausencia de los afectados. Nunca jamás se le ocurriría arrancársela de las manos a un diputado unionista, pero si se van se crece. 

No Tinc Por: la marcha de las banderas contra el terrorismo

No Tinc Por: la marcha de las banderas contra el terrorismo

Medio millón de personas asistieron a la manifestación convocada por la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona, nueve días después de los atentados terroristas de Las Ramblas y la ciudad de Cambrils. El Rey Felipe VI fue el eje de los desencuentros: pitada monumental en el momento de su llegada y tensión entre los manifestantes, por una pancarta que le daba las gracias a su ‘majestad’. A pesar de todas las banderas que se alzaron desde los Jardinets de Gràcia hasta la Plaza de Catalunya, el ‘no tenemos miedo’ ganó en el terreno de las diferencias

¿Es prueba de especial inteligencia darse cuenta de que las banderas son meros “trapos”?

¿Es prueba de especial inteligencia darse cuenta de que las banderas son meros “trapos”?

A todos nos habrá sucedido alguna vez. Alguien (normalmente tirando a modernete) habrá puesto esa cara que ponen los modernetes cuando van a pronunciar cualquiera de sus sentencias sapienciales (mirada algo perdida, voz levemente más profunda) y habrá aseverado: “Yo es que pienso que las banderas son meros trapos”. (Existen algunas variaciones para dulzaina y orquesta de esa frase: por ejemplo, “yo pienso que las banderas son solo un trozo de tela”). Es habitual que quien así habla crea por ello haberse elevado a ciertas cotas cosmopolitas que nos están vedadas al resto de los mortales, enfangados como estamos en esa cosa tan pegajosa que es tener vínculos con tus paisanos, qué ordinariez. También es frecuente que quien así habla crea haber realizado un descubrimiento empírico importante: “¿Pero es que no veis que las banderas son de tela? Mira, tócala. Tela, lo que yo te dije. Qué absurdo eres que te crees que es distinta esta bandera al material de tus calzoncillos”.

Banderas tóxicas

Banderas tóxicas

Y finalmente están las banderas tóxicas: las banderas que perpetúan el odio, la denigración y desprecio del otro. La bandera nazi. La bandera negra del Estado Islámico. La bandera preconstitucional española: la que glorifica el sistema dictatorial del franquismo. No hay dos formas de ver y vivir estas banderas: son malas sin remedio, porque están pintadas para excluir y destruir al otro. Deben ser prohibidas y denunciadas.

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