Puedo vivir sin arte. Puedo vivir sin belleza. Sé que podría hacerlo. Sé, porque me conozco, que sería capaz de sobrevivir apartado de una mujer hermosa, de un cuadro, de una buena novela o de una fotografía. Nadie necesita la literatura para estar vivo. Las cosas son más sencillas de lo que pensamos: quiero agua, pásame eso, me aburro, tengo hambre, estoy cansado. Sin embargo, parece que hay gente que se busca complicaciones todo el rato. Hay gente que prefiere la seducción y el engaño. La ilusión de ver lo que no se ve. Un prestidigitador, un artista, un escritor están donde no deben estar en el momento más inoportuno y siempre con la idea más rara. Chasquean los dedos y avivan la llama para engañarle a usted y a mí, para engañarnos de verdad y hacernos mirar hacia otro lado. Si por fin logran vencer nuestra voluntad es que la hipnótica metamorfosis ha funcionado y somos rehenes de su magia. Estamos perdidos. Adiós al mundo real. Bienvenido al universo de la niebla y humo, amigo. Esta es la fiesta india de Diwali. El fotógrafo es el mago. En la más absoluta soledad, el cazador de imágenes deambula en busca de una fotografía a través de la noche blanca o el amanecer oscuro de la ciudad de Nueva Delhi en la cual hoy no está nada claro (y perdone el sinsentido).